INVESTIGADORES POR EL MUNDO | Bruno Sainz
'Hay españoles con cerebros brillantes que no pueden volver'
- Este científico regresará a España en busca de una cura para la hepatitis C
- Opina que nuestro país posee centros y expertos de primera línea
Comenzó su carrera investigando el virus que causa la neumonía asiática, que causó una importante epidemia en este continente en el año 2004, pero ahora está volcado en el agente que provoca la hepatitis C, que ha infectado a 170 millones de personas en todo el mundo y puede causar enfermedades como la cirrosis o el cáncer de hígado. Es español y también estadounidense: siempre ha vivido allí, pero ahora piensa volver "por razones personales". La beca que pretende lograr, una Ramón y Cajal, dura cinco años y confía en que "dentro de seis no sigamos en crisis".
Bruno Sainz lleva 30 años en EEUU y trabaja en un laboratorio de la Universidad de Illnois, en Chicago. Habla de su futuro con un entusiasmo al que no estamos acostumbrados en su país de origen, y menos en este momento. "Da igual dónde estés; si luchas, siempre lo puedes conseguir y España tiene todos los factores necesarios para desarrollar la carrera profesional". Claro que, en última instancia, comprende que otros en su situación no vean la forma de venir. A un colega que no tuviera nacionalidad estadounidense, relata, no le sería tan fácil regresar si las cosas no funcionaran por aquí.
Su perspectiva, en cualquier caso, es que todo salga bien. Ganas y ambición no le faltan: "Me gustaría montar mi propio laboratorio, ser famoso incluso, ayudar a España a salir adelante". El doctor Sainz desgrana sus proyectos de éxito con total naturalidad, quizás porque es lo que ha visto en su periplo por varios centros de prestigio, en un ambiente acostumbrado a que el triunfo entre en los planes y donde investigar puede ser sinónimo de duro trabajo, pero no necesariamente de labor abnegada y en la sombra.
Aunque nació en Madrid, y sus padres son burgaleses, se ha formado en EEUU, junto a estudiantes e investigadores de procedencias diversas. "Para el país es fenomenal, porque así disfruta de mentes no sólo americanas, sino de todo el mundo... y muchos se quedan", argumenta. El problema claro, es que ya no vuelven a sus países de origen: "Me da pena por España: hay gente con cerebros brillantes que no pueden volver porque no hay oportunidades".
Doctorado en Tulane (Nueva Orleans), donde desarrolló líneas de investigación con virus y herpes, tuvo ocasión de trabajar con el agente causal del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS), una epidemia que despertó una oleada de pánico y acaparó titulares de prensa en todo el globo durante el año 2004. Su primera estancia posdoctoral le llevó hasta el prestigioso Instituto Scripps, en La Jolla (California), y allí se concentró en los virus de ARN, como el que provoca la hepatitis C.
Misteriosa infección
Hay 170 millones de personas en el mundo infectadas con el virus de la hepatitic C, aunque muchas no saben que lo están hasta que desarrollan un problema hepático, como cirrosis o cáncer de hígado. "Lo que a mí me interesa sobre todo es estudiar cómo entra el virus en el hepatocito [células del hígado]", señala Sainz. Este proceso era un misterio para los especialistas, ya que se conocían cuatro receptores celulares distintos, pero éstos no bastaban para que se produjera la infección. "Hay receptores adicionales y, como investigador, quería resolver este problema", añade.
"Lo que me sorprendió del virus es que contiene una gran cantidad de colesterol en su membrana, algo inusual; eso implicaba que tal vez usaba receptores de colesterol para entrar en la célula...", relata Sainz. Este razonamiento derivaría en la realización de estudios con un fármaco, ezetimide, dirigido contra la proteína que regula el colesterol, que ya existía en el mercado desde hacía años como tratamiento contra la hipercolesterolemia. Como el virus de la hepatitis C sólo infecta a humanos y chimpancés, hubo que usar ratones modificados con células de hígado humanas para llevar a cabo estos ensayos preliminares. "Lo llamamos una quimera", explica Sainz, "es un ratón con hígado humano".
Primero se probó si tomar el fármaco protegía de la exposición al agente de la hepatitis C. "Hemos reducido la infección un 80%: de cada 10 ratones tratados con este medicamento, sólo ocho se infectaban con el virus", concluye el investigador. El siguiente paso fue comprobar si ezetimide podría ser también útil para pacientes ya infectados. En este caso, se ha observado en ratones que este fármaco por sí mismo no es eficaz, pero aumenta significativamente la respuesta al tratamiento tradicional con interferón.
"Quiero seguir en España con estas investigaciones: ya conocemos que el virus necesita esta proteína para entrar, y siempre se podrían desarrollar fármacos más específicos...", aventura el doctor Sainz. Gracias a los amigos que mantiene en España, tiene una idea de lo que puede encontrarse aquí: "La diferencia más importante es que EEUU invierte mucho dinero", concluye.
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