SUCESOS | Ceferina Cuesta, médico del Samur
'No he tenido tiempo para decidir, he pensado: hay que hacerlo y adelante'
Vídeo: Ricardo Domínguez
- El alcalde de Madrid quiere concederle la medalla al mérito social
Cuando Ceferina Cuesta López escogió la carrera de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, seguramente imaginó que algún día salvaría vidas. Veinte años después de su trayectoria profesional en el Servicio de Asistencia Municipal de Urgencia y Rescate (SAMUR), del que hoy es Jefa de Guardia, el día le lleva a una iglesia, tras un tiroteo.
En el templo un hombre, antes de suicidarse, ha herido de muerte a una mujer embarazada. Podría ser motivo de una novela de terror, o de una "broma", como confiesan haber creído en un principio testigos del suceso. Pero es la realidad, y tras el daño ya causado, Ceferina y su equipo son quizás los únicos en poder repararlo.
La práctica de las cesáreas no es desconocida para Ceferina, la ha realizado otras veces en los quirófanos de un hospital. Pero precisa, "a mujeres vivas". "En estas circunstancias, es la primera vez", añade serena.
No hay tiempo de preguntarse cómo ese lugar de fe se ha convertido en un escenario de muerte. No hay tiempo de pensar, simplemente actúa. "No he tenido tiempo de decidir, he pensado 'hay que hacerlo' y adelante, sobre todo por el bebé". Tras tratar de reanimar sin éxito a la mujer gestante, de 36 años, la prioridad era "la otra vida".
"Las condiciones eran claras, la mujer estaba a término, de 40 semanas, el bebé ya no era prematuro", cuenta la médico. Y como en una reencarnación, un hálito de vida, se abandona la reanimación de la madre para practicar la cesárea. "La técnica no es difícil en una persona fallecida porque la estética no importa, vale con hacer una gran incisión y sacar al bebé lo antes posible”, explica. Entonces, un bisturí, un aspirador y la sangre fría son los instrumentos que en cinco minutos, "como mucho", traen al niño a la vida.
Al salir del vientre de su madre, el corazón del pequeño varón, cuyo nombre se desconoce, no latía. La UVI móvil que acompañaba a Ceferina intervino entonces y logró hacerle recobrar el pulso, tras lo que fue trasladado de gravedad a la UVI de Neonatos del Hospital de la Paz.
"Aún es pronto para determinar su situación", explica la médico. Ahora, en una incubadora se someterá a un proceso de hipotermia por el cual se le bajará la temperatura para preservar su estado neurológico. A las 72 horas podrá determinarse mejor el estado de este bebé de 2 kilos de peso.
Al preguntarle por su reacción una vez que el niño ha recuperado el pulso, responde "mucha satisfacción", "lo he cogido". Y no es difícil imaginar que, en ese momento, ella también ha respirado. En la conversación, con las cámaras ya apagadas, no podemos evitar felicitarle: "Se va a la cama habiendo salvado una vida".
Sonríe, se coloca la tirita que tiene en la mano, mira a los ojos y pronuncia la palabra que devuelve la esperanza a esta dolorosa noche de otoño: "Ojalá".
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha manifestado su intención de conceder a Ceferina Cuesta la medalla al mérito social por su actuación.
En el templo un hombre, antes de suicidarse, ha herido de muerte a una mujer embarazada. Podría ser motivo de una novela de terror, o de una "broma", como confiesan haber creído en un principio testigos del suceso. Pero es la realidad, y tras el daño ya causado, Ceferina y su equipo son quizás los únicos en poder repararlo.
La práctica de las cesáreas no es desconocida para Ceferina, la ha realizado otras veces en los quirófanos de un hospital. Pero precisa, "a mujeres vivas". "En estas circunstancias, es la primera vez", añade serena.
No hay tiempo de preguntarse cómo ese lugar de fe se ha convertido en un escenario de muerte. No hay tiempo de pensar, simplemente actúa. "No he tenido tiempo de decidir, he pensado 'hay que hacerlo' y adelante, sobre todo por el bebé". Tras tratar de reanimar sin éxito a la mujer gestante, de 36 años, la prioridad era "la otra vida".
"Las condiciones eran claras, la mujer estaba a término, de 40 semanas, el bebé ya no era prematuro", cuenta la médico. Y como en una reencarnación, un hálito de vida, se abandona la reanimación de la madre para practicar la cesárea. "La técnica no es difícil en una persona fallecida porque la estética no importa, vale con hacer una gran incisión y sacar al bebé lo antes posible”, explica. Entonces, un bisturí, un aspirador y la sangre fría son los instrumentos que en cinco minutos, "como mucho", traen al niño a la vida.
Al salir del vientre de su madre, el corazón del pequeño varón, cuyo nombre se desconoce, no latía. La UVI móvil que acompañaba a Ceferina intervino entonces y logró hacerle recobrar el pulso, tras lo que fue trasladado de gravedad a la UVI de Neonatos del Hospital de la Paz.
"Aún es pronto para determinar su situación", explica la médico. Ahora, en una incubadora se someterá a un proceso de hipotermia por el cual se le bajará la temperatura para preservar su estado neurológico. A las 72 horas podrá determinarse mejor el estado de este bebé de 2 kilos de peso.
Al preguntarle por su reacción una vez que el niño ha recuperado el pulso, responde "mucha satisfacción", "lo he cogido". Y no es difícil imaginar que, en ese momento, ella también ha respirado. En la conversación, con las cámaras ya apagadas, no podemos evitar felicitarle: "Se va a la cama habiendo salvado una vida".
Sonríe, se coloca la tirita que tiene en la mano, mira a los ojos y pronuncia la palabra que devuelve la esperanza a esta dolorosa noche de otoño: "Ojalá".
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha manifestado su intención de conceder a Ceferina Cuesta la medalla al mérito social por su actuación.
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