Ana Mato califica la violencia de género como "violencia en el entorno familiar"
La ministra condena el asesinato de una mujer en Almería a manos de su marido
El País Madrid 27 DIC 2011 - 11:00 CET97
Ana Mato podría enfrentarse a su primera polémica como ministra y relacionada con un tema de gran sensibilidad social: la violencia de género. La nueva ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha hecho pública una nota de prensa para condenar la muerte de una mujer a manos de su marido, que tuvo lugar ayer en Roquetas (Almería). Pero lo que ha disparado las alarmas son los términos que ha utilizado en el comunicado, en el que ha hablado de "violencia en el entorno familiar", una manera de referirse a la violencia machista que ya ha despertado reacciones contra la ministra.
"La ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Ana Mato, ha condenado el último caso mortal por violencia en el entorno familiar ocurrido hoy en Roquetas", reza el comunicado, colgado en la página web del Ministerio y anunciado a través de Twitter. "El año anterior, 2010, finalizó con 73 víctimas mortales por violencia en el entorno familiar", continúa el comunicado.
Naciones Unidas aprobó en 1993 la "Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer". La ley española de 2004 contra la violencia machista se denomina "Ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género".
Naciones Unidas aprobó en 1993 la "Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer". La ley española de 2004 contra la violencia machista se denomina "Ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género".
“Mi hijo no sabe, y no tiene por qué saber, que soy un maltratador”
Una terapia a 410 agresores confirma que los cursos de rehabilitación reducen el riesgo de reincidencia
Un hombre en tratamiento cuenta sus avances
Inés P. Chávarri Donostia-San Sebastián 27 DIC 2011 - 08:33 CET10
Sergio, nombre ficticio, acude desde hace un año y medio, todos los viernes, a terapia. Es parte de la pena que un juez le impuso por haber maltratado a su expareja. Cada semana le reciben dos psicólogos, Jorge Freudenthal y Teresa Peña, y otros nueve agresores, con los que comparte la sesión de hora y media. “Entré aquí en plan rebelde. Pensando que había sido acusado injustamente, pero luego te das cuenta...”, relata este hombre de 51 años, con un hijo de 12 y dos matrimonios a sus espaldas. Sergio sostiene que nunca agredió físicamente a una de sus exparejas —hechos por los que fue condenado—, pero reconoce episodios de “violencia verbal”.
Los programas de reeducación de maltratadores se han convertido en una herramienta a disposición de los órganos judiciales ante los casos en los que la condena no supera los dos años de cárcel y no existen antecedentes. También para la reinserción de aquellos que cumplen condena en prisión —los juzgados dictan unas 20.000 sentencias penales condenatorias al año— por la lacra de la violencia machista, que en lo que va de 2011 ha segado 59 vidas, la última ayer, en Roquetas de Mar (Almería). Pero, a pesar de su paulatina consolidación, uno de los principales retos a los que se enfrentan es la valoración de la efectividad de los mismos.
“Me sentía por encima de ella. Igual le decía, no vales más que para limpiar”, recuerda este instalador de ascensores, en una sala sin ventanas en el primer piso de un edificio del Casco Viejo de Bilbao. Sergio, de complexión fuerte, vestido con vaqueros, camisa de cuadros rojos diminutos y cazadora de cuero, afirma rotundo que ya no cree estar “por encima de nadie”, ni de su excompañera, ni de ninguna otra mujer. “El hecho de venir aquí te ayuda a que no pierdas ese camino. Si resumimos que yo me puedo sentir superior a las mujeres y por eso las trato verbalmente mal, estas terapias me ayudan a ver que no es así”.
El paso dado por Sergio constituye, para Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco (UPV), un requisito imprescindible para el correcto desarrollo de este tipo de programas. El profesor impulsó hace 16 años el que se considera el primer proyecto de reeducación de maltratadores en España, con la colaboración de la Diputación de Bizkaia y de Álava, y por el que han pasado hasta la fecha unos 850 hombres.
Echeburúa decidió emprender este camino después de comprobar que entre el 40 y el 60% de las mujeres víctimas de malos tratos que atendía seguían conviviendo con su agresor. “Incluso en aquellos casos en los que se producía una separación, constatamos que algunos hombres tenían un riesgo muy alto de volver a cometer esas conductas en futuras relaciones”, explica Echeburúa.
“Igual me ha hecho un favor, fíjate. Estoy aquí ahora”, aclara Sergio, después de insistir en que nunca agredió físicamente a su expareja. El agresor no encuentra otra explicación a su conducta que la educación recibida, el modelo de comportamiento que vio en su padre y en su abuelo. “El hombre piensa que la mujer es para la casa, para la plancha, la ropa... Se siente superior porque su padre le dijo que es superior, y a su vez el padre de su padre”.
Los programas de reeducación han generado polémica en determinados colectivos de mujeres bajo el argumento de por qué destinar dinero a los agresores y no a la protección, cuidado y atención de las víctimas. Echeburúa censura de entrada el planteamiento. “La reinserción es una medida más en la lucha contra la violencia sexista”, apunta. “Un maltratador rehabilitado es una víctima menos. Es un instrumento de protección más a las víctimas”, ahonda la consejera de Justicia vasca, Idoia Mendia, cuyo departamento coordina un programa piloto de reinserción de maltratadores, desarrollado en 2010 en Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia, la propia Euskadi, Extremadura y Navarra.
Los especialistas recuerdan que el hecho de que cada vez se detecten, se denuncien y se condenen malos tratos en edades más tempranas supone, por lógica, más posibilidades de que se retomen nuevas relaciones. “Por así decirlo, están en edad de merecer”, recuerda Echeburúa.
El profesor además expone que los mecanismos propios de este tipo de agresiones fomentan el recurso a las mismas. “El maltrato no sale gratuito. Con el maltrato se obtiene una serie de beneficios y es que el hombre consigue salirse con la suya, doblegar a la víctima y, como son conductas sobreaprendidas, existe una alta posibilidad de que se repitan cuando se establece una nueva relación”.
Sergio dice que ha confesado a varias parejas que va cada viernes a Bilbao, también a la madre de su hijo, pero no a él. “Te pongo un ejemplo”, ilustra, “a un tío que roba en una tienda se le llama ladrón, a uno que ha tenido un delito de violencia doméstica, se le llama maltratador. No quiero que mi entorno me vea como un maltratador. Mi hijo no lo sabe y no tiene por qué saberlo”.
El programa piloto, impulsado por el Ministerio de Interior y la antigua cartera de Igualdad, atendió el año pasado a 410 personas entre todas las comunidades implicadas. Mendia no oculta la dificultad de medir la efectividad de estos programas. “El éxito solo se puede valorar en la medida en que no vuelvan a reincidir. No tenemos a ningún agresor que haya repetido el programa, lo cual no quiere decir que no hayan vuelto a cometer otro delito. No sabemos a cuántos rehabilitamos, pero con que solo sea uno...”, insiste.
A pesar de las dificultades en la medición del éxito, el Centro de Estudios Sobre la Identidad Colectiva de la UPV, el encargado de desarrollar el informe de evaluación del proyecto piloto, ofrece algunos datos.
De los 410 agresores que participaron en la experiencia, el 9,9% presentaba antes del desarrollo de la misma un “riesgo alto de ejercer violencia contra su pareja”. La cifra, una vez concluido el programa, descendió hasta el 3,4%. Los porcentajes también disminuyeron entre aquellas personas con un “riesgo moderado”, pasando del 26,6% al 19,8, mientras que el número de agresores que presentaba “un riesgo bajo”, aumentó del 63,5% al 76,9%.
Una de las claves para la evaluación de estos proyectos es poder contar con una perspectiva temporal. A lo largo de sus 16 años de experiencia, Echeburúa se ha encontrado con una importante tasa de abandonos. El 50% de los 850 expedientes tramitados por su equipo ni siquiera comienzan el tratamiento. Y de los 425 hombres que continúan con la terapia, el 40% la abandona. Ante lo que se pueden considerar unos datos apocalípticos, Echeburúa replica que el 85% de los hombres que siguen el programa completo se rehabilitan. “Los consideramos un éxito”, sentencia. Para ello se tiene que cumplir una serie de requisitos: “Que la violencia física haya desaparecido por completo y la mayor parte de la psicológica, y lo contrastamos con su pareja o expareja, le preguntamos a la mujer si realmente no está habiendo violencia”.
“Sin que sea la panacea podemos ser razonablemente optimistas”, continúa Echeburúa. “Estamos teniendo un éxito razonable en personas que llevan un ejercicio del maltrato muy prolongado, tratados con un programa corto, de unos seis meses y en régimen ambulatorio”.
En cifras
- El País Vasco, Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia, Extremadura y Navarra han participado en un programa piloto de reeducación por el que en 2010 pasaron 410 hombres.
- El informe de evaluación ha determinado que la cifra de agresores con "un riesgo alto de ejercer violencia contra su pareja" era de un 9,9% antes de iniciar el programa, y de un 3,4% una vez finalizado.
- El porcentaje de agresores con "un riesgo moderado" descendió de un 26,6% a un 19,8, mientras que la cifra de las personas que presentaban "un riesgo bajo" aumentó de un 63,5% a un 76,9.
- El equipo del catedrático de Psicología Clínica de la UPV Enrique Echeburúa, el primero en desarrollar hace 16 años el primer programa de rehabilitación de maltratadores en España, ha atendido hasta la fecha a 850 hombres con un éxito relativo. El 40% lo abandonó en las primeras sesiones. Pero Echeburúa habla de un 85% de éxito en los hombres que completan el programa.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/27/actualidad/1324945905_888871.html
- El informe de evaluación ha determinado que la cifra de agresores con "un riesgo alto de ejercer violencia contra su pareja" era de un 9,9% antes de iniciar el programa, y de un 3,4% una vez finalizado.
- El porcentaje de agresores con "un riesgo moderado" descendió de un 26,6% a un 19,8, mientras que la cifra de las personas que presentaban "un riesgo bajo" aumentó de un 63,5% a un 76,9.
- El equipo del catedrático de Psicología Clínica de la UPV Enrique Echeburúa, el primero en desarrollar hace 16 años el primer programa de rehabilitación de maltratadores en España, ha atendido hasta la fecha a 850 hombres con un éxito relativo. El 40% lo abandonó en las primeras sesiones. Pero Echeburúa habla de un 85% de éxito en los hombres que completan el programa.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/27/actualidad/1324945905_888871.html
Cómo cambiar ciertas conductas y partes del pensamiento
Los terapeutas trabajan sobre los celos, las emociones y la coerción sexual
I. P. CH. Donostia-San Sebastián 27 DIC 2011 - 08:46 CET
410 maltratadores participaron el año pasado en un programa piloto de rehabilitación impulsado por el Ministerio de Interior y el de Igualdad. El contenido de las sesiones, diseñadas por Instituciones Penitenciarias, abordaron, entre otros aspectos, los celos, las emociones y sentimientos, la empatía, la coerción sexual, las agresiones físicas y la violencia psicológica. Interior también fue el responsable de seleccionar a las personas participantes, todos "con un perfil bajo de violencia", según recoge el informe de evaluación del proyecto, elaborado por la Universidad del País Vasco.
El programa se desarrolló, en función de cada comunidad participante (Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia, Euskadi, Extremadura y Navarra), a lo largo de entre seis y cuatro meses con un total de 25 sesiones, de dos horas de duración cada una. Los maltratadores fueron tratados por un grupo de terapeutas, especializados en su mayoría en psicológica y con formación en violencia de género.
"No somos maestros, ni guías. Nos gusta decir que somos acompañantes, o catalizadores", explican Jorge Freudnthal y Teresa Peña, dos de los psicólogos que desarrollan un programa de reeducación en Bilbao.
"Intentamos sacar lo que ya existe en las personas para después desaparecer".
Los terapeutas vienen a convertirse en una especie de entrenadores "que escuchan mucho". "Es posible modificar ciertas conductas y ciertas partes del pensamiento", subrayan. Tras una primera fase de acogida se abordan las diferentes temáticas articuladas en torno a un eje común: "La perspectiva de género". "Por ejemplo, cuando fue Halloween abordamos con ellos las diferencias entre los disfraces de hombres y de mujeres, las connotaciones de disfrazarse de médico o de enfermera, de brujo o de bruja", recuerdan.
Freudenthal y Peña explican que intentan "empatizar" con los agresores que tratan, dejando a un lado por unos minutos "lo que ha podido pasar". "Es una situación dura para muchas personas, sin responsabilizar a nadie, pero una separación es dura, también, una orden de alejamiento, el hecho de no poder ver a un hijo", aclaran.
Los agresores que acuden a estas sesiones lo hacen por "imperativo legal", y no como sustitución de una pena, un aspecto que ha sido criticado por algunas asociaciones de mujeres. "No estamos en contra de la reeducación, pero que nunca se haga en sustitución de una pena. Además, internacionalmente estos programas no han tenido grandes resultados, un maltratador no se educa de un día para otro", explica Consuelo Abril, de la Comisión para la Investigación de los Malos Tratos.
Tras una entrevista personal con cada agresor, comienza el desarrollo del programa para terminar con otra evaluación final individual. El catedrático de Psicología Clínica de la UPV, Enrique Echeburúa, y con una experiencia de 16 años en la rehabilitación de agresores, aconseja que estos tratamientos se desarrollen en sesiones individuales y grupales.
La importancia de tratar a cada agresor de forma individualizada radica en que "el maltrato es una meta al que se llega por muchos caminos distintos. A una persona le puede empujar sus ideas machistas, la falta de control de sus impulsos, los celos patológicos, el abuso de alcohol...", enumera Echeburúa.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/27/actualidad/1324971812_824263.html
El programa se desarrolló, en función de cada comunidad participante (Andalucía, Aragón, Cataluña, Valencia, Euskadi, Extremadura y Navarra), a lo largo de entre seis y cuatro meses con un total de 25 sesiones, de dos horas de duración cada una. Los maltratadores fueron tratados por un grupo de terapeutas, especializados en su mayoría en psicológica y con formación en violencia de género.
"No somos maestros, ni guías. Nos gusta decir que somos acompañantes, o catalizadores", explican Jorge Freudnthal y Teresa Peña, dos de los psicólogos que desarrollan un programa de reeducación en Bilbao.
"Intentamos sacar lo que ya existe en las personas para después desaparecer".
Los terapeutas vienen a convertirse en una especie de entrenadores "que escuchan mucho". "Es posible modificar ciertas conductas y ciertas partes del pensamiento", subrayan. Tras una primera fase de acogida se abordan las diferentes temáticas articuladas en torno a un eje común: "La perspectiva de género". "Por ejemplo, cuando fue Halloween abordamos con ellos las diferencias entre los disfraces de hombres y de mujeres, las connotaciones de disfrazarse de médico o de enfermera, de brujo o de bruja", recuerdan.
Freudenthal y Peña explican que intentan "empatizar" con los agresores que tratan, dejando a un lado por unos minutos "lo que ha podido pasar". "Es una situación dura para muchas personas, sin responsabilizar a nadie, pero una separación es dura, también, una orden de alejamiento, el hecho de no poder ver a un hijo", aclaran.
Los agresores que acuden a estas sesiones lo hacen por "imperativo legal", y no como sustitución de una pena, un aspecto que ha sido criticado por algunas asociaciones de mujeres. "No estamos en contra de la reeducación, pero que nunca se haga en sustitución de una pena. Además, internacionalmente estos programas no han tenido grandes resultados, un maltratador no se educa de un día para otro", explica Consuelo Abril, de la Comisión para la Investigación de los Malos Tratos.
Tras una entrevista personal con cada agresor, comienza el desarrollo del programa para terminar con otra evaluación final individual. El catedrático de Psicología Clínica de la UPV, Enrique Echeburúa, y con una experiencia de 16 años en la rehabilitación de agresores, aconseja que estos tratamientos se desarrollen en sesiones individuales y grupales.
La importancia de tratar a cada agresor de forma individualizada radica en que "el maltrato es una meta al que se llega por muchos caminos distintos. A una persona le puede empujar sus ideas machistas, la falta de control de sus impulsos, los celos patológicos, el abuso de alcohol...", enumera Echeburúa.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2011/12/27/actualidad/1324971812_824263.html
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