miércoles, 2 de octubre de 2013

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Los científicos proponen educar en la ética y sancionar para atajar el problema del fraude


Madrid (02/10/2013) - Carmen Villodres

Ante un representante del Ministerio de Economía y Competitividad pidieron del desarrollo de la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, que aunque prevé la creación de un Comité de Etica, éste no existe dos años después de la promulgación de la citada ley

El fraude científico fue sometido a examen, desde las más diversas perspectivas, en la Fundación Rafael del Pino de Madrid. Los profesionales que expusieron sus tesis sobre el tema fueron Juan María Vázquez, director general de Investigación Científica y Técnica del Ministerio de Economía y Competitividad; el Patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud, Emilio Bouza; Miguel García Guerrero, presidente del Comité de ética del CSIC; Santiago Lamas, director del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa; Fernando Cossío, presidente de Ikerbasque; y Peter Stonier, director of Education & Training, Faculty of Pharmaceutical Medicine, London. Todos ellos moderados por Juan M. Mato, patrono de la Fundación Ciencias de la Salud.
El cierre del acto corrió a cargo del presidente del CSIC, Emilio Lora Tamayo, quién describió el fraude científico como "una bomba de relojería colocada en el epicentro de nuestra profesión de científicos, que defrauda y hace daño a todos los colegas y al conjunto de la sociedad". Añadió que es un delito contra todo y contra todos.
Juan María Vázquez, del Ministerio de Economía y Competitividad, recurrió al símil del filósofo Bernardo de Chartres que dice que los hombres somos como enanos que nos levantamos en los hombros de los gigantes, entendiendo al gigante como el representante del conocimiento generado por otros.
El incremento del fraude
Afirmó que cada vez se detecta más fraude científico, situación que atribuyó, entre otras cosas, a la facilidad con que hoy se pueden reproducir los documentos. Abogó por comunicar los fraudes en pro de que otros no caigan en el mismo error.
Reconoció el director general de Investigación Científica y Técnica que el fraude siempre existió como una fórmula para obtener beneficios y que hoy es más fácil caer en ellos también por la facilidad que se tiene para acceder a datos experimentales "ya que para el colectivo científico la comunicación de su trabajo es inherente a su actividad".
La Ley no desarrollada
En cuanto a las causas de la existencia del mismo citó la presión que sufren estos profesionales por publicar, la ambición de lograr prestigio y reconocimiento, así como la de ganarse el respeto de sus colegas. Reconoció que no existe una estrategia preventiva para estos casos.
Reconoció que la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación, de 2011, ya preveía la creación de un Comité de Ética que cuidara de las buenas prácticas y de la ética profesional. Precisamente el no desarrollo de ese apartado fue motivo de reproche por parte de alguno de los ponentes.
Reconoció que pese a que en el fraude está muchas veces el deseo de obtener un beneficio personal no existen mecanismos que sancionen a los que plagian y que son muchas veces la comunidad científica las que identifican y sancionan al defraudador.
El patrono de la Fundación de Ciencias de la Salud, Emilio Bouza, recurrió a la frase de que la Ciencia es el arte de conocer la verdad y que, por tanto, el fraude es la negación del hecho científico y recomendó poca visibilidad al investigador.
El fraude, contra la verdad y en perjuicio de otros
El presidente del Comité de Ética del CSIC, Miguel García Guerrero, se centró en el fraude en la investigación básica. Antes que nada se refirió a la aceptación social que tienen los científicos junto con los médicos en cuantas encuestas se realizan. Concretamente elevó la nota a un 7,9 -en un baremo de 10- en España y en Europa y de un 8 en EE.UU.
Como elementos positivos citó la actitud que muestran los encuestados en cuanto a los avances y los beneficios que tanto médico como científicos aportan a la humanidad; sin olvidar que una minoría los consideran despistados, que hacen investigaciones que exceden los términos aceptables y que algunas investigaciones son realizadas por puro beneficio personal.
Para el presidente del Comité de Ética del CSIC fraude no sólo es actuar de forma contraria a la verdad sino también en perjuicio de otro, "con interés por engañar en contra de la ética científica". En este sentido destacó que ahora se habla más de "integridad científica".
Apartarse de las normas
Destacó que en EE.UU. el fraude no sólo se relaciona con malas praxis sino que incluye la fabricación, la falsificación o el plagio, por lo que se diferencia con bastante claridad de lo que puedan ser errores o discrepancias de opinión.
En este sentido se refirió a que algunos comités amplían las clasificaciones de fraude a apartarse de las normas. Los británicos introducen la idea de que el científico no da la talla en los estándares de éticas; mientras que otros introducen los conflictos de intereses o las fuentes de financiación, como causas importantes para defraudar.
Algunos estudios o encuestas  elevan los llamados "incidentes" a unos 5.000 casos  al año, aunque las encuestas más benevolentes  las sitúan en menos de 1.500. No obstante,  hizo hincapié en la desproporción existente entre estas cifras y las 155.000 denuncias que se producen al año.
Un 33 por cierto de praxis cuestionables
Citó un estudio de 2009 que sacó como conclusión que un 2 por ciento de los científicos admitieron haber falsificado o fabricado datos, aunque excluyeron haber plagiado. No obstante, habló de un 33 por ciento de praxis cuestionables.
Como los países que más defraudan, sobre todo en artículos en publicaciones científicas, citó a China, Japón y la India, aunque reconoció que es un fenómeno global. Mostrando un estudio "curioso" destacó que los hombres tienen peores comportamientos que las mujeres y situó el fraude masculino en un 65 por ciento. Entre las razones de que esto ocurra apuntó como incentivos la presión por publicar, la necesidad de obtener financiación, de destacar sobre otros, y por obtener incentivos económicos. La fama, la promoción y la financiación, resumió, son buenos incentivos para el fraude.
La necesidad de reprender y sancionar
Recomendó la prevención mediante el establecimiento de la cultura de la honestidad, de hacer seguimiento de las investigaciones, de discutir y analizar. Todo ello acompañado de la utilización de mecanismos de detección; y desde luego, una vez detectado, reprender y sancionar. Reclamó la creación de una institución nacional, "ya que las instituciones locales a veces no tienen competencia o suficiente ánimo" y recordó que aún se está esperando que la citada ley de 2011 sea una realidad, en lo que a la creación del Comité de Ética se refiere.
1 de cada 1.000 trabajos publicados tienen retractaciones
Santiago Lamas se centró en la necesidad de la integridad científica en el ámbito de la investigación clínica así como en los mecanismos de prevención y lucha contra el fraude.
Aseguró al respecto que 1 de cada 1000 trabajos publicados tienen retractaciones, lo que relacionó con el impacto que tienen las revistas científicas y citó concretamente el prestigio que otorga publicar en revistas con Nature o Science.
Citó como una rémora el tiempo que se tarde en rectificar fraudes o errores, que cifró en 12 años en algunos casos, y el consiguiente perjuicio social y científico que ocasiona tal circunstancia. Como medidas que pueden evitar el fraude recomendó mantener la integridad de todo el proceso de investigación, formalizar programas educativos de pre y postgrado, insistiendo en la dimensión ética y promocionar la cultura de la integridad.
Los defraudadores, a la cárcel
Fernando Cossío se centró en el fraude de la publicación científica, expuso casos concretos, incluso de autoplagio, e incidió en  la importancia de publicar todas las partes de la investigación, los datos en bruto y las partes editadas, para tener una buena trazabilidad. Insistió en la necesidad de verificar los datos una y otra vez.
Peter Stoiner se extendió sobre las nefastas consecuencias que conlleva el fraude y apreció que son pocos los defraudadores que van a prisión, refiriéndose a que apenas se han dado 4 ó 5 casos de cárcel, comparado con la cantidad de fraudes que se han producido desde que existe la ciencia.
El fraude, dijo, puede disminuir la fiabilidad de los científicos y puede poner en peligro la vida de los pacientes, produce una traición de la identidad médica y puede contribuir a la morbilidad y a la mortalidad; además de "destruir carreras profesionales, daña la confianza en las ciencias y en la medicina, así como de los pacientes que estaban dispuestos a participar en un ensayo clínico", argumentó
Criticó y se lamentó de cómo esos defraudadores a veces siguen publicando en otros países, obtienen ayudas y financiación, renombre e, incluso, obtienen premios.

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