lunes, 2 de noviembre de 2009

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Buscando el Acercamiento de los Jueces a las Ciencias: Horizontes compartidos

En el número anterior, dimos cuenta de la importancia de este encuentro que busca generar vínculos productivos entre la justicia y el ámbito científico. Hoy les acercamos las conclusiones de la mesa consagrada al rol de las sociedades científicas ante la justicia, las causas y consecuencias de la creciente Judicialización del área de la salud y la enorme utilidad de los procesos de certificación profesional.

La séptima edición del ciclo de coloquios Buscando el Acerca-miento de los Jueces a las Ciencias, que tuvo lugar en el Howard Johnson Hotel de Pilar, fortaleció el camino trazado en años anteriores. Organizado por Fundación OSDE, con el aval de la Asociación Civil de Actividades Médicas Integradas (ACAMI), la Academia Judicial Internacional, la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, la Junta Federal de Cortes y Superiores Tribunales de Justicia de las Provincias Argentinas, y la Superintendencia de Servicios de Salud de la República Argentina. El Coloquio contó con la presencia de magistrados y de representantes de las sociedades científicas, del sector prestador y financiador, y del Estado, que participaron activamente en la indagación de los tópicos de interés común que los vinculan. En esta segunda nota dedicada al Coloquio, presentamos las conclusiones de la mesa que estuvo dedicada a la colaboración entre las Sociedades Científicas y la Justicia.

La mesa llevó como título el lema “Las Sociedades Científicas y su rol ante la Justicia”, y contó con la coordinación de Fortunato Benaim, Presidente del Consejo de Certificación de Profesionales Médicos, y con las exposiciones de los representantes de cuatro sociedades científicas. El doctor Alejandro Oria, ex presidente de la Asociación Argentina de Cirugía, abundó en la importancia de definir estándares de calidad aceptables y en la relevancia de focalizar en el concepto de proceso. Por su parte, el doctor Federico Saravia Toledo, Presidente de la Asociación Argentina de Cirugía Infantil, indagó en los cambios que ha sufrido la relación médico paciente y en cómo estos nuevos vínculos y las renovadas tecnologías pueden influir en el aumento de la litigiosidad indebida. El doctor Gustavo Cardigni, Vicepresidente 1° de la Sociedad Argentina de Pediatría, expuso algunas de las características diferenciales de su especialidad y recalcó la importancia de los procesos de certificación y recertificación profesional. Por último, fue el doctor Miguel Fernández Vigil, ex presidente de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, quien estuvo a cargo del cierre de la mesa, y subrayó las incumbencias de los profesionales anestesiólogos a la vez que presentó cifras que evidencian la creciente seguridad de su área.

LA CALIDAD EN CIRUGIA

El coordinador de la mesa, Fortunato Benaim, abrió la rueda de ponencias haciendo especial hincapié en el concepto de certificación. Al respecto dijo que “fue fundado con el objeto de dar un documento que diera la seguridad de que un profesional médico determinado actúa correctamente, tanto en su conocimiento científico como en el marco de la ética y la moral”. Aclaró también que, hasta hoy, el proceso de certificación y recertificación es espontáneo y que quienes certifican son las Sociedades Científicas, cumpliendo con los requisitos del Consejo de Certificación.
El ex presidente de la Asociación Argentina de Cirugía, doctor Alejandro Oria, comenzó su exposición señalando lo importante que resulta hablar de calidad y de estándares de calidad en cirugía: “Estos conceptos han modificado enormemente la práctica de la cirugía en Estados Unidos y están comenzando a modificarla acá también”, especificó. Oria destacó dos factores que, en su especialidad, hacen a la definición de calidad: “La calidad, en cirugía, depende de la estructura y del proceso”. La estructura, explicó el doctor, está relacionada con la infraestructura física que conforma el marco para el desempeño profesional del cirujano. Sin embargo, enfatizó, “lo importante en cirugía es el proceso, que se define como la interacción que hay entre la estructura, los profesionales y el paciente”. Es esta definición, continuó Oria, la que lleva a distinguir entre procesos simples y procesos complejos en la especialidad.
Estas reflexiones llevaron a Oria a repensar, para el auditorio, el concepto de estándar de calidad. “Un estándar de calidad es un nivel de calidad que resulte aceptable; no hay excelencia porque la excelencia es marketing”, enfatizó. Este nivel de aceptabilidad, no obstante, se puede ir mejorando. A modo de ejemplo, Oria refirió el caso de la Asociación de Cirugía de Estados Unidos que, para mejorar sus promedios de resultados, inició un programa de calidad que surgió de las inquietudes de los mismos cirujanos. “Midieron las tasas de mortalidad en diferentes especialidades de cirugía y, dispuestos a mejorar, modificaron el proceso, la interacción, con lo que las tasas de mortalidad se redujeron”, expuso el doctor.
Para acercar alguna reflexión acerca del ámbito local, Oria señaló posibles formas de lograr una mejor calidad en cirugía mayor: “Hay dos opciones: copiar la regionalización que propone el sistema norteamericano o crear nuevos centros de alto volumen”. El problema, sin embargo, prosiguió Oria, es que “la sociedad no se esfuerza en crear centros de alto volumen ni en proteger los que existen. Este es un problema típicamente nuestro”. En los centros de bajo volumen, explicó, surge el dilema de la desaparición de los especialistas: “No se puede pagar a los especialistas para que operen a dos enfermos por mes; éste es un problema dramático”, sintetizó el doctor.

LA RELACION MEDICO PACIENTE, EN JAQUE

Por su parte, el Presidente de la Asociación Argentina de Cirugía Infantil, doctor Federico Saravia de Toledo, dio inicio a su exposición expresando la voluntad de su Sociedad de acercar su apoyo a los jueces. Más tarde, el doctor presentó algunas cifras que dieron cuenta del incremento de la litigiosidad en el área de la salud: “Hace quince años se producía un juicio por mala praxis cada uno o dos meses; hoy, se dan dos o tres juicios por día”. Esto, prosiguió el doctor, afecta terriblemente a la relación médico paciente; este vínculo tiene, en su especialidad, un doblez característico: “En pediatría, se ve afectada la relación médico pariente porque nosotros tenemos que dialogar con los padres o la familia del paciente”.
Otro de los factores que, según expuso Toledo, afectan al núcleo de esta relación son los avances tecnológicos que, aunque son indudablemente positivos, han producido que la práctica de la profesión se multiplicara y se desmembrara: “En los últimos tiempos, se ha dado una diversificación de los actores, lo que ha hecho que se despersonalice la atención del médico con el paciente. Se ha deshumanizado el vínculo y se ha perdido el afecto entre el médico y el paciente”, reflexionó el doctor. Es esa falta de contacto lo que hace, según Toledo, que la relación se altere: “Es muy difícil llegar a un juicio de mala praxis cuando hubo un contacto con el paciente. Las estadísticas de los juicios indican que en el 90% de los casos hubo una mala relación entre el profesional y el paciente. Por eso es muy importante intentar volver a esas fuentes originales”, acotó Toledo.
Entre las causas de los juicios de mala praxis, Toledo identificó tres variables. “En muchos casos, los juicios son disparados por la sensibilidad que despierta en el paciente la información a la que puede acceder a través de Internet y que, en muchos casos, no puede ser asimilada correctamente”. Por otra parte, también influye en el incremento de la litigiosidad indebida, según el doctor, “el criterio economicista de algunos abogados que incitan a ese procedimiento”. Pero, además, también hay una gran responsabilidad en los médicos, admitió Toledo: “Es en ese sentido que resulta muy importante la calidad profesional; por eso el proceso de certificación de los médicos, que se está llevando a cabo, apunta a que haya la mayor cantidad posible de médicos certificados”.
Por último, Toledo refirió la importancia de empezar a contar con peritos certificados en cada especialidad, para que los magistrados puedan tener información idónea y calificada a la hora de tomar decisiones que resultan difíciles. Además, también resaltó que sería muy positivo el desarrollo, en nuestro país, de tribunales de evaluación previa, que determinan si corresponde o no que los casos sean llevados hasta la instancia de juicio. “Todas estas cuestiones son las que nos van a ayudar a poder, en el futuro, llevar a cabo nuestra profesión con mayor tranquilidad y a poder ejercerla en la forma que corresponde”, concluyó Toledo.

LA IMPORTANCIA DE LA CERTIFICACION

El doctor Gustavo Cardigni, Vicepresidente 1° de la Sociedad Argentina de Pediatría, comenzó su disertación aclarando los dos objetivos centrales de su Sociedad, que está próxima a cumplir 100 años y que cuenta con 14.500 miembros en todo el país: “Nuestros objetivos son la promoción y la prevención de la salud en chicos y adolescentes, y la formación integral del médico pediatra, tratando de actualizar el modelo permanentemente para ajustarnos al aumento del conocimiento”. La Sociedad, explicitó, opera con un modelo basado en la salud, lo que, destacó, “es muy importante con los chicos, ya que la promoción de la salud hace que se transformen en adultos sanos y fuertes”.
En lo que a la formación permanente del pediatra se refiere, la Sociedad cuenta con numerosos programas de formación y con una página Web de consulta abierta. Pero, sobre todo, la Sociedad hace hincapié en los procesos de certificación y recertificación de los profesionales: “Para este fin, contamos con una comisión de evaluación continua, que es totalmente independiente del poder político de la Sociedad”, destacó Cardigni. Otro de los aspectos que, aclaró el doctor, conforman una piedra angular en la formación permanente es la elaboración de guías y consensos: “Los consensos son la unión de la opinión de expertos en base a todas las evidencias disponibles; las guías se elaboran para los tratamientos de acuerdo con los estándares conocidos y razonables. Funcionan como material de consulta para cualquier médico, en cualquier zona del país, y como material de consulta para algún litigio. Es un aporte que las sociedades científicas podemos hacer a la justicia y a los otros médicos”, detalló.
Los avances de la tecnología, expuso luego Cardigni, también pueden influir en el avance de los litigios en salud, ya que generan muchos aspectos conflictivos. Casos ejemplares de esta problemática, ilustró el doctor, son, por ejemplo, las patologías de sobrevida que requieren mantener un soporte vital, por lo que el paciente comienza a depender de la tecnología. “Además de poner a la familia en un estado de conflicto, estas situaciones generan muchos dilemas éticos: hasta dónde hay que seguir con el soporte vital”. Destacó Cardigni que “quienes trabajamos en esto tenemos claro que la mayoría de estos conflictos no deberían judicializarse, sin embargo, uno ve con frecuencia que surgen este tipo de casos porque a veces no hay acuerdo entre el equipo tratante y el paciente”. El marco legal, en este sentido, resulta de suma importancia: “Para tomar decisiones en este aspecto las leyes son puntos basales, pero el marco legal que nosotros tenemos en nuestro país no es muy rico; no hay leyes para el fin de la vida, tal vez porque no es un tema instalado en la sociedad. Para esto es indispensable el consenso social. Es un tema que debería resolver la sociedad toda”, reflexionó el doctor.

LA ANESTESIA Y SU CONTEXTO

Fue el doctor Miguel Fernández Vigil, ex presidente de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, el encargado de cerrar la mesa y comenzó aclarando que su especialidad es relativamente nueva, tanto en nuestro país como en el mundo. La Asociación fue fundada en 1945 y ya en 1948 se implementó el primer curso de especialización. Hoy en día, para obtener el título de especialista, el anestesiólogo debe pasar por una residencia médica: “Creo que debería ser así en todas las especialidades, pero en muchas no lo es”, subrayó Fernández Vigil. Además, en 1999, recordó Fernándes Vigil, la Asociación instaló el primer centro de simulación de Latinoamérica: “El centro sirve para ver las patologías que no son frecuentes de observar en la práctica diaria; de allí salen conocimientos muy importantes y, sin embargo, nunca se creó un centro de simulación de gestión estatal en nuestro país”, señaló el doctor.
Más tarde, Fernández Vigil se encargó de definir las incumbencias y responsabilidades del profesional anestesista, insistiendo especialmente en el hecho de que su accionar no debe verse limitado al quirófano: “La anestesiología es una ciencia médica para el alivio del dolor antes, después y durante la cirugía. Lo correcto es poder tener contacto con el paciente antes de que éste ingrese al quirófano y, luego de la operación, hacer el seguimiento posterior. Nuestra especialidad abarca mucho más allá de la práctica del quirófano”. Además, Fernández Vigil ahondó en el carácter interdisciplinario que caracteriza a su especialidad: “El anestesiólogo tiene que manejar fármacos, tiene que saber de cardiología, de terapia intensiva, de neumonología, etc. Hacemos el manejo de los pacientes a través de todas estas especialidades y debemos proteger las funciones y órganos vitales de todo el organismo, que se encuentran bajo anestesia y bajo cirugía”.
Fernández Vigil presentó luego algunos datos que dejaron en claro el nivel de seguridad que ha alcanzado la anestesiología. Si en 1990 se practicaban en nuestro país 2.200.000 anestesias por año, hoy en día ese número ha ascendido a 5 millones. Las causas de este crecimiento, señaló Fernández Vigil, son el aumento de la aplicación de anestesias regionales, la administración creciente de anestesia obstétrica y el aumento de la edad media de la población. Para evidenciar el nivel de seguridad de la anestesia, Fernández Vigil comentó que “en los 60, los problemas graves por anestesia eran de 1 caso cada 10 mil anestesiados. Hoy es de 1 caso cada 250 mil anestesias. El índice de seguridad aumentó 25 veces. Es mayor la posibilidad de morir en un accidente de auto que en una anestesia. Sin embargo, la gente piensa que la anestesia es muy riesgosa, sobre todo por desconocimiento”.
No obstante, en el contexto de nuestro sistema de salud, señaló Fernández Vigil, esta cifra puede modificarse. “Creo no equivocarme cuando digo que el 50% de los quirófanos de Capital y Gran Buenos Aires no deberían estar habilitados para tratar pacientes. Por eso esa cifra de 1 caso en 250 mil sube abruptamente. Pero, ¿de quién es la responsabilidad?”, cuestionó el doctor. En este sentido, sintetizó Fernández Vigil, resulta muy importante tener en cuenta el contexto de operación a la hora de juzgar en un litigio: “En parte, cuando hay un caso de mala praxis, es responsabilidad nuestra, pero también hay que tener en cuenta el contexto en que se dio el caso; se juzga de la misma manera a quien está en el mejor sanatorio con el mejor equipamiento que a quien está en un quirófano que no tiene absolutamente nada”.

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