martes, 18 de enero de 2011

La necesaria educación de los usuarios en tiempos de crisis - DiarioMedico.com

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ESPAÑA
tribuna. manuel molina serrano
La necesaria educación de los usuarios en tiempos de crisis

Al margen de los recortes retributivos y de las medidas de contención aprobadas en las regiones, el contexto de crisis exige que el ciudadano sea consciente del coste que tiene la sanidad y de la necesidad de hacer un uso racional de los recursos. Pero esa labor de concienciación llega tarde.



Manuel Molina Serrano. Presidente del Sindicato Médico de Córdoba - Martes, 18 de Enero de 2011 - Actualizado a las 00:00h.


Estamos leyendo, viendo y escuchando últimamente diversas informaciones sobre el mal uso que hacen los españoles de los servicios hospitalarios de urgencias, a la vez que el Gobierno ha iniciado una campaña en los medios audiovisuales sobre el mismo tema, con anuncios que piden que se evite acudir a los hospitales, y se acuda más a las urgencias de los centros de salud.

Casi 30 años llevamos inmersos en la eterna reforma de la sanidad nacional (y, más concretamente, de la andaluza), y en la interminable reforma de la atención primaria. En esas tres décadas han sucedido muchas cosas y se han producido muchas mejoras en nuestra sociedad y, por supuesto, en nuestro sistema sanitario.

* Sin educar previamente, sin aportar una formación sanitaria desde la infancia, difícilmente se puede conseguir que se racionalice el uso de los medicamentos o la asistencia a las urgencias

Han sido 30 años marcados, lógicamente, por las necesidades del usuario -posteriormente, el ciudadan@, que queda más progre- como eje y punto central del sistema: empapelando los hospitales y centros de salud con grandes cartelones, recordando todos sus derechos y minimizando los escasos deberes; 30 años en los que la sanidad ha sido utilizada por los políticos como arma y escaparate electoral, para la "compra y fidelización" del voto, con ofertas de todo tipo, sin importar los medios físicos, pero sobre todo humanos, con los que contaban; 30 años en los que la definición de lo que se consideraba una urgencia aún debe sonrojar a Ángel Garijo (director entonces del Plan Andaluz de Urgencias y Emergencias), de quien escuché que "urgencia es todo aquello que considere el usuario o quien lo acompañe", y ratificó que la opinión del sanitario no contaba; 30 años en los que la opinión del profesional sanitario apenas ha sido escuchada por los altos cargos de la administración andaluza; 30 años en los que muchos medicamentos considerados de nula efectividad, y no protegidos por el resto de comunidades, aquí, y a pesar de la crisis, siguen subvencionados; 30 años creando, nombrando y cesando cargos intermedios mediante decretos poco claros, y que, con el tiempo, los jueces están tumbando; 30 años de pérdidas del poder adquisitivo de los facultativos andaluces (superiores al 40 por ciento en algunos casos), con la consiguiente huida de un gran número de profesionales a otras comunidades y países; 30 años implantando y cambiando programas informáticos, para el control del gasto y el estudio estadístico del Servicio Andaluz de Salud (SAS), que, a la larga, parece ser lo único que importa a los políticos de hoy; 30 años con un aumento importante de las plantillas de médicos, pero siempre inversamente proporcional a la cartera de servicios y a las necesidades del sistema; 30 años de guerras fratricidas entre comunidades autónomas para ver cuál ofertaba más y a cuánta gente, y cuál era la pionera en el país en implantar tal o cual medida; 30 años, en fin, en los que, sobre todo, ha fallado un pilar fundamental en la reforma sanitaria: la educación sanitaria o, como se debe decir hoy en día, la educación para la salud.

Aquí reside el problema de las dificultades que se va a encontrar la Administración en su campaña sobre los servicios de urgencias y en su intento de concienciar al ciudadano sobre el coste de sus estancias hospitalarias, las llamadas facturas sombra.

De la noche a la mañana
Las administraciones han estado tres décadas ofertando y dándole siempre la razón al usuario del sistema sanitario, promoviendo y vendiendo como un gran logro social cualquier avance o progreso más o menos sanitario, pero nunca se le ha informado ni educado sobre cómo usar racionalmente esos recursos que se han puesto a su alcance, y ahora, de la noche a la mañana, quieren darle la vuelta a la tortilla, limitarles el acceso a ese sistema, y explicarles lo que cuesta cualquier intervención quirúrgica.

* Llevamos 30 años en los que la Sanidad ha sido utilizada por los políticos como escaparate electoral para la "compra y fidelización" del voto con ofertas de todo tipo, sin importar los medios

Sin educar previamente a la ciudadanía, sin aportar una formación sanitaria desde la infancia, difícilmente se puede conseguir que se racionalice el uso de medicamentos o la asistencia a las urgencias. Los ciudadanos no son conscientes del coste ni del mantenimiento de la sanidad, y ahora no se puede hacer sin educarlos previamente. La universalidad de nuestro sistema sanitario es de alabar y para estar orgulloso, pero la crisis actual está sacando a relucir los fallos que ha tenido su implantación.

Ahora dudamos de si es lógica la gratuidad total y universal a la que todos tenemos derecho; de los gastos que nos ocasiona el llamado turismo sanitario, o la gran cantidad de inmigrantes que nunca han trabajado, o el coste cero de medicamentos, independiente del salario o la pensión del usuario; de la idoneidad de colocar prótesis a cualquier edad o ante cualquier patología; del uso indiscriminado de tiras reactivas para la determinación de glucemias, o de las necesidades reales de pañales...

Tras 30 años "educando" a los ciudadanos y ciudadanas sobre el uso y el abuso de la sanidad andaluza, ahora se quiere cambiar el chip, sin haber realizado una verdadera educación sanitaria, que tiempo se ha tenido para ello, pero, lógicamente, no le interesaba a nadie, y menos a los políticos que nos han gobernado, ya que la ubre de la vaca daba para todos. Ahora esta teta se ha secado, y como son los mismos quienes quieren seguir cogiendo lo que gotea, deben ser otros los que sufran esta sequía.

Se decide tomar unas medidas sobre unos ciudadanos acostumbrados a obtener cualquier servicio, en cualquier lugar y a cualquier hora, sin que nadie les haya llamado la atención lo más mínimo sobre la necesidad de freno y autocontrol.Todo lo contrario. Se ha incitado a los usuarios del sistema al hiperconsumo y a la hiperdemanda sanitaria como medio para obtener el voto electoral. Y ahora quieren que cambie la postura del ciudadano de manera casi radical. Lo veo muy difícil, por no decir imposible. El daño ya está hecho, y cambiar la mentalidad sanitaria de la población obliga a educar previamente... también a los políticos.

Como dicen en mi pueblo, ¡a buenas horas mangas verdes!
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