miércoles, 8 de agosto de 2012

'No sirvo para quedarme sentada en el sofá' | Noticias | elmundo.es

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MÉDICOS DEL MUNDO | Ana García de Francisco

'No sirvo para quedarme sentada en el sofá'

Ana García de Francisco en Matola, Mozambique (segunda por la der.) | Médicos del MundoAna García de Francisco en Matola, Mozambique (segunda por la der.) | Médicos del Mundo
En el juramento hipocrático se recoge aquéllo de que 'la salud y la vida del enfermo serán las primeras preocupaciones' de un médico. Y si todos los facultativos buscan cumplirlo a rajatabla, hay algunos que dan un pasito más allá y deciden que esta afirmación, además, no tiene fronteras.

Éste es el caso de Ana García de Francisco, madrileña de 39 años y médico de Familia que, ni corta ni perezosa, lleva los últimos seis años viajando a los países más desfavorecidos con la intención de poner su 'granito de arena'. "Creo que se puede ayudar de millones de formas, pero yo no sirvo para quedarme sentada en el sofá, necesito verlo de primera mano y actuar", comenta.

Por ello, Ana compagina su trabajo en el equipo de Atención Primaria del centro de salud Isla de Oza (Madrid) con su labor como cooperante. "Lo bueno de todo esto es que el Estado tiene un gesto con los médicos cooperantes, por lo que me guardan mi mismo puesto en el centro cuando tengo que marcharme de viaje", explica.

Mozambique, Sierra Leona y Haití

"Yo ya era voluntaria cuando estaba en la facultad de Medicina, es algo que me ha gustado toda mi vida y sabía que tarde o temprano trabajaría de forma más seria con alguna ONG", recuerda. Pero no la llegó la oportunidad de trabajar en Médicos del Mundo hasta que "en un hospital en el que estuve trabajando, una enfermera me habló de la labor que hacían cuando la llamaron para acudir al tsunami de Indonesia", relata. "Así, habló a sus jefes de mí y éstos estuvieron estudiando mi perfil para ver si encajaba... y al final me cogieron".

Así, en su 'currículum solidario', Ana recuerda con especial cariño su primera 'misión internacional'. "Fue en Mozambique. En principio iba para seis meses, pero al final me quedé cerca de dos años porque el trabajo era apasionante y cuando consigues aclimatarte al país y hacerte entender ya se han pasado esos primeros meses", indica.

"El programa que fuimos a desarrollar allí era de prevención contra el VIH. Estamos hablando de un país donde el 20% de la población está infectada por este virus. Hay que pensar que mientras que en occidente los primeros antirretrovirales aparecieron sobre 1997, en Mozambique llegaron diez años después", explica.

Pero no sólo tuvo que luchar contra la infección. "El mayor problema es que implementar los fármacos y el seguimiento del tratamiento no es nada fácil", asegura. "Mi ONG no actúa nunca en solitario, sino que siempre cuenta y colabora con las iniciativas locales. Aquí trabajamos junto a las autoridades sanitarias, pero hay que darse cuenta que hay poblaciones que se encuentran muy lejos de los centros médicos y no pueden llegar lo que les impide seguir un tratamiento". Por otra parte, Ana subraya "el estigma cultural que tiene el VIH en estos países. Muchos lo asocian con el mal de ojo, no como una enfermedad, lo que hace que no crean en los fármacos", cuenta.

Tras este tiempo por tierras africanas, Ana decidió volver a España y "coger fuerzas" durante unos meses antes de volver a embarcarse en la cooperación. "Es importante coger perspectiva entre uno y otro viaje, no es que te termines de acostumbrar a la pobreza, pero necesitas a los tuyos y a tu mundo. Tras este intervalo, ya estaba con fuerzas para ir a Sierra Leona".

De este país del África occidental, Ana destaca su "capacidad de superación constante". En Sierra Leona esta médico tuvo un trabajo de representación y coordinación de MDM. "La idea era mejorar las estructuras sanitarias, la formación de sus profesionales, el saneamiento de las aguas y los planes de salud sexual", explica.

Dos experiencias en países africanos que no tuvieron nada que ver con su última incursión humanitaria: Haití. "Aquello era nefasto. En África los recursos eran limitados, pero aquí se trata del país más pobre de Latinoamérica devastado tras un terremoto. Para los médicos que estábamos allí, el verdadero problema se llamaba cólera y, a pesar de los esfuerzos, no se puedo evitar la epidemia. No había ningún tipo de infraestructura, nadie a quien acudir para pedir algo o que te formalizaran algún servicio, por lo que se puede resaltar la coordinación entre las ONG que estábamos allí para levantar hospitales de emergencia y primeros auxilios", recuerda.

Actualmente, esta médico no tiene pensado volver a viajar en un tiempo. "Médicos del Mundo también desarrolla planes para España y con la que está cayendo es importante ayudar a lo que 'tenemos en casa'", asegura.

'Me siento segura'

Cuando vuelve a España el famoso 'choque' es inevitable que se produzca. "Aquí disfrutamos de comodidades y ves que la gente se molesta y cabrea por cosas secundarias. Es lo que hay, pero en lo básico, en las preocupaciones básicas, uno ve que somos todos iguales: tener trabajo, estar rodeado de tu gente...".

Pero además de la "satisfacción" a la hora de ayudar a los que más lo necesitan, se hace inevitable preguntarla por las últimas noticias que se refieren a médicos voluntarios: los secuestros. "Médicos del Mundo tiene unos protocolos muy estrictos en cuanto a seguridad, por lo que es muy difícil que pasemos por algún riesgo innecesario", indica. "El problema se plantea cuando el objetivo principal es el cooperante, así es difícil... [se queda callada] Pero aunque a veces lo piensas, en realidad nunca he tenido sensación de inseguridad. Me siento segura".

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