martes, 13 de noviembre de 2012

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Un cambio en la programación de los desfibriladores implantables puede salvar vidas

 
13/11/2012 - E.P.

Un estudio anterior encontró que casi la cuarta parte de la terapia que ofrecen estos dispositivos es inadecuada ya que se activan cuando el paciente no está en peligro inmediato

Un sencillo ajuste a los desfibriladores automáticos implantables (CDI) para detectar y corregir ritmos cardíacos peligrosos no sólo reduce drásticamente las estimulaciones innecesarias, sino que también reduce las muertes en un 55 por ciento más que los dispositivos programados de forma tradicional, según los datos de un estudio presentado en la reunión que la Asociación Americana de Cardiología celebra en Los Ángeles (Estados Unidos).

La investigación, dirigida por un equipo del Centro Médico de la Universidad de Rochester, ha mostrado la necesidad de que estos desfibriladores sólo se activen cuando la frecuencia cardiaca se eleve por encima de los 200 latidos por minuto, con lo que se podría reducir el número de las llamadas "terapias inapropiadas" entre un 80 a 90 por ciento.

"Lo que es más importante es que se puede conseguir una reducción de la mortalidad", ha explicado el doctor Arthur Moss, quien dirigió el estudio, ya que "hace que el desfibrilador sea más seguro y salve más vidas".

En la actualidad, la mayoría de los CDI están programados para ayudar al corazón a latir a un ritmo normal cuando la velocidad supera los 170 latidos por minuto. Pero un ritmo cardiaco de 180 o 190 no siempre es peligroso, ya que puede estar asociada con el ejercicio normal.

El inconveniente de esto es que los estímulos que ocasiona se han descrito en muchas ocasiones como una patada en el pecho por lo que, además de ser doloroso, puede causar ansiedad grave.

"Durante 20 años, la programación ha sido muy similar en la mayoría de estos dispositivos y, a pesar de algoritmos muy sofisticados, la capacidad de los dispositivos para separar lo que llamamos trastornos benignos de trastornos del malignos del ritmo no ha sido muy buena", explicó Moss, quien también dirigió estudios anteriores con los CIE que ayudaron a establecer pautas para el uso de los dispositivos y la terapia de resincronización cardiaca.

Este investigador está convencido de que, además de reprogramar estos dispositivos para que arranquen a partir de los 200 latidos por minuto en el futuro, también es necesaria la reprogramación de los dispositivos ya implantados, lo que se puede hacer fácilmente sin la necesidad de procedimientos invasivos.

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