jueves, 20 de julio de 2017

Un estudio de la UOC sostiene que la medicina discrimina a las mujeres

Un estudio de la UOC sostiene que la medicina discrimina a las mujeres

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Un estudio de la UOC sostiene que la medicina discrimina a las mujeres

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Ellas tienen siete veces más posibilidades de ser mal diagnosticadas y dadas de alta incorrectamente que los hombres en caso de infarto.
Las mujeres tardan una media de 15 minutos más que los hombres en detectar que sufren un ataque de corazón. No lo identifican porque no reconocen los síntomas. Mientras los hombres tienen dolores torácicos, ellas sufren molestias estomacales, sudores y dificultad para respirar. "El problema es que la sintomatología femenina es más desconocida por la sociedad porque el modelo utilizado siempre ha sido el masculino", afirma Pilar García-Lorda, directora de los Estudios de Salud de la UOC.
Durante años, la investigación sobre salud femenina se ha centrado en lo que se conoce como "medicina biquini", es decir, que se ha ocupado exclusivamente de las partes del cuerpo que quedan cubiertas por esta prenda de ropa. "Se ha asumido que se podían diagnosticar y tratar ambos sexos del mismo modo aún las evidentes diferencias biológicas. Esto puede costar a las mujeres, en algunos casos, la vida", alerta García-Lorda.
Para el antropólogo de la UOC, David Fornons este desequilibrio también se debe a que se utilizan patrones estándar que ya no son vigentes. "No se ha tenido en cuenta el cambio de estilo de vida que han sufrido las mujeres en los últimos 40 años", afirma.
El ensayo de la viagra femenina hecho en hombres
Según un estudio publicado en la New England Journal of Medicine, ellas tienen siete veces más posibilidades que los hombres de ser mal diagnosticadas y dadas de alta incorrectamente en caso de ataque al corazón. "El origen de esta desigualdad es la falta de representación del sexo femenino en los estudios clínicos y preclínicos. Esto hace que el conocimiento que se genera y del que después los profesionales aprenden en las universidades y que usan en la práctica clínica, presente un claro sesgo de género", advierte García-Lorda. Para el ensayo de la viagra femenina, por ejemplo, se dispuso de 25 sujetos para comprobar su interacción con el alcohol: 23 eran hombres y solo dos eran mujeres.
Los resultados probados en hombres se generalizan y se aplican a las mujeres sin tener en cuenta las diferencias fisiológicas. "Ellas presentan una susceptibilidad diferente para las enfermedades, tienen otras reacciones y respuestas desiguales a los tratamientos médicos, tanto en la efectividad de los medicamentos como en los efectos secundarios", explica García-Lorda.
Más tiempo para ser diagnosticadas
Esta desigualdad se extiende a la práctica asistencial. Según el último informe de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), las mujeres tardan un 13,6% más de tiempo que los hombres en ser derivadas al especialista. "Tienen más posibilidades de que sus síntomas sean subestimados o se atribuyan a factores psicológicos, de modo que no reciban un tratamiento adecuado o que este sea meramente sintomático". El informe, además, confirma que las mujeres tardan más en tener el diagnóstico y que se les receta una cantidad más alta de psicofármacos.
La alta probabilidad que tiene una mujer de no recibir un diagnóstico adecuado, salvo que sus síntomas sean similares a los de los hombres, es lo que se conoce como síndrome de Yentl. Solo entre el 8 y el 10% de las pacientes que sufre un ataque de corazón tiene dolor al pecho, el clásico signo de alerta en hombres. Según el estudio publicado en The New England Journal of Medicine, las mujeres menores de 55 años que no han sufrido dolor al pecho tienen el doble de posibilidades de morir.
Estudios solo testados en hombres
A finales de los años setenta, después de casos graves como el de la talidomida, la agencia reguladora de los fármacos en Estados Unidos, la FDA, recomendó que no se incluyeran mujeres en edad fértil en los estudios. "En la práctica, esto llevó a su total exclusión de los estudios de investigación", advierte García-Lorda. Esta regulación cambió hace veinte años en EE. UU., donde se exige la inclusión de los dos sexos para recibir financiación. En España, se aconseja la representación de las mujeres en los estudios. "Pero, a pesar de ello, la paridad no se ha logrado y ellas siguen infrarrepresentadas", alerta.
Según una encuesta realizada en 2016 por la Women´s Heart Alliance en las facultades de medicina de los EE.UU, las diferencias de género no se contemplan habitualmente en la formación de los médicos. El 60% de los cardiólogos afirmaba no estar bien preparado para evaluar el riesgo de cardiopatías de las mujeres. La falta de conocimiento y sensibilidad de muchos investigadores y profesionales de la salud ayuda a perpetuar esta visión androcéntrica. "Una ciencia que excluya o extrapole a un grupo con características diferenciales que representa más del 50% de la población mundial no puede ser una buena ciencia; no solamente para las mujeres sino tampoco para la sociedad en general, por los costes económicos y sociales que puede suponer", concluye García-Lorda.

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