Sistemas de Emergencias Médicas: de lo ordinario a lo extraordinario
Dr. Gilberto Alonso Fernández
Director Territorial de Barcelona Ciudad. Sistema de Emergencias Médicas de Cataluña. Secretario de la Sociedad Catalana de Medicina de Urgencias y Emergencias
21 Septiembre 2011
Los Sistemas de Emergencias Médicas (SEM) de nuestro entorno, tal y como los conocemos actualmente, empezaron a operar entre la década de los ochenta y principios de los noventa. Aunque heterogéneos en su nombre, concepción, adscripción y modelo territoriales, todos tienen en común la presencia de médicos, enfermeros y técnicos en emergencias médicas en sus unidades móviles; ser regulados por un centro de información y coordinación médica, y formar parte de la respuesta de Protección Civil.
En estos 30 años de historia moderna, los SEM han evolucionado de lo puramente cuantitativo (acceso universal, equidad en la distribución territorial de recursos y tiempos de respuesta adecuados entre otros) a aspectos más cualitativos. De estos aspectos cualitativos, consolidados en la primera década del siglo xxi, destacaría todo lo relacionado con la atención a las patologías dependientes del tiempo (síndrome coronario agudo con elevación del ST, accidente cerebrovascular y atención al paciente con traumatismo grave), la aparición de códigos de activación prehospitalarios y de indicadores más clínicos (tiempo de atención-balón, tiempo de atención-aguja, tiempo de estabilización “in situ”). Esta evolución no hubiese sido posible sin el acercamiento entre los servicios de urgencias hospitalarios y los SEM, alejados en compartimentos estancos en el pasado, y más cercanos y trabajando de forma más integrada en la actualidad. Esta línea de trabajo, que podríamos llamar de atención médica integral de emergencia, es hoy una realidad en la asistencia de algunas patologías y lo será, sin duda, en muchas otras en el futuro. En esta misma línea, es clave la historia actual y la evolución futura de los centros de información y coordinación médica, como ejes integradores de los distintos proveedores de los sistemas de salud.
Actualmente es indiscutible la consolidación de los SEM en la atención a la emergencia médica individual, pero este no es su único rol, aunque sea el más importante en el día a día, en lo ordinario. Durante este tiempo los SEM también han profundizado en la emergencia colectiva, desde los servicios preventivos y especiales al concepto de seguridad integral que implica el conocimiento y la coordinación con el resto de intervinientes de la Protección Civil. Es en este punto donde, en mi opinión, aún le queda camino por recorrer a los SEM: el desarrollo de planes de emergencias específicos, la realización de simulacros conjuntos, el conocimiento de la capacidad logística de los distintos intervinientes, la necesidad de unidades específicas, o la jerarquización y la gestión del mando entre otros, son claves para dar una respuesta integral en situaciones de emergencia colectiva y catástrofe.
No quiero acabar sin decir que la historia y el esfuerzo de muchos profesionales ha demostrado que la medicina de urgencias es un área específica de conocimiento que requiere de una especialidad propia para seguir avanzando. No hay ninguna razón científica para que no sea así.
Finalmente, y en el escenario económico actual, los SEM no sólo habrán de ser eficientes, también tendrán que ser sostenibles, reinventarse, hacer lo mismo o más con menos; lo han hecho en el pasado y también lo harán ahora. Pero no está de más recordar que no conviene adelgazar en exceso lo ordinario si queremos hacer frente a lo extraordinario.
Opinion Editorial - Dr Gilberto Alonso Fernandez - Sistemas de Emergencias Medicas de lo ordinario a lo extraordinario - JANO.es - ELSEVIER
En estos 30 años de historia moderna, los SEM han evolucionado de lo puramente cuantitativo (acceso universal, equidad en la distribución territorial de recursos y tiempos de respuesta adecuados entre otros) a aspectos más cualitativos. De estos aspectos cualitativos, consolidados en la primera década del siglo xxi, destacaría todo lo relacionado con la atención a las patologías dependientes del tiempo (síndrome coronario agudo con elevación del ST, accidente cerebrovascular y atención al paciente con traumatismo grave), la aparición de códigos de activación prehospitalarios y de indicadores más clínicos (tiempo de atención-balón, tiempo de atención-aguja, tiempo de estabilización “in situ”). Esta evolución no hubiese sido posible sin el acercamiento entre los servicios de urgencias hospitalarios y los SEM, alejados en compartimentos estancos en el pasado, y más cercanos y trabajando de forma más integrada en la actualidad. Esta línea de trabajo, que podríamos llamar de atención médica integral de emergencia, es hoy una realidad en la asistencia de algunas patologías y lo será, sin duda, en muchas otras en el futuro. En esta misma línea, es clave la historia actual y la evolución futura de los centros de información y coordinación médica, como ejes integradores de los distintos proveedores de los sistemas de salud.
“En el escenario económico actual, los SEM no sólo habrán de ser eficientes, también tendrán que ser sostenibles, reinventarse, hacer lo mismo o más con menos; lo han hecho en el pasado y también lo harán ahora. Pero no está de más recordar que no conviene adelgazar en exceso lo ordinario si queremos hacer frente a lo extraordinario”.
Actualmente es indiscutible la consolidación de los SEM en la atención a la emergencia médica individual, pero este no es su único rol, aunque sea el más importante en el día a día, en lo ordinario. Durante este tiempo los SEM también han profundizado en la emergencia colectiva, desde los servicios preventivos y especiales al concepto de seguridad integral que implica el conocimiento y la coordinación con el resto de intervinientes de la Protección Civil. Es en este punto donde, en mi opinión, aún le queda camino por recorrer a los SEM: el desarrollo de planes de emergencias específicos, la realización de simulacros conjuntos, el conocimiento de la capacidad logística de los distintos intervinientes, la necesidad de unidades específicas, o la jerarquización y la gestión del mando entre otros, son claves para dar una respuesta integral en situaciones de emergencia colectiva y catástrofe.
No quiero acabar sin decir que la historia y el esfuerzo de muchos profesionales ha demostrado que la medicina de urgencias es un área específica de conocimiento que requiere de una especialidad propia para seguir avanzando. No hay ninguna razón científica para que no sea así.
Finalmente, y en el escenario económico actual, los SEM no sólo habrán de ser eficientes, también tendrán que ser sostenibles, reinventarse, hacer lo mismo o más con menos; lo han hecho en el pasado y también lo harán ahora. Pero no está de más recordar que no conviene adelgazar en exceso lo ordinario si queremos hacer frente a lo extraordinario.
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