jueves, 23 de febrero de 2012

“El Ministerio de Sanidad debe liderar una política de cohesión para preservar los principios de igualdad y equidad” ▲ El Médico Interactivo, Diario Electrónico de la Sanidad

El Médico Interactivo, Diario Electrónico de la Sanidad “El Ministerio de Sanidad debe liderar una política de cohesión para preservar los principios de igualdad y equidad”: - Enviado mediante la barra Google

“El Ministerio de Sanidad debe liderar una política de cohesión para preservar los principios de igualdad y equidad”

Febrero de 2012 - Nekane Lauzirika

La consejera de Sanidad y Servicios Sociales y vicepresidenta del Gobierno de Cantabria ha concedido una entrevista a EL MÉDICO

Durante años, María José Sáenz de Buruaga, abogada de formación, lideró desde la oposición la política sanitaria del Partido Popular (PP) en Cantabria. Por eso, aunque no proceda del mundo sanitario no se considera para nada ajena a este ámbito. De ahí que, tras la vuelta a la presidencia de la Comunidad de los populares, aceptara encantada la propuesta del presidente Ignacio Diego para dirigir la Consejería de Sanidad, con la responsabilidad añadida de los Servicios Sociales. Sáenz de Buruaga se mira en el espejo de Ana Pastor y Ana Mato con quienes ha compartido responsabilidades. "Son mis referentes; dos mujeres con una capacidad de trabajo extraordinaria y con una enorme capacidad de llegar a consensos, organizar equipos y liderarlos; lo que la Sanidad española necesita en estos momentos", subraya. Pero, además, con el objetivo de resaltar la importancia que tiene la Sanidad y ella misma en el Ejecutivo, Diego le ha confiado también la Vicepresidencia del Gobierno. Consciente de la "extrema gravedad" a la que se enfrenta por la "nefasta herencia recibida" de los anteriores gestores y agravada por la crisis, Sáenz de Buruaga se marca como reto hacer sostenible el sistema sanitario cántabro.
Es conocida su trayectoria política. ¿Cómo se ve una abogada al frente de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales?
Muy cómoda (dice sonriente) porque no soy para nada ajena al mundo sanitario. Además, me he encontrado, a lo largo de esta trayectoria en el ámbito sanitario, a muchas personas que piensan que es una virtud, o puede serlo, ya que permite tener una visión mucho menos mediatizada, más global, más cercana a las necesidades del paciente. Hace años que entré en contacto con el sector y con la política sanitaria como portavoz del partido (PP) en esta materia en el grupo parlamentario en tareas de oposición. Creo que conozco bastante bien la realidad sanitaria de mi comunidad autónoma y todo lo que sé lo he aprendido a base de tener un contacto muy directo y de practicar la cercanía, el diálogo y la escucha con los distintos profesionales y estamentos del sector.
Soraya Saénz de Santamaría hablaba recientemente de que el sistema sanitario iba a ser universal, ¿pero realmente también será público y gratuito para todos? ¿Lo cree viable?
No me cabe ninguna duda. Creo que hay debates que inevitablemente se reabren cada cierto tiempo y que tienen mucho que ver con el discurrir económico y la gestión de la política económica que se haga en un país como el nuestro. Yo soy una convencida de que para sostener nuestro estado de bienestar necesitamos dos cosas fundamentales: empleo y buen gobierno. Me han preguntado en multitud de ocasiones cuál es la mejor política sanitaria o cuál es la mejor política social y siempre contesto de la misma manera: aquella política económica que permite generar riqueza, crecimiento económico y empleo que, al fin y al cabo, es el nutriente del que se alimenta nuestro estado de bienestar. Para seguir afirmando que nuestro sistema sanitario es uno de los mejores del mundo y para hacerlo sostenible, que creo que es el reto que tenemos en este momento, además del buen gobierno lo que necesitamos es poner en marcha de una forma decidida y valiente el conjunto de reformas. Y, por supuesto, afrontar uno de los grandes problemas que es esa multimillonaria deuda que en este momento está pendiente y genera nubarrones en el SNS. Habrá que hablar de financiación.
Al parecer su Consejería será de las pocas que no reduzca presupuesto. ¿Cómo lo hará su Gobierno?
Efectivamente. Los presupuestos, además, de un documento contable que permite llevar a cabo la política del Gobierno, sirven para reflejar las prioridades. Y viendo el presupuesto del Gobierno de Cantabria estamos ante los presupuestos más sociales de la historia de estos 8 últimos años de la comunidad autónoma donde se persiguen los dos grandes objetivos: el blindaje del estado del bienestar y la generación de empleo, que van de la mano. El PP llegó al Gobierno con el compromiso de devolver a la Sanidad pública regional esa condición de prioridad política que un día tuvo en esta CC.AA. y que en los últimos 8 años ha perdido. Siendo conscientes de que es la máxima prioridad de los ciudadanos, debe ser también la prioridad de este Gobierno y eso se refleja en el presupuesto. Somos de las pocas CC.AA. donde el presupuesto de Sanidad global se incrementa un 3,8 por ciento; el SCS que es el grueso, un 4 por ciento. Esto es importante si tenemos en cuenta que el peso específico de la Sanidad dentro del presupuesto autonómico ha pasado de poco más del 30 por ciento al 34 por ciento. Nuestro sistema ha venido padeciendo en los últimos años un sistema de infrafinanciación regional. Ahora volvemos a dejar claro que es una prioridad de los ciudadanos y, por supuesto, del Gobierno de Cantabria.
A los pocos meses de su llegada a la Consejería, ¿cómo ve la situación?
Es de dificultad extrema, crítica e insostenible en el tiempo. Una situación basada en la falta de financiación, en una infrafinanciación, así como en una falta de gestión y de reivindicación frente al Estado que es lo que ha caracterizado los ocho años del anterior Gobierno. Todo esto se ha visto agravado por la crisis que nos ha venido.
¿Considera consolidada la transferencia de la Sanidad a las comunidades autónomas?
Soy una firme defensora de la transferencia sanitaria a las CC.AA. Creo que ha sido muy positivo y pienso que consigue algo tan importante como acercar la toma de decisiones y la gestión a las necesidades de nuestros ciudadanos. Otra cosa es si ese proceso ha sido bien administrado en cada una de las comunidades. En el caso de Cantabria tengo que decir que la herencia que el Gobierno del Partido Popular dejó al abandonar el Gobierno en 2003 fue muy distinta a la que recibimos hoy.
¿Tan mala es la herencia que han recibido del Gobierno socialista-regionalista?
Es nefasta. Nosotros dejamos al ejecutivo saliente una herencia extraordinaria. En un momento complejo como fue el de las transferencias sanitarias que tuvo que hacer un gobierno del PP, conseguimos que fueran las mejor financiadas de toda España. Luego dejamos firmado algo fundamental para nuestra subsistencia: el convenio de financiación íntegro por parte del Estado del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. En 2002, estábamos hablando de 206 millones de euros. Dejamos toda la arquitectura normativa y toda la estructura para funcionar perfectamente. Y dejamos algo muy importante: el acuerdo con todas las organizaciones sindicales en la mesa sectorial de personal sanitario para la mejora y modernización del sistema en los siguientes años. Lo cierto es que el anterior ejecutivo dilapidó la herencia recibida y no supo administrarla. Y para muchos, se perdió una posibilidad de consolidar el sistema recién transferido. Hemos perdido la condición de referencia nacional en muchos aspectos. Se ha producido una descapitalización y un deterioro de la calidad asistencial importante. Lo dicen indicadores objetivos. Hemos pasado de ser en 2003, los número uno, en financiación por renta per cápita o por habitante, a ocupar el undécimo puesto hoy. Esto ha sucedido después de 8 años de Gobierno socialista y regionalista.
Desde el punto de vista financiero, ¿cuál cree que debe ser el camino para conseguir un sistema sostenible?
Ahora mismo el sistema tiene tres grandes males financieros: las insuficiencias presupuestarias, que ya hemos cuantificado en torno a los 70 millones de euros, que hemos tenido que hacer frente para terminar el ejercicio en el 2011. No ha sido sencillo, pero todas las consejerías del Gobierno se han apretado el cinturón. Tenemos un grave problema que resolver que no es único de Cantabria, pero sí especialmente preocupante: la deuda que tenemos adquirida por suministro de medicamentos y productos sanitarios. Concretamente, es la situación de endeudamiento derivada sobre todo del suministro de medicamentos y productos sanitarios, que se sitúa en los 255 millones de euros. Otro reto decisivo es lograr que el Gobierno del Estado cumpla con la financiación íntegra del Plan Director de Valdecilla del que tenemos pendiente 194 millones de euros. Entre unas y otras cosas hemos heredado una deuda sanitaria que ronda los 600 millones de euros.
¿Y desde el punto de vista asistencial, las listas de espera son su principal preocupación?
Sin duda, sobre todo las demoras en la Atención Especializada en donde tenemos el doloroso privilegio de encabezar el ranking nacional de listas de espera. Hoy no se encuentra en el SNS un ciudadano que espere más que un cántabro para ser intervenido quirúrgicamente.
Las demoras son consustanciales a los sistemas sanitarios. ¿Cuál será su estrategia para reducirlas?
Lo que hay que aspirar es a situar las demoras en unos plazos social, clínica y personalmente aceptables que pueden ser los tiempos medios del SNS. A 30 de junio cerramos con 10.380 pacientes en lista de espera quirúrgica, lo que supone doblar las que existen en el SNS. Cerramos con una espera media de 144 días frente a los 60-61. Además, existe un 10 por ciento de pacientes que esperan en Cantabria más de un año para ser intervenidos Hay que aspirar a dar unos tiempos razonables. Hoy estamos extraordinariamente lejos de esos tiempos; también aspiro a que haya criterios de priorización. Uno de nuestros retos más importantes de legislatura será la puesta en marcha de un plan integral para la reducción de listas de espera que llevábamos, con poco éxito, demandando del Gobierno anterior durante 8 años.
¿En qué momento se encuentra este Plan Integral?
Estamos trabajando en la elaboración del documento, en la propuesta técnica. Esperamos tenerlo para marzo. Además, lo vamos a someter a participación y consenso con el sector, sindicatos, colegios profesionales, porque creemos que es importante para que sea asumido y efectivo. En esencia se trata de sustituir la improvisación por la planificación, los parches por las medidas estructurales, medidas organizativas y gestión respaldadas por presupuesto. Y buscando la alianza con los profesionales para mejorar la situación porque creemos que hay margen y lo vamos a conseguir.
A pesar de las penurias económicas, usted se muestra contraria al copago. ¿Por qué?
Creo que el copago -en cualquiera de sus modalidades, por el uso de los servicios sanitarios, tanto cuando se habla de ticket moderador o céntimo sanitario- no es la solución para nada. Y, además, estoy convencida de que es profundamente injusto. El ciudadano ya paga a través de sus impuestos; es injusto porque -como dice Ana Pastor- penaliza al paciente, que no elige ponerse enfermo. Los que peor parados saldrían serían los crónicos, los pluripatológicos y los mayores. Creo que las Administraciones estamos obligadas a hacer un esfuerzo de austeridad, eficiencia, y de gestión antes de seguir desplazando más cargas sobre los ciudadanos. Sinceramente pienso que queda más recorrido en la gestión; lo que hay que hacer es una mejor gestión de los recursos disponibles.
¿Cree que conseguirán los amplios consensos necesarios para la sostenibilidad del sistema sanitario?
En España tenemos mucha tarea por delante. Es una labor dura. Hay que hacer ver al ciudadano que el objetivo marcado de sostenibilidad del sistema es para preservar precisamente el sistema. Hay que hacérselo ver promoviendo el uso responsable de los recursos sanitarios, pero lo primero es tomar conciencia. Es el momento de que la ciudadanía se dé cuenta de que el sistema es gratuito, pero no gratis. Deben saber que su calidad -reconocida como un derecho en nuestra legislación- tiene un alto coste y es financiada con cargo a los presupuestos. En este objetivo de concienciación debemos de implicar no sólo a los ciudadanos, sino también a los gestores, profesionales, a los agentes económicos y sociales, a la industria. Hay que sumar esfuerzos en esa dirección. Hay que ser capaces de construir un gran consenso para salvar este momento complicado la sostenibilidad financiera del sistema. En Cantabria, además tenemos que reconstruir los acuerdos para ofrecer confianza a los profesionales del sector. Han sido años muy duros donde se ha practicado una política de RR.HH. de confrontación más que de pacto y de alianza. Creo que esa forma de relación y de trabajo hay que reconstruirla. Para nosotros, el profesional sanitario es el motor del sistema, es la mejor manera de tener ciudadanos satisfechos y confiados con el sistema.
Diecisiete comunidades y diecisiete sistemas sanitarios. La potenciación del Consejo Interterritorial puede ser la vía para evitar desigualdades...
El hecho de que la gestión de la Sanidad esté transferida a las CC.AA. no puede conllevar un peligro de desvertebración, que es algo que algunos hemos venido observando últimamente. Tampoco tiene que fomentar esa competición desenfrenada que se traduce en desigualdades de los ciudadanos dependiendo en el lugar donde se viva. Y mucho menos derivar en el establecimiento de fronteras sanitarias como hemos visto en los últimos meses. Para que esto no ocurra es fundamental el liderazgo del Ministerio de Sanidad con determinación y valentía a la hora de tomar las decisiones y que ejerza las funciones y las competencias que tiene encomendadas. Sanidad debe liderar una verdadera política de cohesión y de pactos que sirva para preservar los principios de igualdad, equidad y cohesión. En este sentido, el Consejo Interterritorial tiene que desempeñar ese papel que tiene atribuido: generar grandes consensos. He tenido la oportunidad de asistir a uno y me dio la impresión de que sólo servía de coartada de una serie de medidas ya adoptadas, para hacerse una foto. No hubo debate; el guión venía escrito de antemano. Esto tiene que cambiar y no me cabe duda de que eso va a cambiar con el relevo del Gobierno de la nación y el Ministerio de Sanidad.
Las fronteras sanitarias intercomunitarias han sido noticia las últimas semanas. Por ejemplo confrontación La Rioja con Euskadi, ¿puede generarse un efecto dominó?
Lo que no podemos es ayudar a que esto se expanda. Cuando uno lamenta por una frontera sanitaria, no puede hacer lo mismo. Tenemos que ser capaces de reconducir las situaciones que hemos vivido recientemente. Se están produciendo tensiones y es lógico, entre otras cosas, porque ha habido una falta de liderazgo que está conduciendo en una desvertebración en subsistemas sobre todo porque es un momento duro por tensiones financieras. Lo que tiene que imperar son las relaciones de cooperación leal entre instituciones y sistemas. Eso es eficiencia y beneficio para el paciente. Nosotros tenemos un tema de colaboración con el País Vasco con quien queremos promover y alcanzar un acuerdo en materia de asistencia y también con Castilla y León. Hay que potenciar la colaboración y el consenso.
Los profesionales son el eje de la Sanidad. ¿Cuál será su peso en el logro de la deseada eficiencia?
El diálogo y la escucha son los instrumentos básicos de funcionamiento de una Consejería y esta consejera ha llegado para hacer equipo con los profesionales. Lo he defendido siempre, creo que son aliados imprescindibles porque son los que mejor conocen las necesidades del sistema y sus decisiones son la clave de la ansiada eficiencia. Cualquier reforma estructural y de calado que tenemos que acometer en estos momentos es inviable sin ellos. Los trabajadores y organizaciones sindicales del sector sanitario son conscientes de la situación crítica que se vive. Saben que hay que sumar esfuerzos, tienen la mejor predisposición para hacerlo, a pesar de los últimos recortes que han venido padeciendo. En estos meses he tenido dos mesas sectoriales y observo responsabilidad, altura de mira y compromisos. Y han dado sus frutos.
¿Cuáles?
Cuatro importantes acuerdos: selección de contratación temporal, gerencia única en AP, acuerdo de OPE, y limitada al 10 por ciento. En Cantabria ha habido una OPE en ocho años. Acabamos de llegar nosotros y habrá OPE en 2011 que si podemos acumularemos en 2012 y las ejecutaremos conjuntamente a mediados de 2012. Se ha sellado con un clima de consenso que hace muchos años que no existía. Eso ha sido un balón de oxígeno que se necesitaba, sobre todo, en un momento complicado pero importante para la sociedad de Cantabria. Creo que hemos llegado a ese entendimiento. Les he pedido la corresponsabilidad y una alianza para hacer sostenible el sistema. Y ser capaces de mantener los servicios que tenemos en condiciones de cantidad, calidad y accesibilidad. Porque esta consejera se ha comprometido a evitar recortes, cierres, privatizaciones o amortizaciones que descapitalicen el sistema y lo hemos cumplido. Hemos evitado muchos recortes que estaban programados por el anterior ejecutivo; se han frenado en seco. Hay un clima de confianza en Sanidad propiciado para trabajar.
Con la crisis económica existe riesgo cierto de que buenos médicos se sientan atraídos por mejores ofertas en otros países. ¿Cómo seguir haciendo atractiva la profesión aquí?
Efectivamente en esta línea se encuentra la vuelta a la colegiación obligatoria de los médicos en Cantabria que había sido eliminada por el Gobierno anterior. Fue un compromiso adquirido y lo hemos restablecido nada más asumir la cartera de Sanidad. Obedece a una convicción profunda y arraigada de que la colegiación es una garantía de seguridad, de buena práctica que protege a los ciudadanos y al sistema. Sobre la fuga de médicos, ese es otro de los grandes problemas que tenemos que afrontar en la comunidad. En este sentido, la herencia recibida es nula. Está todo por hacer. Es como si el reloj se hubiera parado hace ocho años. Ha habido una falta de diagnóstico. Ha existido una inacción y falta de gestión también en política de RR.HH. Un mal del Sistema Nacional de Salud (SNS) es la precariedad en planificación. No tenemos un registro de médicos en Cantabria. No sabemos los facultativos de los que disponemos, qué edades tienen, si existe problema generacional... Saber estos datos es importante para el Servicio Cántabro de Salud, sobre todo cuando contamos con un hospital de referencia para todo el Estado como es el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla; tenemos que asegurarnos un relevo y una excelencia profesional. En esta línea, hemos empezado a trabajar en ese registro y el adecuado dimensionamiento de nuestras plantillas para mejorar el funcionamiento de determinados servicios y para trabajar de forma global y ordenación de recursos humanos. Es lo que toca.
¿Si dentro cuatro u ocho años le hiciera una entrevista qué le gustaría contar como conseguido en el haber de su mandato?
Me gustaría haber contribuido a mantener un sistema sanitario público, universal, gratuito, solidario, sostenible y de calidad como el que disfrutamos. Y si dentro de 4, 10 ó 20 años eso se mantiene así es que nosotros hemos sabido desempeñar con éxito las reformas encomendadas, y preservar ese sistema sanitario público que es el patrimonio más importante que tenemos los ciudadanos. Pero todo esto partiendo de la base de que el sistema hay que revisarlo cada cierto tiempo para mantenerlo vivo. Para conseguirlo, desde el Estado se necesitan liderazgo y pactos. En Sanidad en los últimos años del Gobierno socialista ha faltado un liderazgo claro; ahora es el momento de acuerdos en el SNS.

No hay comentarios: