BARRERO, ADJUNTO A LA PRESIDENCIA DE ASEBIO
"El modelo cambia, pero de una forma triste"
Conoce el sector biotecnológico como consultor, secretario general de la patronal de empresas, a la que vuelve como adjunto a la dirección, y como jefe de gabinete de la ministra en la extinta cartera de Ciencia. Suficiente experiencia para, en menos de diez años, radiografiar su evolución y sugerir qué camino tomar; a su juicio, el de la colaboración público-privada, valiéndose de atajos en los que la imaginación saque réditos a la crisis.
Muaricio Skrycky | José A. Plaza | 07/02/2012 00:00
Jorge Barrero, adjunto a la presidencia de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio). (Mauricio Skrycky)
Jorge Barrero contempló el boom del sector biotecnológico a principio de siglo y fue secretario general de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio) entre 2005 y 2008. Luego pasó, como jefe de gabinete de Cristina Garmendia, al Ministerio de Ciencia, y ahora ha vuelto a Asebio como adjunto a la presidencia (ver DM del 11-I-2012). Todo un viaje de ida y vuelta; sabe de lo que habla.
Ha contemplado el sector desde ambas orillas, la pública y la privada. ¿Qué conclusiones saca?
-Ahora entiendo mejor la dinámica de la ciencia. Creo que, más que dos, hay tres mundos: el político, el de la administración y el del sector privado; son engranajes distintos que van a ritmos diferentes. El objetivo es llevar a la política prácticas aplicadas en el sector privado, y también aprender de lo público de cara al ámbito privado. Unos pueden aprender mucho de otros.
- Queremos que las administraciones se impliquen en el sector biotecnológico desde la demanda, actuando como compradores
-Es una de las prioridades. El sector de la biotecnología tiene unas características modelo para los demás; la mayoría de biotecnológicas son privadas, pero nacen del entorno público, de universidades y centros de I+D. Este tipo de cooperación está en el ADN de la biotecnología. Es curioso; montar una empresa desde el sector público era casi ilegal hace diez años. Luego pasó a ser antiestético, posteriormente se consideró algo normal y ahora está de moda.
¿Buscará Asebio más contactos con el Gobierno? ¿Con qué objetivos?
-Queremos ofrecer al nuevo Gobierno trabajar juntos para mejorar nuestros retornos en Europa. Los presupuestos para ciencia en España han empezado 2012 con una muy mala noticia, y es posible que no sea la última, pero no vamos a perder un minuto quejándonos de los recortes, porque son una realidad y no se puede perder el tiempo. Sí nos importa que se apliquen de la forma menos dolorosa para el sector de la biotecnología.
Eso es hablar de futuro. ¿Lo ve negro?
-En España tenemos dificultades para entender el concepto de inversión, especialmente a largo plazo, y la política sanitaria es un claro ejemplo. Mientras los análisis de coste-efectividad tengan el sesgo actual no vamos a poder ver la foto global. Cuando, por ejemplo, se estudia el impacto de un medicamento investigado y fabricado en España, aparece un sesgo si no se tienen en cuenta inversiones, generación de empleo, efectos colaterales en la población, etc. Hay ejemplos sencillos: en España el coste de las bajas laborales está disociado de los costes de la asistencia hospitalaria. Estos detalles apenas se analizan.
Además, puede haber hasta 17 decisiones distintas al respecto...
-Las diferencias entre autonomías lo hacen aún más difícil. Pero el Gobierno debe coordinar las políticas autonómicas, porque tiene competencias para ello; debe ejercerlas.
Con respecto a decisiones del Gobierno. Carmen Vela, secretaria de Estado de I+D+i, es del sector y usted la conoce bien. Qué le augura?
-Sabe gestionar una crisis; confiamos en ella y sabemos que tiene un reto muy difícil. Ha recibido un presupuesto disminuido y debe gestionar la escasez; desde Asebio creemos que hay partidas que deben mantenerse a toda costa, como las políticas de apoyo a la creación de empresa, las que eliminan garantías y avales para pymes en la concesión de ayudas (queremos que se puedan solicitar créditos del CDTI con políticas de créditos aceptables) y las políticas de capital riesgo; el instrumento que puso el Ministerio de Ciencia en marcha, el programa Invierte, no está adecuado a las empresas del sector. Esto es una autocrítica.
¿Realmente cree que la clase política confía en la innovación científica?
-Hemos hablado durante años del cambio de modelo productivo, cuando el país crecía con sectores que generaban empleo, pero caracterizados por un escaso valor añadido. En el fondo, el cambio se está dando de una manera triste: se han desinflado tanto los sectores de poco valor añadido que los que sí lo tienen, como la biotecnología, parece que han crecido mucho. Como consecuencia, nuestra economía está más equilibrada, pero es más pequeña: hay que crecer de forma compensada. Antes se medía el apoyo de los políticos a un sector viendo los presupuestos, pero ahora eso no vale; se necesita imaginación porque hay que asumir momentos de austeridad. Hay muchas vías, por ejemplo basadas en la compra pública y en regulaciones estables y predecibles: no todo es el dinero.
Del futuro al pasado. ¿Cómo ha cambiado el sector en los últimos años?
-Mucho. He vuelto a un ámbito en el que se han profesionalizado mucho los directivos; veo mucha madurez en los proyectos y en sus creadores. Ahora las empresas se enfrentan al reto de la comercialización y la compra pública de tecnología innovadora se ha convertido en una prioridad máxima; antes lo era que hubiera fondos para desarrollar proyectos, pero ahora queremos que las administraciones actúen desde la demanda, como compradores; que ayuden a hacer la prueba de concepto de lo que se ha desarrollado en los últimos años. En España tenemos dificultades para entender el concepto de inversión y la política sanitaria es un claro ejemplo de ello
NO OLVIDAR LAS TECNOLOGÍAS SANITARIAS
La sanidad casi siempre ha asomado como el sector más potente de la biotecnología española. Barrero recuerda que la generación de empresas surgida con el cambio de siglo "se enfocó en su mayoría al desarrollo de productos terapéuticos y diagnósticos". El transcurso de los años ha dejado infrarrepresentado el ámbito de las tecnologías sanitarias, "que no ha recibido las debidas oportunidades. Pero en los hospitales hay muchas oportunidades para desarrollar proyectos". Aquí se ve una nueva seña de cambio en el sector: "Hace cinco años hablar de oficinas de transferencia de tecnología en hospitales era residual, y ahora es mucho más común. Anticipo un boom de empresas con participación de hospitales y basadas en tecnologías desarrolladas en este ámbito". Barrero también observa pocas empresas nacidas a partir del Instituto de salud Carlos III: "Si lo comparas con el CSIC, teniendo en cuenta el tamaño de ambas instituciones, se ve que el Carlos III debe progresar; ha arrancado tarde en la generación de spin-off".
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