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La educación en casa aísla y adoctrina
La formación al margen del sistema escolar gana peso en algunos países por razones religiosas y de movilidad laboral. Alemania y España la rechazan por considerarla perjudicial
En España, el Tribunal Constitucional ilegalizó la práctica de la educación en el hogar en una sentencia de 2010. Dos familias de Málaga habían recurrido a él por su deseo de enseñar en casa a sus tres hijos. Finalmente, la máxima instancia judicial del país falló en su contra, al considerar que el derecho a la educación recae en el menor, y no en los padres. Aun así, numerosos padres siguen luchando hoy día en los tribunales, defendiendo lo que consideran su derecho a educar a los niños en casa, por razones muy variadas, que abarcan desde los motivos religiosos a los casos extremos de acoso en las aulas.
Para esos padres hay dos modelos legislativos, en dos extremos, uno positivo y otro negativo. Estados Unidos es el caso que consideran a seguir. En ese país es completamente legal apartar a los niños de las aulas para educarlos en casa. Las leyes varían en cada uno de los 50 Estados de la Unión. En el otro extremo está Alemania, un país que ha ilegalizado y que persigue activa y agresivamente la educación en el hogar. Ambas naciones entraron hace años en un complejo juego judicial que se saldó en febrero de 2010. Entonces, un juez norteamericano de Tennessee le concedió a la familia alemana Romeike el asilo político, por considerar que los padres, Uwe y Hannelore, habían sido sometidos a persecución en su país natal por querer educar en casa a sus cinco hijos.
La Administración de Obama apeló aquella decisión y hoy día los juzgados federales aún no se han pronunciado al respecto. Los Romeike siguen viviendo en EE UU. A aquella familia la representó el abogado Michael Donnelly, que trabaja para la asociación Home School Legal Defense Association, de EE UU, y que desde entonces también ha asesorado a varias familias, algunas españolas. Entre ellas se halla la de Mila González y Rodolfo Sala, de Alicante, que en septiembre vieron cómo un juez desestimaba una demanda contra ellos por educar a su hijo en el hogar. Asegura Donnelly que hay varios casos de familias extranjeras que, como los Romeike, han solicitado asilo a EE UU. “Son decenas”, comenta. “El modelo americano es un buen modelo, en el sentido en el que en todos los Estados es legal educar en el hogar y así se respeta un derecho básico”, explica.
“Es cierto que en España hay una sentencia del Constitucional, pero no hay ninguna ley que explícitamente rechace la educación en el hogar”, asegura Donnelly. “Nos gustaría que España cumpla con la legislación internacional, ya que ha suscrito la Convención Europea de los Derechos Humanos y, por ello, debería respetar la libertad de los padres para decidir cómo quieren educar a sus hijos. Esos derechos deberían ser amparados por el Congreso español, que debería ser líder en ese movimiento en Europa”. Y añade: “La Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, en su artículo 26, parte tres, asegura que los padres tienen el derecho prioritario para decidir qué educación recibirán sus hijos”.
Es cierto que EE UU es una meca para el movimiento mundial de la educación en el hogar, por su permisividad. Hay allí aproximadamente dos millones de niños y adolescentes, en edad escolar, educados en el hogar por sus progenitores. El último informe del Gobierno habla de 1,5 millones, pero es una cifra que corresponde a 2007 y en el último lustro ha aumentado en, al menos, medio millón, según los analistas. La ley permite a las familias hacerlo, en la mayoría de instancias sin tener que aducir razón alguna para ello. La gran mayoría de los padres lo hace por motivos religiosos, para inculcarles a sus hijos ideas como el creacionismo.
“Los principios morales que les hemos enseñado a nuestros hijos provienen de los testamentos, y los temarios de asignaturas como ciencia, los basamos en la Biblia”, explica Yvonne Bun, de 64 años, que forma en casa a tres de sus cinco hijos y que ahora trabaja en la Asociación de Educadores en el Hogar de Virginia. “Y no solo enseñamos lo que dice la Biblia. Empleamos la Biblia como una base moral, de la que extraemos los principios de la educación, tanto del Viejo como del Nuevo Testamento. Y eso afecta a asignaturas como la ciencia o como la literatura clásica”.
En EE UU, el de los motivos religiosos es el caso más común. Según el estudio de 2007 del Departamento de Educación, mencionado previamente, hay tres razones principales por las que los padres educan a sus hijos en casa. La primera, elegida por el 36% de encuestados, es precisamente “proveerles de instrucción moral o religiosa”. La segunda, por la que opta el 21%, es “preocupación por el entorno escolar”. Y, finalmente, un 17% lo hace por “insatisfacción con la instrucción académica y sus métodos de escolarización”. Normalmente, esos padres son evangélicos, pero también hay baptistas y católicos que no escolarizan a sus niños.
La escuela ha sido, históricamente, un lugar idóneo para que los niños vivan la diversidad y la tolerancia. Así opina la profesora de derecho de la Universidad George Washington Catherine J. Ross, que se granjeó numerosas críticas del movimiento de educación en el hogar por un artículo publicado en 2010, titulado Desafíos fundamentalistas a los valores fundamentales democráticos: retirada y educación en el hogar. Ross decía en aquel texto que “cuando los hijos de padres que tienen creencias fundamentalistas acuden a la escuela pública, existe la esperanza de que aprendan las normas cívicas que conforman el corazón de la Primera Enmienda [de la Constitución, la que protege la libertad de expresión]”.
“Desgraciadamente, esa es una de las principales razones por las que esos padres les retiran de la escuela. Si los niños escuchan el mensaje de tolerancia en la escuela, pueden estar en desacuerdo con el profesor, pueden tener discusiones sobre ello en la cafetería”, asegura en el artículo. Así se fomenta la independencia de pensamiento y el respeto a la diversidad, “fundamental en democracia”, explica la profesora Ross en una entrevista telefónica. “Lo que les suele molestar a esas personas que defienden la educación en el hogar es que los niños pueden quedar expuestos a ideas nuevas y diferentes”.
En EE UU, se han dado casos extremos de maltrato, propiciados por la incapacidad del Gobierno de supervisar los métodos a los que recurrían los padres en casa. En 1994, el pastor evangélico de Tennessee Michael Pearl, que tiene cinco hijos, publicó un libro titulado Cómo educar a tu hijo, del que salieron 670.000 copias. En él, Pearl aconseja directamente emplear el castigo físico, incluido el azote con fusta, para disciplinar a los pequeños.
Los duros métodos de quienes han seguido las enseñanzas de ese libro han acabado teniendo consecuencias trágicas. En mayo del año pasado murió en el Estado de Washington Hana Williams, de 11 años, y sus padres fueron llevados a juicio por los maltratos infligidos contra ella. La niña fue encontrada en el patio de su casa, desnuda, congelada y desnutrida. Lo mismo sucedió en California en 2010, en el caso de la pequeña Lydia Schwartz, de siete años, a la que sus padres dieron una brutal paliza. Ambos están en prisión por ello.
Las regulaciones gubernamentales em EE UU respecto a este método educativo son muy variadas. Normalmente, los Estados no exigen un temario concreto a los padres. Algunos, como Washington, obligan cada año a los niños a que se sometan a una evaluación con un profesor independiente. Por lo general las regulaciones son muy laxas.
La escolarización en el hogar es, sin embargo, una tendencia creciente en EE UU. Y no solo por la vía religiosa. Hay familias, más minoritarias, que educan a sus hijos en casa porque estos padecen trastornos físicos o psicológicos. Hay quienes lo hacen porque el trabajo de los padres implica constantes mudanzas, como sucede en el Ejército. Otros optan por ello para evitar el acoso escolar, dicen. Esas familias piden que no se las califique como fundamentalistas religiosas. Krista Cole, residente de Virginia de 40 años, asegura que tiene razones de peso. Educa en casa a dos niñas de tres y seis años. La mayor, Ellie, padece síndrome de Asperger, un trastorno autístico. “Educarla en casa me ahorra muchas dificultades. No tengo que estar pendiente de los profesores y terapeutas respecto a su proceso de aprendizaje”, explica. Ellie tiene dificultades para responder a órdenes habladas. “Tenerla en casa, además, significa que no la acosan en clase. Otros padres, en la misma situación, me cuentan que sus niños, de solo siete años, sufren el acoso de los demás por ser distintos. Aquí Ellie está protegida”, añade.
El de la educación en el hogar es un método, además, que requiere que uno de los dos padres se dedique de lleno a los niños. Según un estudio de 2009 del Instituto Nacional para la Investigación de la Educación en el Hogar, lo hacen sobre todo las madres. Un 81% de las mujeres que escolarizan a sus hijos en casa no trabaja fuera del hogar. Ese informe revela además que esas familias son, normalmente, numerosas. Un 68,1% tiene tres o más niños. Y un 91,7% es de raza blanca.
Para evitar el aislamiento de sus hijos, muchos padres buscan en Internet grupos de familias que también eduquen en casa. Bahar Picariello, residente de Virginia de 29 años, que educa a dos niños en casa, coordina el grupo de las localidades de Sterling y Ashburn, que cuenta con 70 miembros. “Nosotros mismos, como grupo, organizamos encuentros sociales para que los niños se relacionen entre ellos. Los llevamos al parque, u organizamos talleres. No están aislados”, explica.
Internet le sirve a Bahar, también, para encontrar temarios y actividades adecuadas para los niños. “Nos conectamos y compartimos ideas de enseñanza, experiencias y demás consejos”, explica. “Esto no consiste en llevar el sistema escolar a casa. Nos permite ser más flexibles en horarios y en otros asuntos, diseñar las materias de acuerdo con las necesidades de los niños, reforzar sus puntos débiles”.
Algunos de los detractores de ese método suelen criticar, sin embargo, que educar a los niños en casa supone privarlos del contacto diario y en solitario con otros niños, parecidos y diferentes, algo que les puede preparar para la vida de adultos.
Jeanne Faulconer, sin embargo, optó por ese método por sus reiteradas mudanzas. “Es la globalización. Los puestos de trabajo se esfuman del país y las familias tienen que mudarse para mantener sus ingresos”, explica. Su familia se ha mudado seis veces, en localidades de tres Estados. En lugar de pasar por seis escuelas diferentes, decidió tomar las riendas de la educación de los niños. “Mis hijos han sido aplicados y han tenido buenas notas cuando han ido a la universidad”, explica Jeanne. “Y han sido muy responsables en los demás aspectos de su vida. Son valores que les hemos inculcado en casa”.
Shay Seaborne, de 51 años, residente de Woodbridge, en Virginia, admite que formó en casa a sus hijas por un motivo principal: “Evitarles la horrible experiencia que yo tuve en la escuela”. Esta pionera en la educación en el hogar rechaza que todo ese movimiento sea conservador. “En realidad nació como algo progresista, como una tendencia de reformistas que pensaron que el sistema escolar era demasiado rígido. Pero en realidad es un movimiento muy vibrante y diverso”, añade. “Posteriormente, hubo un movimiento conservador, ligado a la intentona de instaurar una teocracia cristiana, que controló el debate. Eso existe, está ahí, pero no era parte de la semilla fundacional del movimiento”.
Portugal. Se puede educar en casa sometiendo a los hijos a evaluaciones de la Administración a los cuatro, seis y nueve años.
Francia. También esta permitido, pero en este caso la Administración hace controles cada año.
Italia. El que quiera educar a sus hijos en casa debe demostrar que tiene capacidad técnica y económica para ejercer de profesor e informar cada año a las autoridades.
Reino Unido. La ley deja abierta la puerta, pues dice que los padres deben facilitar la educación de sus hijos a tiempo completo en una escuela “o de otra manera”.
La Administración de Obama apeló aquella decisión y hoy día los juzgados federales aún no se han pronunciado al respecto. Los Romeike siguen viviendo en EE UU. A aquella familia la representó el abogado Michael Donnelly, que trabaja para la asociación Home School Legal Defense Association, de EE UU, y que desde entonces también ha asesorado a varias familias, algunas españolas. Entre ellas se halla la de Mila González y Rodolfo Sala, de Alicante, que en septiembre vieron cómo un juez desestimaba una demanda contra ellos por educar a su hijo en el hogar. Asegura Donnelly que hay varios casos de familias extranjeras que, como los Romeike, han solicitado asilo a EE UU. “Son decenas”, comenta. “El modelo americano es un buen modelo, en el sentido en el que en todos los Estados es legal educar en el hogar y así se respeta un derecho básico”, explica.
“Es cierto que en España hay una sentencia del Constitucional, pero no hay ninguna ley que explícitamente rechace la educación en el hogar”, asegura Donnelly. “Nos gustaría que España cumpla con la legislación internacional, ya que ha suscrito la Convención Europea de los Derechos Humanos y, por ello, debería respetar la libertad de los padres para decidir cómo quieren educar a sus hijos. Esos derechos deberían ser amparados por el Congreso español, que debería ser líder en ese movimiento en Europa”. Y añade: “La Declaración de los Derechos Humanos de la ONU, en su artículo 26, parte tres, asegura que los padres tienen el derecho prioritario para decidir qué educación recibirán sus hijos”.
Es cierto que EE UU es una meca para el movimiento mundial de la educación en el hogar, por su permisividad. Hay allí aproximadamente dos millones de niños y adolescentes, en edad escolar, educados en el hogar por sus progenitores. El último informe del Gobierno habla de 1,5 millones, pero es una cifra que corresponde a 2007 y en el último lustro ha aumentado en, al menos, medio millón, según los analistas. La ley permite a las familias hacerlo, en la mayoría de instancias sin tener que aducir razón alguna para ello. La gran mayoría de los padres lo hace por motivos religiosos, para inculcarles a sus hijos ideas como el creacionismo.
“Los principios morales que les hemos enseñado a nuestros hijos provienen de los testamentos, y los temarios de asignaturas como ciencia, los basamos en la Biblia”, explica Yvonne Bun, de 64 años, que forma en casa a tres de sus cinco hijos y que ahora trabaja en la Asociación de Educadores en el Hogar de Virginia. “Y no solo enseñamos lo que dice la Biblia. Empleamos la Biblia como una base moral, de la que extraemos los principios de la educación, tanto del Viejo como del Nuevo Testamento. Y eso afecta a asignaturas como la ciencia o como la literatura clásica”.
En EE UU, el de los motivos religiosos es el caso más común. Según el estudio de 2007 del Departamento de Educación, mencionado previamente, hay tres razones principales por las que los padres educan a sus hijos en casa. La primera, elegida por el 36% de encuestados, es precisamente “proveerles de instrucción moral o religiosa”. La segunda, por la que opta el 21%, es “preocupación por el entorno escolar”. Y, finalmente, un 17% lo hace por “insatisfacción con la instrucción académica y sus métodos de escolarización”. Normalmente, esos padres son evangélicos, pero también hay baptistas y católicos que no escolarizan a sus niños.
La escuela ha sido, históricamente, un lugar idóneo para que los niños vivan la diversidad y la tolerancia. Así opina la profesora de derecho de la Universidad George Washington Catherine J. Ross, que se granjeó numerosas críticas del movimiento de educación en el hogar por un artículo publicado en 2010, titulado Desafíos fundamentalistas a los valores fundamentales democráticos: retirada y educación en el hogar. Ross decía en aquel texto que “cuando los hijos de padres que tienen creencias fundamentalistas acuden a la escuela pública, existe la esperanza de que aprendan las normas cívicas que conforman el corazón de la Primera Enmienda [de la Constitución, la que protege la libertad de expresión]”.
“Desgraciadamente, esa es una de las principales razones por las que esos padres les retiran de la escuela. Si los niños escuchan el mensaje de tolerancia en la escuela, pueden estar en desacuerdo con el profesor, pueden tener discusiones sobre ello en la cafetería”, asegura en el artículo. Así se fomenta la independencia de pensamiento y el respeto a la diversidad, “fundamental en democracia”, explica la profesora Ross en una entrevista telefónica. “Lo que les suele molestar a esas personas que defienden la educación en el hogar es que los niños pueden quedar expuestos a ideas nuevas y diferentes”.
En EE UU, se han dado casos extremos de maltrato, propiciados por la incapacidad del Gobierno de supervisar los métodos a los que recurrían los padres en casa. En 1994, el pastor evangélico de Tennessee Michael Pearl, que tiene cinco hijos, publicó un libro titulado Cómo educar a tu hijo, del que salieron 670.000 copias. En él, Pearl aconseja directamente emplear el castigo físico, incluido el azote con fusta, para disciplinar a los pequeños.
Los duros métodos de quienes han seguido las enseñanzas de ese libro han acabado teniendo consecuencias trágicas. En mayo del año pasado murió en el Estado de Washington Hana Williams, de 11 años, y sus padres fueron llevados a juicio por los maltratos infligidos contra ella. La niña fue encontrada en el patio de su casa, desnuda, congelada y desnutrida. Lo mismo sucedió en California en 2010, en el caso de la pequeña Lydia Schwartz, de siete años, a la que sus padres dieron una brutal paliza. Ambos están en prisión por ello.
Las regulaciones gubernamentales em EE UU respecto a este método educativo son muy variadas. Normalmente, los Estados no exigen un temario concreto a los padres. Algunos, como Washington, obligan cada año a los niños a que se sometan a una evaluación con un profesor independiente. Por lo general las regulaciones son muy laxas.
La escolarización en el hogar es, sin embargo, una tendencia creciente en EE UU. Y no solo por la vía religiosa. Hay familias, más minoritarias, que educan a sus hijos en casa porque estos padecen trastornos físicos o psicológicos. Hay quienes lo hacen porque el trabajo de los padres implica constantes mudanzas, como sucede en el Ejército. Otros optan por ello para evitar el acoso escolar, dicen. Esas familias piden que no se las califique como fundamentalistas religiosas. Krista Cole, residente de Virginia de 40 años, asegura que tiene razones de peso. Educa en casa a dos niñas de tres y seis años. La mayor, Ellie, padece síndrome de Asperger, un trastorno autístico. “Educarla en casa me ahorra muchas dificultades. No tengo que estar pendiente de los profesores y terapeutas respecto a su proceso de aprendizaje”, explica. Ellie tiene dificultades para responder a órdenes habladas. “Tenerla en casa, además, significa que no la acosan en clase. Otros padres, en la misma situación, me cuentan que sus niños, de solo siete años, sufren el acoso de los demás por ser distintos. Aquí Ellie está protegida”, añade.
El de la educación en el hogar es un método, además, que requiere que uno de los dos padres se dedique de lleno a los niños. Según un estudio de 2009 del Instituto Nacional para la Investigación de la Educación en el Hogar, lo hacen sobre todo las madres. Un 81% de las mujeres que escolarizan a sus hijos en casa no trabaja fuera del hogar. Ese informe revela además que esas familias son, normalmente, numerosas. Un 68,1% tiene tres o más niños. Y un 91,7% es de raza blanca.
Para evitar el aislamiento de sus hijos, muchos padres buscan en Internet grupos de familias que también eduquen en casa. Bahar Picariello, residente de Virginia de 29 años, que educa a dos niños en casa, coordina el grupo de las localidades de Sterling y Ashburn, que cuenta con 70 miembros. “Nosotros mismos, como grupo, organizamos encuentros sociales para que los niños se relacionen entre ellos. Los llevamos al parque, u organizamos talleres. No están aislados”, explica.
Internet le sirve a Bahar, también, para encontrar temarios y actividades adecuadas para los niños. “Nos conectamos y compartimos ideas de enseñanza, experiencias y demás consejos”, explica. “Esto no consiste en llevar el sistema escolar a casa. Nos permite ser más flexibles en horarios y en otros asuntos, diseñar las materias de acuerdo con las necesidades de los niños, reforzar sus puntos débiles”.
Algunos de los detractores de ese método suelen criticar, sin embargo, que educar a los niños en casa supone privarlos del contacto diario y en solitario con otros niños, parecidos y diferentes, algo que les puede preparar para la vida de adultos.
Jeanne Faulconer, sin embargo, optó por ese método por sus reiteradas mudanzas. “Es la globalización. Los puestos de trabajo se esfuman del país y las familias tienen que mudarse para mantener sus ingresos”, explica. Su familia se ha mudado seis veces, en localidades de tres Estados. En lugar de pasar por seis escuelas diferentes, decidió tomar las riendas de la educación de los niños. “Mis hijos han sido aplicados y han tenido buenas notas cuando han ido a la universidad”, explica Jeanne. “Y han sido muy responsables en los demás aspectos de su vida. Son valores que les hemos inculcado en casa”.
Shay Seaborne, de 51 años, residente de Woodbridge, en Virginia, admite que formó en casa a sus hijas por un motivo principal: “Evitarles la horrible experiencia que yo tuve en la escuela”. Esta pionera en la educación en el hogar rechaza que todo ese movimiento sea conservador. “En realidad nació como algo progresista, como una tendencia de reformistas que pensaron que el sistema escolar era demasiado rígido. Pero en realidad es un movimiento muy vibrante y diverso”, añade. “Posteriormente, hubo un movimiento conservador, ligado a la intentona de instaurar una teocracia cristiana, que controló el debate. Eso existe, está ahí, pero no era parte de la semilla fundacional del movimiento”.
Las regulaciones
España. La ley establece 10 años de escolaridad obligatoria para todos los alumnos. La Constitución señala que es obligatoria la educación, no la escolarización; los padres que optan por enseñar en casa se aferran a ese punto para exigir que se regule su opción.Portugal. Se puede educar en casa sometiendo a los hijos a evaluaciones de la Administración a los cuatro, seis y nueve años.
Francia. También esta permitido, pero en este caso la Administración hace controles cada año.
Italia. El que quiera educar a sus hijos en casa debe demostrar que tiene capacidad técnica y económica para ejercer de profesor e informar cada año a las autoridades.
Reino Unido. La ley deja abierta la puerta, pues dice que los padres deben facilitar la educación de sus hijos a tiempo completo en una escuela “o de otra manera”.
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