domingo, 24 de marzo de 2013

Salvar millones de vidas no es tan caro | Noticias | elmundo.es

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INFECCIONES | La enfermedad mata a 1,4 millones de personas cada año

Salvar millones de vidas no es tan caro

  • En el Día Mundial de la Tuberculosis se buscan más fondos para investigar
  • La OMS ha pedido 1.600 millones de dólares para financiar programas en África
  • Ali Omar Adow se recupera en la clínica de MSF en un suburbio de Nairobi
  • Ha recibido un tratamiento que lo ha mantenido fuera de casa dos años
La tuberculosis, una de las llamadas 'enfermedades de los pobres', es una de las afecciones bacterianas más letales del mundo y la segunda causa mundial de mortalidad, tras el VIH, producida por un agente infeccioso. A pesar de que en las dos últimas décadas se ha logrado reducir el índice de mortalidad a casi la mitad, la tuberculosis todavía mata a 1,4 millones de personas cada año, el 95% de las cuales viven países en vías de desarrollo.

En vísperas del Día Mundial de la Tuberculosis, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Mundial contra la Tuberculosis, la Malaria y el Sida solicitaron a la comunidad internacional que amplíe en 1.600 millones dólares la aportación para el trienio 2014-2016 con el objetivo de financiar programas de tratamiento en los países más necesitados, sobre todo en el África Subsahariana, donde tiene un gran impacto debido a la propensión que tienen los enfermos de sida a contraer tuberculosis como consecuencia de la debilidad de su sistema inmunitario.

Asimismo, se necesitan otros 1.300 millones de dólares para proseguir con la investigación de sistemas de diagnóstico más eficaces y tratamientos más cortos, ya que actualmente un paciente con tuberculosis tiene que tomar una combinación de cuatro medicamentos durante un periodo medio de seis meses y debe estar bajo la constante supervisión de personal médico especializado.

Tuberculosis multirresistente

Ali Omar Adow tiene 42 años y se ha pasado los últimos dos acudiendo a diario a la clínica que Médicos Sin Fronteras tiene en Mathare, el segundo suburbio más grande de Nairobi (Kenia), donde la organización francesa trata los casos más graves de tuberculosis. Como él, más de 630.000 personas en todo el mundo sufren tuberculosis multirresistente (TB-MR), una variedad de la tuberculosis común que ha desarrollado una inmunidad a los medicamentos estándar más eficaces, conocidos como medicamentos de primera línea.

Por lo general, la tuberculosis multirresistente se da en personas que no han seguido de forma estricta el tratamiento prescrito para la variedad común o que han estado en contacto con pacientes que estaban infectados y que no habían recibido la atención necesaria.

Tanto la OMS como las organizaciones no gubernamentales han alertado de que en los últimos años los casos de tuberculosis multirresistente han aumentado de manera considerable y que, dada la falta de medios en muchos países, podría suponer un retroceso en la erradicación de la enfermedad.

"Estamos sentados sobre una bomba de relojería", declaró hace unos días la directora general de la OMS, Margaret Chan. El principal problema de la TB-MR es que su tratamiento es largo, costoso y tiene efectos secundarios muy dolorosos para el paciente.

Ali tuvo que viajar durante una semana y cruzar la frontera de forma ilegal porque en Somalia no hay hospitales con capacidad para tratar la tuberculosis multirresistente. "Después de visitar varios hospitales, un médico me comentó que en Kenia sí disponían del equipo y la medicación necesaria para tratarme, así que dejé a mi familia y vine aquí en busca de ayuda".

Transmisión aérea

Su rostro, cubierto con una mascarilla para no contagiar la enfermedad, se ilumina con sólo pensar que en apenas tres semanas finalizará el tratamiento que lo ha mantenido alejado de su casa durante más de dos años.

"Cuando llegué no conocía a nadie ni tenía medios para subsistir", explica. "Un amigo que también había sido tratado me habló de Médicos Sin Fronteras y así fue como llegué aquí". Han sido dos años muy duros en los que las migrañas, las náuseas, los vómitos y el dolor articular no le han permitido trabajar ni llevar una vida normal.

Sin embargo, cuando regrese a casa después de otra semana de viaje en la que deberá cruzar la frontera de nuevo, el peligro no habrá pasado para él. La tuberculosis es una enfermedad de transmisión aérea y tiene una especial incidencia en las zonas superpobladas en las que la gente vive hacinada en casas pequeñas y con mala ventilación. El haber superado una vez la enfermedad no supone una inmunización, por lo que si vuelve a estar en contacto con personas infectadas podría volver a contraerla.

Los barrios de chabolas de grandes ciudades como Nairobi o Calcuta son lugares de alto riesgo, ya que millones de personas conviven hombro con hombro y muchas veces los síntomas son tan leves en su fase inicial que pueden pasar meses hasta que se detecta la enfermedad.

Nuevos medicamentos

A finales del año pasado, la Administración de Alimentos y Medicamentos (AAD) de Estados Unidos aprobó la bedaquilina, el primer medicamento activo contra la tuberculosis que se registra desde 1963. "El hecho de que sea un medicamento efectivo contra las formas multirresistentes de la enfermedad puede suponer un cambio en la forma de tratarla", declaró entonces la directora ejecutiva de Médicos Sin Fronteras de la Campaña Acceso, Manica Balasegaram. De forma paralela otro medicamento, el delamanid, está pendiente de aprobación en la Agencia Europea del Medicamento (AEM) y se espera que ésta dé el visto bueno definitivo a lo largo de este año.

El tratamiento actual, de unos dos años de duración, implica tomar hasta 20 pastillas al día y alrededor de ocho meses de inyecciones diarias. Sólo en 2011 se registraron 310.000 nuevos casos de tuberculosis multirresistente, un número muy elevado debido, entre otros factores, a la mejora de los sistemas de detección.

Sin embargo, se calcula que únicamente el 19% de los infectados recibe tratamiento por su alto coste y la escasez de instalaciones apropiadas para tratarlos. La esperanza de MSF y otras organizaciones es que los laboratorios que han desarrollado estos nuevos medicamentos investiguen lo más rápido posible tratamientos más cortos y efectivos y que, sobre todo, los registren en los países con alta tasa de incidencia a un precio de venta asequible.

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