¿Por qué no crear un ECRI español?

Evaluar las tendencias y los riesgos de las nuevas tecnologías en salud es cada vez más necesario, y si lo hace una institución independiente que conozca la realidad sanitaria, mejor.

Jesús L. Manzanares Pedroche. Presidente de la Seeic | 25/03/2013 00:00

La tecnología sanitaria ofrece innumerables e importantes beneficios a los pacientes, pero es un sector que evoluciona muy rápido y que, en ciertas ocasiones, puede presentar riesgos. Para facilitarnos la labor de determinar dónde concentrar esfuerzos para evitar dichos riesgos, así como para actualizarnos sobre los últimos avances en el sector, el Instituto ECRI proporciona, periódicamente, completos informes donde ofrecen recomendaciones y consejos para sacar el máximo beneficio a los equipos electromédicos.
Los objetivos que persigue el Instituto ECRI con estos trabajos van desde proporcionar un juicio independiente y objetivo a la hora de adquirir, administrar y utilizar dispositivos, equipos y sistemas médicos, ser un centro de información de los peligros y deficiencias de los productos sanitarios, hasta fomentar la mejora de los dispositivos médicos a través de un mercado informado.

Sin injerencias
Cada vez que llega a mis manos alguno de estos informes me pregunto por qué en España no contamos con un organismo similar al ECRI, principal organización independiente a nivel mundial dedicada a la evaluación y perfeccionamiento continuo de la tecnología. Al igual que en Estados Unidos, sería más que oportuno que pudiéramos disponer aquí de trabajos de ese nivel, sin injerencia de las partes implicadas, que contribuyan a mejorar la eficacia, eficiencia, calidad y, sobre todo, la seguridad de los pacientes frente a los productos sanitarios y de nuestro Sistema Nacional de Salud.
En este sentido, es clave contar con una institución imparcial, aséptica y realista, que mida, evalúe y, en definitiva, cambie el modelo actual de evaluación de la tecnología sanitaria en España. Desde mi punto de vista, este organismo debería llevar a cabo, entre otras medidas, un análisis de coste-efectividad del proceso en su conjunto y un cambio de modelo hacia una agencia de evaluación encargada de dicho análisis.