domingo, 24 de marzo de 2013

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“Somos la correa de transmisión de las políticas sanitarias”


Marzo de 2013 - Javier Granda Revilla

Arantxa Catalán, presidenta de la Sociedad Española de Farmacia de Atención Primaria (SEFAP), ha concedido una entrevista a EL MÉDICO


El farmacéutico de Atención Primaria comenzó a implantarse en los equipos hace unos 25 años.

¿Qué balance hace de este cuarto de siglo?
Hemos tenido un papel doble de asesoría al profesional sanitario y a los directivos del sector. Por una parte, somos parte de los equipos multidisciplinares de salud y, por lo tanto, nuestros interlocutores naturales son los médicos de AP, pediatras y, por supuesto, enfermería. Y es a ellos a los que prestamos todas las labores de soporte en el ámbito de uso de medicamentos. Y luego, obviamente, nuestro otro gran cliente son los directivos del sector, a los que damos soporte en el seguimiento del uso de fármacos y en las políticas. Yo siempre digo que somos como una correa de transmisión de las políticas sanitarias en general y farmacéuticas en particular.


¿Ha cambiado la figura del farmacéutico de Atención Primaria en los últimos años?
Cada vez más pensamos en cómo llegar al paciente. Y en cómo influir para que se revise la medicación de los pacientes crónicos, porque casi todos están polimedicados. Y cómo mejorar la seguridad.


Este contacto se ha estrechado tanto que, en algunas regiones, incluso visitan ustedes a los pacientes...
Sí, en Galicia se hace mucho. Y también de manera indirecta. Por ejemplo en el último congreso de SEFAP, se presentaron proyectos muy interesantes en cuanto a escuelas de pacientes, como la iniciativa Paciente Experto que se ha puesto en marcha aquí en Cataluña.


¿En qué consiste?
Se forman pacientes para que den clase a otros que tienen la misma patología y se cuentan entre ellos sus experiencias. Es una iniciativa preciosa y todos los materiales sobre fármacos los elabora un farmacéutico de primaria. A esto me refiero en cuanto al cambio de interlocutor para llegar, siendo tan pocos como somos, al máximo número de profesionales y pacientes posible. Otro aspecto en el que hemos trabajado muchísimo, en el ámbito de la Atención Primaria, es en herramientas de soporte a la toma de decisiones basadas en nuevas tecnologías. En este campo no nos ha superado nadie en España en general y en Cataluña en particular. Somos bastante innovadores y desarrollamos guías de práctica clínica informatizadas. Son guías inteligentes, es decir, que procesan la información electrónica del paciente y que se han alimentado previamente para que conduzcan al profesional desde la sospecha de un problema de salud hasta el correcto diagnóstico, correcto tratamiento e, incluso, criterios de derivación.


¿Todas estas herramientas están dirigidas por farmacéuticos de Atención Primaria?
Sí, en la necesidad de llegar al máximo número de profesionales. Y contando con el hecho que somos un farmacéutico de AP para ocho o diez centros de salud, por eso ha ido evolucionando la manera informar y de hacer sesiones. Debe recordarse que las guías electrónicas son un ejemplo, pero se puede hablar también de los módulos de seguridad incorporados en las historias digitales del Sistema Nacional de Salud, que están bastante extendidas en comunidades como Comunidad Valenciana, Cataluña, Madrid, Castilla-La Mancha o País Vasco.


¿En qué consisten?
Son alertas que se activan automáticamente cuando un profesional prescribe un fármaco y otro y se produce una interacción. O cuando una mujer está embarazada y recibe un medicamento que es teratogénico. O cuando a una persona mayor con insuficiencia renal se le proporciona un medicamento a una dosis más alta de la que corresponde. Hemos codificado toda esta información de manera electrónica y la hemos ido integrando en tablas dentro de los sistemas, donde los médicos pasan visita, en sus historias clínicas.


¿Ha sido útil este proceso?
Muchísimo. Tanto que ahora el Ministerio de Sanidad, a través de la subdirección de Calidad, junto con la Agencia Española de Medicamentos y la Sociedad Española de Farmacia de Atención Primaria ha puesto en marcha un proyecto para trabajar en colaboración para dotar al sistema de una forma sistemática y rutinaria de todos estos elementos electrónicos. El objetivo es garantizar, por igual, a todos los ciudadanos que son atendidos en el ámbito del SNS la seguridad. Por tanto, en resumen, los farmacéuticos de AP venimos de hacer entrevistas individuales a los médicos, revisar su prescripción y ver cómo se puede mejorar a diseñar grandes sistemas operativos de soporte a la decisión. Y a colaborar con el propio Ministerio de Sanidad para, de una forma común al sistema -y además en colaboración estrecha- los pacientes tengan esta cobertura de prescripción farmacológica segura en el ámbito comunitario, que es muy muy necesaria.


Cataluña ha sido pionera en este campo...
Sí, hace años, en el Instituto Catalán de la Salud pusimos en marcha un módulo de prescripción segura. Y debe tenerse en cuenta que cada diez altas de medicamentos se acompañaba de un aviso. Por tanto, no es algo que pase de vez en cuando, teniendo en cuenta que hay diez millones de altas solo en un mes en Cataluña.


¿Y cuál es el presente y el futuro del farmacéutico de AP?
Muchos de nosotros procedemos del ámbito hospitalario, de la especialidad de farmacia hospitalaria y de procesos formativos diversos. Como sociedad científica, lo que reclamamos es una especialidad propia. Y ahora estamos en un momento clave en ese sentido: que quien ejerza en AP tenga el proceso formativo similar al que trabaja en un hospital o al que tiene un cardiólogo. Ahora está en marcha, como es bien sabido, el Decreto de Troncalidad, que está en fase de consulta pública con todas las Comunidades Autónomas, los colegios profesionales y todos los interlocutores. Y nosotros, como sociedad, estamos satisfechos de que el decreto recoja una forma de articular el acceso a esta formación.


¿En qué consiste?
El Ministerio de Sanidad ha decidido que sea a través de la especialidad ya existente de farmacia hospitalaria. Y nosotros, como sociedad científica, estamos de acuerdo. Pero nos parece oportuno que se modifique el programa y que se resuelva, de alguna forma, nuestra presencia en la Comisión Nacional de dicha especialidad, cambiada de nombre. En fin, que se incorporen las competencias específicas de AP.


¿Qué ha hecho la SEFAP en este sentido?
Para que todo esto sea posible, hemos venido trabajando estos años poniendo todo de nuestra parte. Hemos elaborado las competencias del farmacéutico de AP, la cartera de servicios, hemos puesto encima de la mesa todo lo necesario para incorporar el conocimiento y qué debe hacerse para que el profesional sea contratado. En la actualidad, estamos en la fase de ver cómo reacciona el conjunto del sector sanitario ante este decreto, que incluye grandes novedades. Y una que nos afecta muy directamente: la posibilidad de regular de una vez por todas que tengamos un proceso formativo estándar. Y que las personas, cuando empiezan a trabajar para un centro de salud, además de ser bastante más polivalentes y puedan moverse a un centro socio-sanitario o a un hospital, no necesiten cinco años de formación para que sean rentables al sistema. No nos lo podemos permitir.


Por lo tanto, ¿cómo resumiría el momento actual?
El de una consolidación de nuestra figura en el conjunto de todos los servicios de salud. No hay ni uno que no tenga farmacéuticos de AP legalmente establecidos y trabajando en colaboración con los equipos. Y muchos farmacéuticos de AP están ocupando posiciones estratégicas muy importantes en todos los servicios de prestaciones farmacéuticas del sistema, lo que significa que sus capacidades han sido reconocidas de alguna manera. Y tenemos un liderazgo importante en cuanto al acceso al mercado de medicamentos nuevos, protocolos farmacoterapéuticos, elementos de seguridad... y siempre contribuyendo a la sostenibilidad. Porque, al final, hacer las cosas bien siempre es más económico.


¿Cómo es la triple relación que mantienen con profesionales sanitarios, pacientes y gestores?
Estamos en medio de este triángulo y, muchas veces, decodificando mensajes, porque no siempre los mensajes van en la misma dirección y tienen la congruencia que a todos los profesionales nos gustaría. Por eso, nos hemos dedicado a explicar qué es un sistema de precios de referencia, qué son los medicamentos genéricos, qué significa la utilidad terapéutica o qué es el posicionamiento terapéutico.


Las tendencias sanitarias en cada momento...
Sí, con preguntas como ¿usted qué opina del copago? ¿Se sobreutilizan los fármacos? ¿Hay muchos polimedicados? ¿Qué fármacos hay que desfinanciar? En fin, hay muchas decisiones que tomar y nosotros creo que tenemos una opinión formada en casi todas. Y, de cara a este triángulo somos, entre otras muchas cosas, quien explica lo que están decidiendo otros al profesional –que es a quien le afecta– como por ejemplo por qué se autoriza un fármaco si no añade valor, por qué se comercializa, por qué se le aumenta un 10 por ciento el precio... Hemos estado siempre al lado del clínico explicándole estos porqués.


¿Y de cara a los pacientes?
Ahí todavía nos queda un recorrido largo por hacer. Estamos empezando y nuestro papel debería estar muy orientado a que entiendan bien sus tratamientos, que entiendan bien la necesidad de seguir las pautas que el profesional indica, seguir las condiciones de manejo del fármaco que las compañías han recogido en la ficha técnica de acuerdo con las autoridades. También la mejora de la adherencia a los tratamientos terapéuticos. Y que no se sobremediquen. Estos mensajes los tenemos que hacer llegar a la población, especialmente a la población envejecida y a la crónica, porque es la más frágil.


En este sentido, acaban de publicar un libro...
Sí, la SEFAP ha editado el Manual para el manejo de la medicación en pacientes crónicos en el que explicamos al sector cómo se concilia la medicación cuando un paciente se mueve del médico de familia al especialista, del especialista a urgencias, de urgencias a su casa, de su casa al hospital... Estos intercambios o transiciones asistenciales comportan, en un porcentaje elevadísimo de ocasiones, errores de medicación.


¿Pueden evitarse?
Estamos sistematizando la manera de trabajar para evitar estos errores. Y este libro se dedica a ello de manera específica: revisamos todos los cuestionarios que hay para mejorar la adherencia, para hacer revisión sistemática de la medicación y evitar duplicidades, evitar contraindicaciones y errores... es fantástico, porque el libro está teniendo una demanda enorme. Respondiendo a la pregunta, para mejorar, por ejemplo, debe establecerse una metodología rigurosa de trabajo entre médicos y enfermeras y que la sigan. Así el paciente se lleva a casa lo que le toca y, allí, se lo toma.


Se le va muy satisfecha con el libro...
Sí, se ve nuestra contribución y muestra nuestro valor añadido: no estamos hablando de medicación o protocolos, estamos hablando de un proceso y cómo mejorar la revisión, la conciliación y la adherencia a la medicación en los pacientes crónicos. Y nos hemos centrado en ellos porque hay evidencia científica de que son los que más se benefician de estas intervenciones: puede dispararse al aire y siempre puede darse a un pájaro, pero siempre es mejor ser eficiente y dónde se obtiene más beneficio para el paciente y en qué tipo de intervenciones. Y este libro va exactamente de eso, porque hemos hecho una revisión sistemática de cuál es la evidencia de cada una de las formas de trabajar. De hecho, aquí en Cataluña, ahora mismo estamos diseñando un curso online a través de la resolución de casos clínicos, para que los médicos apliquen esta metodología de SEFAP con los algoritmos de nuestro libro. De alguna forma, estas alianzas entre sociedades científicas y administraciones sanitarias también están siendo muy interesantes.

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