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Médicos expertos en gestión sanitaria se muestran contrarios al copago porque "trae más problemas que soluciones"
Silvia C. Carpallo
Una jornada sobre sostenibilidad en la OMC reabre el debate de los beneficios y desventajas del copago, desvelando que incluso puede suponer un aumento en el gasto, y que es contraproducente para la salud de la población, objetivo básico de la Sanidad. Igualmente propusieron medidas basadas en los flujos de información o en nuevos sistemas de aseguradoras privadas
Madrid (23/25-10-10).- No sólo los representantes políticos tienen algo que decir en materia de sostenibilidad. Los médicos y los gestores sanitarios son los que pueden observar más de cerca la degradación del sistema y los que mejor pueden valorar la necesidad o no de ciertas medidas, y hasta qué punto pueden ser beneficiarias. Por este motivo, la Organización Médica Colegial (OMC), dentro del contexto de la jornada sobre “Factores condicionantes en la sostenibilidad del sistema sanitario”, reunió a diversos expertos para hacer una valoración sobre las reformas necesarias y discutir sobre la realidad en la implantación de un supuesto copago.
Era un médico de Atención Primaria el que llamaba la atención sobre las desventajas de este sistema. Enrique de la Figuera, también presidente del Colegio de Médicos de Zaragoza, exponía que “en el copago o repago en Atención Primaria no veo las ventajas, pero si veo que supone un freno a la accesibilidad de los pacientes, un freno al ataque de los problemas comunes y enfermedades agudas, pero además, induce al autocuidado y el paciente busca alternativas asistenciales que pueden repercutir sobre su salud”. Sin embargo, el médico de Primaria sí proponía crear un sistema más eficiente y ahorrativo, partiendo en primer lugar en la gestión en la consulta médica, basada en conocer y explotar los flujos de información. Incluso abrirlos entre la Atención Primaria y Hospitalaria para evitar burocracia, adelantar los procesos y ser más eficientes, “no hay que ser genio, hay que tener información para saber lo que estamos haciendo, y lo que podemos hacer”.
Copago, ¿solución o problema?
Basándose en datos más empíricos, Ricard Armengol, profesor de la Cátedra de Gestión Sanitaria en la Universidad Autónoma de Barcelona, exponía datos bastante reveladores de diversos estudios internacionales sobre el impacto económico del copago. Uno de ellos, basado en una muestra de más de 900.000 pacientes en consultas ambulatorias, mayores de 65 años, revelaba que aunque se había reducido la frecuentación casi en un 20 por ciento, el gasto total se había visto incrementado, y existían importantes efectos adversos sobre la salud. “A veces los copagos no resuelven problemas, sino que provocan otros ocasionales”, entonaba Armengol. Por ello, el experto exponía otras ideas más factibles como la necesidad de un cambio de cultura sanitaria y la implantación de nuevos modelos. Uno de los propuestos era la creación de una división entre una aseguradora pública que cubriera riesgos comunes y especiales, y de forma privada, una aseguradora complementaria obligatoria con provisión privada, financiada por empresas, y con un fondo de solidaridad.
Igualmente, Ricardo Armengol apuntaba a que la sostenibilidad había que ligarla a la modernización y a una gobernanza relacional. En cuanto a la gestión, apostaba por buscar la colaboración y la implicación de los proveedores en el proceso de la eficiencia y buscar moduladores para paliar la demanda abusiva del sistema.
En la misma línea, José Ramón Repullo, jefe del Departamento de Planificación y Economía de la Salud del Instituto de Salud Carlos III, entonaba un mea culpa, con la frase de “más que el yo no he sido, creo que hemos sido todos”, haciendo un repaso de los errores cometidos por los distintos agentes que han llevado a este declive de la sostenibilidad. Así insistía en el uso responsable de nuevos fármacos y nuevas tecnologías por parte de los médicos a la hora de prescribir pensando en la salud y en la eficiencia. Respecto al copago habló del peligro de convertir al paciente en un cliente, “los clientes no son autorresponsables, simplemente pagan”, y que si se insiste en este sistema es por una cuestión de ideologías económicas, y por desesperación política. “Cualquier política de coste compartido, debe demostrar que contiene ventajas que compensa los problemas de equidad que generan, y que no supongan incrementos en gastos administrativos”. Por último, Repullo presentó una gráfica en la que claramente podía apreciarse que si el copago suponía un ahorro en la asistencia de primaria, generaba grandes gastos en hospitalaria, con mayores ingresos y más días de hospitalización.
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