El observatorio de drogas del ‘Doctor X’
Fernando Caudevilla, médico que trabaja en primera línea, asegura que el éxtasis vuelve con fuerza
Fernando Caudevilla es un facultativo experto en drogas que navega a contracorriente. Su discurso se aleja del de muchos otros médicos, y por eso recibe consultas de los consumidores de drogas. Hace dos meses una mujer de 57 años con cáncer de pulmón le pidió consejo. La señora había probado con la marihuana para evitar los vómitos que le producía la quimioterapia, le iba bien, pero no sabía si debía seguir consumiendo. Su oncólogo no se pronunciaba. “Quería la opinión de un médico, pero sin juicios morales”, explica Caudevilla cerca del Centro de Salud Puerta Bonita, en Carabanchel, Madrid, donde está realizando una suplencia este verano. El médico madrileño, de 38 años, informó a la mujer de los pros y los contras de su consumo y le dijo que, en caso de que decidiera seguir con la marihuana, usara un vaporizador en vez de fumarla.
A Caudevilla ya se le conoce como el Doctor X . Así le han bautizado en Energy Control, la organización con la que colabora desde hace 12 años. El apelativo, que surgió como una broma —equis es como popularmente se denomina al éxtasis, droga de diseño—, ha acabado dando nombre al consultorio online que mantiene en la web de este colectivo. Allí, los consumidores de drogas le plantean sus dudas.
Energy Control, proyecto de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo, es una plataforma que colabora con el Plan Nacional sobre Drogas y que trabaja en el análisis de las sustancias y en la reducción de riesgos. Su labor se desarrolla en la primera línea, por lo que suelen ser los primeros en enterarse de los cambios que se producen en el mercado. Instalan puestos en fiestas, raves y festivales para que la gente que se dispone a consumir drogas pueda obtener información in situ de qué es lo que va a tomar. En su sede de Barcelona, además, cuentan con un laboratorio en el que analizan muestras que les llevan los consumidores. Energy Control no está a favor ni en contra del consumo; asumen que este se va a producir y, por tanto, procuran ofrecer la máxima información posible al usuario.
El llamado Doctor X es médico de familia y colabora con la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). Coautor de un estudio sobre la droga 2C-B publicado en la revista científica Journal of Psychopharmacology, ya ha podido comprobar, con sus compañeros de Energy Control, que este verano han vuelto con fuerza las pastillas de éxtasis, un fenómeno que se viene registrando en el último año y medio.
“El éxtasis que circula ahora es más potente”, asegura. “Se vuelven a ver pastillas con dosis medias elevadas. Contienen entre 80 y 120 miligramos de MDMA [metilendioximetanfetamina]”. Es decir, si uno consume la misma dosis que hace dos años, tiene más probabilidades de entrar en niveles que implican toxicidad. Tras dos años con gran presencia de cristal (MDMA en polvo), reaparecen las pastis. Entre otras cosas, porque es menos fácil adulterarlas.
Aparecen nuevas legal highs, esas drogas que nadan en el limbo de la alegalidad y que se adquieren por Internet. Sustancias que son fruto de experimentos de laboratorio, no probadas en humanos, y que para cuando son detectadas e ilegalizadas por las autoridades europeas han sido sustituidas por una nueva versión de la que se ha modificado algún componente.
Entre ellas, la metoxetamina, droga similar a la ketamina, que produce, a dosis bajas, una ligera sedación y euforia; y cannabinoides sintéticos como el JWH-250 y el JWH-021. “Potencialmente, estas drogas son mucho más peligrosas que la cocaína, el éxtasis y el cannabis, que conocemos desde hace 80 años. Pasan directamente de la probeta a la pista de baile, y en cualquier momento, aparece una sustancia rara, y mueren cinco personas”, explica. “La solución de siempre, que es ilegalizarlas, no sirve de nada: a la siguiente semana sale otra que es aún más desconocida”.
La otra tendencia que se mantiene es la adulteración de la cocaína con levamisol, un antiparasitario que debilita las defensas y genera un descenso de los glóbulos blancos y problemas en la piel: entre el 50% y el 70% de las cocaínas están adulteradas con esta sustancia (algunas en un 10%; otras, en un 50%), asegura.
Caudevilla, que tiene previsto abrir una consulta en Madrid en otoño, recibe todo tipo de preguntas en su consultorio online de Energy Control. Entre las más frecuentes: compatibilidad de uso cuando se toman otros medicamentos; posibilidades de detección del consumo en análisis rutinarios; e interacciones entre anticonceptivos y drogas.
A Caudevilla ya se le conoce como el Doctor X . Así le han bautizado en Energy Control, la organización con la que colabora desde hace 12 años. El apelativo, que surgió como una broma —equis es como popularmente se denomina al éxtasis, droga de diseño—, ha acabado dando nombre al consultorio online que mantiene en la web de este colectivo. Allí, los consumidores de drogas le plantean sus dudas.
Energy Control, proyecto de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo, es una plataforma que colabora con el Plan Nacional sobre Drogas y que trabaja en el análisis de las sustancias y en la reducción de riesgos. Su labor se desarrolla en la primera línea, por lo que suelen ser los primeros en enterarse de los cambios que se producen en el mercado. Instalan puestos en fiestas, raves y festivales para que la gente que se dispone a consumir drogas pueda obtener información in situ de qué es lo que va a tomar. En su sede de Barcelona, además, cuentan con un laboratorio en el que analizan muestras que les llevan los consumidores. Energy Control no está a favor ni en contra del consumo; asumen que este se va a producir y, por tanto, procuran ofrecer la máxima información posible al usuario.
El llamado Doctor X es médico de familia y colabora con la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). Coautor de un estudio sobre la droga 2C-B publicado en la revista científica Journal of Psychopharmacology, ya ha podido comprobar, con sus compañeros de Energy Control, que este verano han vuelto con fuerza las pastillas de éxtasis, un fenómeno que se viene registrando en el último año y medio.
“El éxtasis que circula ahora es más potente”, asegura. “Se vuelven a ver pastillas con dosis medias elevadas. Contienen entre 80 y 120 miligramos de MDMA [metilendioximetanfetamina]”. Es decir, si uno consume la misma dosis que hace dos años, tiene más probabilidades de entrar en niveles que implican toxicidad. Tras dos años con gran presencia de cristal (MDMA en polvo), reaparecen las pastis. Entre otras cosas, porque es menos fácil adulterarlas.
Aparecen nuevas legal highs, esas drogas que nadan en el limbo de la alegalidad y que se adquieren por Internet. Sustancias que son fruto de experimentos de laboratorio, no probadas en humanos, y que para cuando son detectadas e ilegalizadas por las autoridades europeas han sido sustituidas por una nueva versión de la que se ha modificado algún componente.
Entre ellas, la metoxetamina, droga similar a la ketamina, que produce, a dosis bajas, una ligera sedación y euforia; y cannabinoides sintéticos como el JWH-250 y el JWH-021. “Potencialmente, estas drogas son mucho más peligrosas que la cocaína, el éxtasis y el cannabis, que conocemos desde hace 80 años. Pasan directamente de la probeta a la pista de baile, y en cualquier momento, aparece una sustancia rara, y mueren cinco personas”, explica. “La solución de siempre, que es ilegalizarlas, no sirve de nada: a la siguiente semana sale otra que es aún más desconocida”.
La otra tendencia que se mantiene es la adulteración de la cocaína con levamisol, un antiparasitario que debilita las defensas y genera un descenso de los glóbulos blancos y problemas en la piel: entre el 50% y el 70% de las cocaínas están adulteradas con esta sustancia (algunas en un 10%; otras, en un 50%), asegura.
Caudevilla, que tiene previsto abrir una consulta en Madrid en otoño, recibe todo tipo de preguntas en su consultorio online de Energy Control. Entre las más frecuentes: compatibilidad de uso cuando se toman otros medicamentos; posibilidades de detección del consumo en análisis rutinarios; e interacciones entre anticonceptivos y drogas.
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