lunes, 20 de agosto de 2012

Un sueño olímpico que muere en patera | Deportes | EL PAÍS

Un sueño olímpico que muere en patera | Deportes | EL PAÍS

Un sueño olímpico que muere en patera

La abanderada somalí en Pekín 2008, Samia Yusuf Omar, murió en una patera

La atleta, que llegó úlima en los 200 metros, quería llegar a Italia para continuar su carrera

 
Samia Yusuf Omar, durante su participación en los Juegos de Pekín 2008. / STU FORSTER (GETTY)
 

La delegación olímpica de Somalia en Londres 2012 contaba con dos atletas. Dos jóvenes de 18 y 21 años que llegaban a los Juegos sin más ilusión que participar. No había titulares para ellos; llegaron, corrieron y se fueron. No hay gloria para los que la victoria consiste en sobrevivir. Aunque en Pekín 2008, por unas horas, sí los hubo para Samia Yusuf Omar. En esos días de vendavales informativos, su figura se convirtió en la cara del sueño olímpico.

Yusuf fue la abanderada de su país en 2008. A sus 17 años, la atleta llegaba coronada como la campeona continental de los 100 metros. En Pekín corrió la carrera de los 200 metros. Quedó la última, llegó diez segundos después que el resto de sus rivales, con una marca de 32,16 segundos, pero fue su récord personal. Todo un retrato del espíritu olímpico.

Los somalíes no copan titulares, aunque ella lo consiguiera durante un día. Pero nadie notó su ausencia en Londres 2012. De hecho, nadie se hubiera acordado de ella si el presidente del Comité Olímpico Somalí no hubiera hecho público su destino. Abdi Bile, oro en los 1.500 metros en el Mundial de Roma del 87, confirmó ayer que la joven murió en una patera (se desconoce exactamente cuándo), tratando de llegar a Italia para continuar con su carrera deportiva.

Su entrenador, Mustafa Abdelaziz, explicó a la prensa italiana que Yusuf había intentado seguir entrenándose en el Estadio Olímpico de Mogadiscio para conseguir una plaza en Londres. Al no conseguirlo, pensó que el futuro pasaba, como el de Mo Farah, somalí de nacimiento, por rehacer su vida en Europa. Se embarcó en
Libia para cumplir su sueño, pero sus sueños y su vida terminaron naufragando.

Según su entrenador, la madre de la atleta llegó a vender un pequeño terreno que tenía para pagar el viaje. Samia era la mayor de seis hermanos. Su padre murió en la guerra que azota el país del cuerno de África desde hace décadas; su madre es vendedora de frutas.

La atleta lo había intentado todo para seguir con el atletismo. En 2011 se había mudado a Addis Abeba, la capital de Etiopía, país vecino pero con unas estructuras sociales y deportivas más ancladas que las somalíes. Yusuf se había reconvertido en mediofondista e incluso llegó a entrenarse con el medallista olímpico Mohamed Suleiman.

Esta vez, las pateras de Lampedusa traían algo más que inmigrantes anónimos sin papeles. Una vez más, Samia Yusuf ha puesto cara – la más amarga- a la realidad de su país.

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