"El debate bioético no es una fórmula matemática"

Juan Carlos Siurana, profesor de Filosofía Moral de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia, destaca que los futuros médicos deben aprender cuáles son los principios que definen la profesión, que no se limitan a mantener la salud de los enfermos.

Nuria Monsó. Madrid | 04/07/2017 08:25

Ramón Pujol, director del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Barcelona; Juan Carlos Siruana, profesor de Filosofía de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia; Jesús Millán, director de la Cátedra de Educación Médica Fundación Lilly-Universidad Complutense de Madrid y Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Santiago de Compostela. (Fundación Lilly)

Durante siglos, la definición y los principios de la bioética han ido evolucionando a la par que la Medicina, que no se limita sólo a la curación.

"Las metas de la Medicina son importantes para definir en qué consiste ser un buen profesional, su razón de ser. Si un profesional se aleja de estos bienes internos que definen una profesión, ésta se corrompe", apuntó Juan Carlos Siurana, profesor de Filosofía Moral de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Valencia, durante su intervención en la jornada Educación médica centrada en el paciente de la Cátedra de Educación Médica de la Fundación Lilly y la Universidad Complutense de Madrid, celebrada en El Escorial.

Siurana recalcó que existe un consenso entre los expertos acerca de que la Medicina tiene muchas metas que nada tienen que ver con el prestigio profesional o el dinero. La primera es la curación, pero no la única; también el alivio del dolor y el sufrimiento e incluso facilitar una muerte en paz: "Querer salvar a toda costa a un paciente implicaría una separación de esa función".

No obstante, el trabajo del médico no es fácil, ya que principios éticos como el respeto a la autonomía del paciente y el principio de no maleficiencia pueden entrar en aparente contradicción, por ejemplo si un paciente pidiera la eutanasia: "La riqueza del debate bioético es que no es un fórmula matemática y a veces hay que buscar la compatibilidad de los principios entre sí".

En ese sentido, Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal de la Universidad de Santiago, lamentó que el examen MIR no sólo condiciona todo el estudio del último año de carrera, sino que es una prueba en la que no se pueden valorar bien los princicipios éticos de los candidatos, "porque se trata de cuestiones que requieren una reflexión, no un examen de tipo test".

En general, apuntó que no sólo fallaban los sistemas de evaluación del sistema educativo, excesivamente basados en la memorización, sino que la falta de correlación entre las habilidades requeridas para el ejercicio y el método de selección es un problema en la Administración pública: "Afecta a la Medicina, pero sobre todo al sistema público, y si no se selecciona de forma correcta, nunca será competitivo".

Ramón Pujol, director del Departamento de Ciencias Clínicas de la Universidad de Barcelona, también se unió a la necesidad de darle "un giro copernicano" a la selección, y defendió que el sistema educativo debe basarse en valores como la resolución de problemas, el autoaprendizaje y la reflexión crítica. Además, criticó que en el grado hay que tender "a formar a médicos básicos generales, no a miniespecialistas" y que el futuro es volver a una enseñanza general.

Por otra parte, también apuntó que la evaluación no debe limitarse al grado y posgrado, sino también a la etapa posterior en cuanto al impacto de la formación continuada. Aseguró que hay varios estudios que indican que muchas actividades de formación continuada no tienen un efecto real sobre la práctica: "Lo que nos debe importar es el impacto sobre los ciudadanos, no conseguir documentar que hemos hecho cierta actividad".