Los médicos piden que su relación con los pacientes sea patrimonio de la Humanidad
Esta semana se presentó una moción en el Senado, destinada a que el Gobierno solicite ante la UNESCO la declaración de patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad para la relación médico paciente, un bien social de histórica trayectoria.
El Foro de la Profesión Médica (FPME) difundió esta mañana el documento que sienta las bases del procedimiento formal de solicitud para que la relación médico-paciente sea reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, a salvaguardar por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Pie de foto: Dr Serafín Romero (OMC)
La iniciativa ha sido liderada por el Foro de la Profesión Médica (FPME), en cuyo nombre habló el doctor Serafín Romero, presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), contando con el respaldo del resto de organizaciones que componen dicho foro: la Federación de Asociaciones Científico-Médicas Españolas (FACME), la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina de España (CNDFME), el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud (CNECS) y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM).
Pie de foto: Representantes institucionales del Foro de la Profesión Medica
El documento, elaborado por un grupo de expertos del foro, supone un punto de partida del proceso a seguir para alcanzar ese reconocimiento de la UNESCO, con la voluntad de que participen la sociedad, las instituciones públicas y, sobre todo, los pacientes. En este sentido, Romero agradeció especialmente el respaldo brindado por las principales asociaciones de estos últimos: la Alianza General de Pacientes, el Foro Español de Pacientes; y la Plataforma de Organizaciones de Pacientes.
Romero también afirmó que la relación médico-paciente constituye la esencia de la Medicina, por lo que el Foro de la Profesión Médica aprobó por unanimidad, en su asamblea general de 15 de junio de 2016, promoverla como "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad", con el objetivo de proteger y potenciar dicha relación y sus valores, y defenderla de las amenazas a las que se encuentra sometida en la actualidad, derivadas de presiones administrativas, tecnológicas, económicas y políticas, entre otras.
Pie de foto: Dr Miguel Ángel García (CESM)
Con esta iniciativa, el FPME aspira a promover una relación médico-paciente de calidad, en colaboración con las administraciones, instituciones sanitarias, organizaciones médicas y asociaciones de pacientes. Se trata de mantenerla como núcleo fundamental de la asistencia sanitaria centrada en la persona, que sea de alcance universal y con un funcionamiento eficiente. Preservar sus valores y contribuir a su adaptación ante nuevas circunstancias que vayan apareciendo en el futuro forman parte también de este proyecto.
Para conocer el porqué de la solicitud, el doctor Miguel Ángel García, secretario de Estudios Profesionales de CESM, hizo un resumen histórico de lo que ha supuesto siempre la relación médico-paciente, como modelo de relación humana que se remonta a los orígenes de la humanidad, como lo constatan numerosos documentos, entre ellos, el Código de Hammurabi, del siglo XVIII (1728 a.C), relación que se desarrollo con un fuerte acento paternalista puesto de manifiesto en el Juramento Hipocrático (460-347 a.C.) y en la Oración de Maimonides (Córdoba 1138). Posteriormente, los avances científicos entre los siglos XVII y XIX influyen en esta relación que evoluciona hacia una concepción más holística con una visión del paciente como persona que precisa información. De esta forma, la comunicación, la escucha y la palabra se convierten en nuevos recursos terapéuticos.
En el siglo XX esta relación experimentó un profundo cambio de la mano de acontecimientos trascendentales como la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948); la obligatoriedad del consentimiento informado (1957); la carta de derechos del paciente (1973); y la Ley General de Sanidad (1986), entre otros. Todos estos hechos conducen a una Medicina basada en la afectividad, en la que la relación médico-paciente pasa a sustentarse en el respeto y en la confianza mutua. Dan paso a un paciente informado formado y con autonomía, cualidades fundamentales en esta nueva relación clínica para crear un ambiente propicio que va a promover no solo la salud sino también la seguridad y la capacidad de decisión del enfermo.
Esta transformación de la relación médico-paciente ha permitido elevar el nivel de confianza en la profesión médica que en este tiempo ha potenciado su papel proactivo y su compromiso ético con el bienestar del paciente, bajo los preceptos del profesionalismo y de los principios que inspiran el buen quehacer del ejercicio médico.
Cumplir con la responsabilidad genuina de la profesión médica al servicio de los pacientes lleva implícito también promover la justicia social. Ello implica asegurar la distribución equitativa de los recursos para garantizar que todas las personas tengan acceso a la atención sanitaria, teniendo en cuenta que el profesionalismo se extiende mucho más allá del encuentro asistencial.
Es evidente, como se constata en este documento del FPME, la necesidad de colaborar con los pacientes y que la relación médico-paciente sea el núcleo fundamental de una asistencia sanitaria centrada en la persona, de alcance universal y funcionamiento eficiente.
Como explicó el doctor Patricio Martínez, presidente de honor de CESM y coordinador del proyecto, el Foro de la Profesión Médica apela a la implicación de todos los agentes involucrados para la protección y promoción de este bien cultural y social que es la relación entre una persona que necesita ayuda en torno a una realidad de enfermedad y un profesional capacitado para ofrecérsela.
Pie de foto: Dr Patricio Martínez (CESM)
Precisamente, el Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad (PCIH) tiene como fin salvaguardar aquellas prácticas vivas en las comunidades humanas que, con un fuerte peso de la tradición, merecen ser destacadas por su capacidad de identificación y cohesión social dentro de las comunidades que las practican o del conjunto de la sociedad, y, por tanto, inscritas en las listas patrimoniales de la UNESCO.
A partir de ahora se inicia un proceso que pretende ser largo y fructífero, en colaboración con las autoridades competentes, de promoción y protección de la relación médico-paciente y sus valores. Un proceso que, en cálculo de los promotores, no será inferior a los 3 años de duración.
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