lunes, 24 de enero de 2011

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La política farmacéutica en España


Alfonso Jiménez Palacios, director general de Farmacia

El medicamento es una de las herramientas más importantes de que disponemos para combatir la enfermedad y sus consecuencias, por ello debemos ser capaces de compaginar el objetivo de mantener y reforzar una prestación farmacéutica de calidad, universal y equitativa, con su sostenibilidad a medio y largo plazo


Madrid (25-1-11).- El medicamento es una de las herramientas más importantes de que disponemos para combatir la enfermedad y sus consecuencias. Por lo tanto, una primera reflexión que es necesario hacer, aunque parezca una obviedad, es que estamos hablando, sobre todo y ante todo, de un tema sanitario ya que su razón de ser es la salud de las personas y de la comunidad.

Sin embargo, también es cierto que el medicamento es un producto industrial con grandes implicaciones económicas, industriales, en la política de I+D+i y, por lo tanto, en el modelo productivo con diversos agentes implicados cuyos intereses no siempre son coincidentes.

Así, la política farmacéutica es muy compleja, teniendo que compaginar el hecho de ser, tanto cuantitativa como cualitativamente, una de las piezas más relevantes de las políticas sanitarias, con la necesaria alineación de los intereses de todos los agentes que intervienen en la cadena del medicamento.

El primer y principal objetivo de la política farmacéutica, como rezaba el Plan Estratégico de Política Farmacéutica en el SNS, es “garantizar la calidad de la prestación farmacéutica y su uso racional por el ciudadano, al tiempo que mejorar la eficiencia en el uso de los recursos económicos destinados a su financiación pública”.

Efectivamente, cuando en 2004 comienza la andadura del primer Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, el incremento interanual del gasto farmacéutico público por recetas se situaba en tasas superiores al 12 por ciento haciendo necesarias medidas para garantizar la sostenibilidad de la prestación farmacéutica y del propio SNS. Además de las medidas a corto plazo para moderar el crecimiento del gasto (ya en 2004 el gasto por recetas terminó con un crecimiento del 6,42 por ciento), era preciso abordar una política estratégica a medio y largo plazo que, además de garantizar la calidad de la prestación y el uso racional de los medicamentos, introdujese reformas estructurales que permitiesen mantener la factura farmacéutica dentro de unos límites asumibles por el sistema sanitario y por la sociedad española.

Este I Plan Estratégico de Política Farmacéutica en el SNS presentado en noviembre de 2004 incorporaba 11 líneas estratégicas y 67 medidas que incidían en todos los eslabones de la cadena del medicamento: Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, sistema de fijación de precios, formación e información de los profesionales, distribución, oficinas de farmacia, información y educación de los ciudadanos, impulso de los medicamentos genéricos, nuevo sistema de precios de referencia, etc.
Para el desarrollo de muchas de las medidas contempladas en este I Plan, era necesario un nuevo marco normativo y, así, se abordó la redacción de una Ley que sustituyese a la del Medicamento de 1990. La Ley 29/2006, de Garantías y Uso Racional de los Medicamentos y Productos Sanitarios incorpora los avances científicos, profesionales y tecnológicos habidos en los últimos 15 años, así como incrementa la transparencia y la objetividad de los procedimientos, reforzando igualmente las garantías de la cadena farmacéutica. También transpone las directivas de la Unión Europea en materia de medicamentos.

Quizás no es este el sitio ni el momento de pormenorizar los logros conseguidos estos últimos años en materia de política farmacéutica, pero no me resisto a apuntar que, por primera vez en más de 20 años, el incremento interanual del gasto farmacéutico se ha conseguido mantener en tasas del 5-6 por ciento, cifras netamente inferiores a los incrementos del gasto sanitario público total. Esta serie termina, de momento, en 2009 año en el que, por primera vez en la historia (desde que existen datos contrastables), se produce un incremento inferior al 5 por ciento (concretamente el 4,47 por ciento).

A pesar de estos buenos resultados, no podemos olvidarnos de que, a partir de 2008, se ha desencadenado una crisis financiera y económica de grandes proporciones que ha golpeado a España de manera contundente. Así, mientras nuestro gasto farmacéutico crecía el 4,47 por ciento en 2009, nuestro Producto Interior Bruto (PIB) caía un 3,6 por ciento produciendo, además de otros muchos efectos indeseables, una importante caída de los ingresos fiscales, ingresos con los que se financian, entre otras cosas, los servicios públicos incluidos los servicios sanitarios, produciendo graves desequilibrios presupuestarios en las Comunidades Autónomas, responsables de la gestión de estos servicios.

Ante esta situación, el pasado 18 de marzo, el Pleno del Consejo Interterritorial del SNS (CISNS) adopta por unanimidad un Acuerdo por la Calidad, la Equidad, la Cohesión y la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud. Un acuerdo que me atrevería a calificar de “histórico” ya que, por primera vez en la historia del CISNS, todos los consejeros y consejeras de Sanidad de las Comunidades Autónomas, presididos por la ministra de Sanidad y Política Social, acuerdan medidas a corto y medio plazo, no solo para “salir del paso” de la actual situación, sino para marcar una hoja de ruta consensuada que permita garantizar que nuestro SNS siga siendo en el futuro uno de los principales pilares de nuestro sistema de protección social.

Este acuerdo recoge una serie de medidas en materia de política farmacéutica para impulsar la calidad de la prestación y el control del gasto. Estas medidas se plasmaron en el Real Decreto-ley 4/2010 que, entre otras muchas cosas, aprobó una rebaja del precio de los medicamentos genéricos unida a una regulación de los descuentos por volumen de ventas y pronto pago, así como una modificación del cálculo de los precios de referencia que pasan a calcularse con el coste tratamiento día más barato de cada conjunto homogéneo de medicamentos en vez de con el promedio de los 3 más baratos como sucedía hasta ahora.

Posteriormente, y ante la imperiosa necesidad de recortar el gasto público para reducir el déficit fiscal, el Gobierno aprueba un segundo Real Decreto-ley (el 8/2010) que, junto a más medidas en otros ámbitos, incluye una deducción del 7,5 por ciento en los medicamentos no afectados por el anterior Real Decreto-ley (el 4 por ciento en el caso de los medicamentos huérfanos) así como una reducción en el precio de los productos sanitarios del 7,5 por ciento con carácter general y del 20 por ciento en el caso de los absorbentes para incontinencia urinaria. Igualmente, emplaza a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para que autorice y regule el fraccionamiento de determinados envases de medicamentos para su dispensación por unidades concretas (unidosis).

Todo este conjunto de medidas que comenzaron a entrar en vigor el pasado uno de junio están produciendo los efectos buscados, con una importante inflexión en el crecimiento del gasto por recetas. Así, en los meses de junio a octubre se ha producido un descenso en la factura farmacéutica de entre un 6 y un 9 por ciento en relación a los mismos meses del año anterior y, en lo que respecta al crecimiento interanual, hemos pasado del 4,86 por ciento de mayo al -0,03 por ciento de septiembre. Ello indica que en el presente año 2010, la factura farmacéutica pública por recetas se va a situar en crecimiento negativo y que, para el año que viene, una vez entrado en vigor el nuevo sistema de cálculo de los precios de referencia, este parámetro seguirá con tendencia descendente.

Sin embargo no debemos bajar la guardia. Necesitamos perseverar en objetivos y actuaciones a corto y medio plazo que nos permitan compatibilizar la sostenibilidad de la prestación farmacéutica y del SNS, con los legítimos intereses de todos y cada uno de los agentes que intervienen en la cadena farmacéutica.

Por eso me gustaría remarcar algunos elementos estratégicos que considero claves para el futuro:

• Es imprescindible mantener una tensión constante por la eficiencia de la prestación farmacéutica. La factura farmacéutica hay que mantenerla dentro de parámetros que la hagan sostenible a medio plazo.
• Para mantener una prestación de calidad, es necesario apoyar decididamente la investigación y la innovación, incorporando a la prestación todos aquellos medicamentos que aporten ventajas sustanciales para el tratamiento de las enfermedades. Para ello hay que avanzar decididamente por el camino de la evaluación de la efectividad y de los costes.
• Desde este último punto de vista, el Plan Sectorial para la Industria Farmacéutica que comprometió el presidente del Gobierno cobra una especial relevancia conciliando los necesarios objetivos de desarrollo industrial con los irrenunciables objetivos de calidad, equidad y sostenibilidad del SNS.
• Las oficinas de farmacia y los farmacéuticos deben incrementar su papel como agentes de salud y no solo en relación a la dispensación de medicamentos y al seguimiento de los tratamientos, sino también en la prevención y en la promoción de la salud, tanto a nivel individual como colectivo.
• Es imprescindible que los profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, etc.) se impliquen cada vez más en el diseño y desarrollo de las políticas farmacéuticas. Ellos son, no solo los que prescriben, usan e indican los medicamentos sino, sobre todo, el nexo más importante de unión entre los pacientes y las administraciones sanitarias y, por lo tanto, artífices de la ejecución de estas políticas.
• El papel de los pacientes y de los usuarios debe ser creciente. No se trata sólo de que la política farmacéutica (y la sanitaria en general) se centre en ellos. Se trata de que sean actores principales en el diseño y desarrollo de estas políticas.

En definitiva, debemos ser capaces de compaginar el objetivo de mantener y reforzar una prestación farmacéutica de calidad, universal y equitativa, con su sostenibilidad a medio y largo plazo. Nos jugamos mucho en ello y tengo la seguridad de que lo conseguiremos con el esfuerzo de todos

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