miércoles, 26 de enero de 2011

SEMERGEN advierte que las adicciones sin sustancias son enfermedades crónicas :: El Médico Interactivo, Diario Electrónico de la Sanidad ::

SEMERGEN advierte que las adicciones sin sustancias son enfermedades crónicas que indican depresión, trastornos de la personalidad o enfermedad bipolar

Mónica de Haro

La Organización Mundial de la Salud estima que una de cada cuatro personas sufre trastornos de la conducta relacionados con las adicciones sin sustancia; entre ellas, la adicción a las redes sociales es la más preocupante



Madrid (27-1-11).- La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cuatro personas sufre trastornos de la conducta relacionados con las adicciones sin sustancia. Entre ellas, la adicción a las redes sociales es la más preocupante. Lo que suele comenzar como una conducta ocasional aumenta de frecuencia hasta convertirse en patológica. La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y Lundbeck advierten que las adicciones sin sustancias son enfermedades crónicas que indican depresión, trastornos de la personalidad o enfermedad bipolar

La ludopatía, la adicción al trabajo, las compras compulsivas y la adicción a Internet acaparan la atención de psiquiatras y médicos de Atención Primaria (AP) ante el continuo aumento de su incidencia, aunque sólo la ludopatía está incluida en las clasificaciones internacionales DSM-IV-TR y CIE-10.

Se trata de adicciones más aceptadas socialmente que el consumo de sustancias tóxicas, pero los expertos confirman que son igual de adictivas y con similares consecuencias bio-psicológicas y sociales que acaban derivando en un abandono social, de sus obligaciones laborales, familiares e incluso de otros hobbies.

Psiquiatras y médicos de AP confirman el incremento de casos en consulta, que se sitúa entre el 10-15 por ciento de la población general. Según la Dra. Susana Gómez-Lus, medical affairs manager de Lundbeck España, afirma que “el 80 por ciento de los pacientes que acuden a AP lo hace por trastornos del ánimo y que, cada vez más, la adicción sin sustancias es uno de las factores que desencadena dichas depresiones. “Este tipo de adicción no está catalogada como enfermedad mental pero su prevalencia va en aumento y además, tiene un alto interés social”.

Asimismo, señalan que esta falta de clasificación de debe a que son novedosas y a que “los criterios diagnósticos son muy exquisitos. Pero aunque no hay sustancia, el efecto es igual. Se trata de un hábito que se repite continuamente porque se obtiene una recompensa, y esto impulsa a repetirlo”.

Por ello, consideran que la formación de los médicos es clave para el diagnóstico y tratamiento. Reclaman unidades especiales, un cambio de actitud tanto de los profesionales como de la sociedad, demasiado permisiva con estas adicciones, y más control e información por parte de los padres.

“La frontera entre lo normal y lo patológico es muy sutil, pero el tiempo que se le dedica y el impacto sobre la vida cotidiana son los principales indicadores”, explica el Dr. Javier García Campayo, psiquiatra del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.

“Trabajar más de 50 horas semanales o estar conectado 3 horas al día puede suponer un problema, añade, y acaba provocando un aislamiento progresivo y abandono de obligaciones”.

Aunque en España el nivel de adicción es todavía “normal y entra dentro de lo esperable”, el Dr. García Campayo estima que en 10 años alcanzará picos similares a los de Japón y EE.UU., “donde la gente se pasa años encerrada en casa sin salir”.

José Angel Arbesú, coordinador de Salud Mental de SEMERGEN, señala algunos rasgos de personalidad de este tipo de adictos como la impulsividad disfuncional, baja autoestima e introversión. “Los pacientes no vienen por sí mismos, no reconocen que tengan un problema. Hay cierto estigma en confesar que se es un adicto. Suele venir algún familiar alarmado por sus cambios de conducta”.

El tratamiento de la mayoría de las adicciones sin sustancia se basa en la psicoterapia, principalmente en la cognitivo-conductual. En los pacientes que presentan ansiedad, depresión o un difícil control de impulsos se puede emplear terapia farmacológica, antidepresivos -sobre todo serotoninérgicos-, ansiolíticos o antiepilépticos tipo topiramato para el mejor abordaje de la adicción.

Como explica el Dr. Arbesú, la función del médico de AP es llegar a un “acuerdo terapéutico y el tratamiento debe ser compartido por psiquiatras, psicólogos y médicos de familia, con el fin de facilitar una atención integral del paciente”.

Los pasos adecuados serían que el paciente reconozca la existencia del problema, tratar las enfermedades asociadas si existen (sobre todo depresión), reducir progresivamente el tiempo dedicado a administrarse el proceso, ofrecerle apoyo psicológico para entender y modificar las causas que han llevado a la adicción (rasgos de personalidad, sucesos vitales, presión del entorno), y en caso necesario, ayudas farmacológicas para facilitar el control de la adicción.

Las recaídas son frecuentes en este tipo de adicciones. La mayoría tienen lugar durante los tres primeros meses tras la finalización del tratamiento, siendo improbables a los dos años sin conducta adictiva. “Por eso hay que mantener la vigilancia y el tratamiento puesto que estamos hablando de un proceso adictivo crónico”, añade el Dr. Arbesú.

“La sociedad debe intervenir de forma preventiva y precoz para evitar esta tendencia ascendente a las adicciones sin sustancias que pueden esconder otras patologías. Tenemos que dar un uso adecuado a las herramientas y que el reflejo que estas tengan sea positivo”, concluye.
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