soluciona problemas y REDUCe GASTOS
La formación del paciente debe realizarla el SNS
El SNS debe diseñar los programas de formación para pacientes, según Kate Loring, creadora del concepto de paciente experto.
Laura Pérez Torres. Granada | 08/02/2012 00:00
Los costes crecientes de la sanidad y el progresivo envejecimiento de la población, junto a un aumento de las patologías crónicas, han provocado un nuevo enfoque en la educación sanitaria. Esto, junto al mayor acceso a la información, llevaron a Kate Loring, profesora del Departamento de Medicina de la Universidad de Stanford y directora del Centro de Investigación de Educación de Pacientes de la universidad, a crear y consolidar el concepto de paciente experto, a partir del cual desarrolló en los 80 un programa con el mismo nombre que ha servido de base metodológica para programas de formación entre iguales de todo el mundo.
Según ha explicado Loring en una jornada de trabajo en la Escuela Andaluza de Salud Pública, en Granada, "los pacientes viven un 99 por ciento de su tiempo fuera de los servicios médicos y lo que hagan en ese tiempo es muy importante porque puede mejorar su calidad de vida y reducir los gastos del sistema sanitario". Para ello, las personas tienen que aprender a convivir con su enfermedad, por lo que el grupo de investigación de Stanford lleva años enseñando a enfermos crónicos a conocer mejor su patología, a vivir con ella y a desarrollar sus competencias personales para afrontar mejor la situación.
Asimismo ha incidido en que "intentamos formar pacientes que puedan ser responsables de su proceso y ganar independencia sin dejar de recibir la asistencia sanitaria que precisen". En cuanto a los profesionales, "es esencial recordar que las personas con enfermedades crónicas no son todo el tiempo pacientes; tienen sus problemas, cumplen otros papeles como padres, parejas o trabajadores, y nosotros como profesionales tenemos que escuchar al paciente".
En este sentido, Loring ha dicho que "está claro que es el sistema, y no los profesionales, el que tiene que responsabilizarse de la realización de los cursos para pacientes. Debe ser una obligación establecer la estructura necesaria para que los programas educativos formen parte de los tratamientos. Puesto que los profesionales no tienen tiempo, estos cursos están hechos por los propios pacientes".
La clave de los programas para educar al paciente se centra en intentar aportar posibles soluciones a los problemas: qué se puede hacer para el dolor, para el cansancio para la depresión, cómo pueden explicar su enfermedad y cambios de hábitos a sus familiares y amigos, o cómo hablar con los médicos y enfermeras".
Para estructurar un programa, Loring ha explicado que, "a diferencia de lo que está sucediendo en España, en Stanford se realizan programas para personas con enfermedades crónicas, sin que importe el problema concreto que tengan, puesto que las directrices que deben aprender son muy comunes". En cuanto al diseño de los programas, se incide en cómo solucionar los problemas de los pacientes dando herramientas para que las utilicen, pero es su decisión usarlas y de qué forma.
El año pasado acudieron a estos programas en Estados Unidos más de 100.000 personas. "Sin embargo, no hay bastantes profesionales para poder afrontarlo. Nuestro objetivo es llegar a 1 ó 2 millones porque la información es un derecho de todos los pacientes".
El programa Paciente Experto, basado en el programa de Autocuidado de la Salud de Stanford, se ha extendido a más de treinta países. En la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía se están desarrollando diversos proyectos en este campo como es la Escuela de Pacientes, la Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del Paciente o el Observatorio de Seguridad del Paciente, proyectos de formación entre iguales elaborados por pacientes para pacientes. La Escuela de Pacientes creada hace tres años y coordinada desde la EASP tiene el objetivo de formar a pacientes, cuidadoras y cuidadores expertos. Para ello cuenta con 500 ciudadanos formadores que se han convertido en profesores solidarios que ayudan a otros a manejar determinadas dolencias en 63 aulas temáticas. La Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del Paciente cuenta con una metodología similar a la anterior, con la que se han impartido cursos en Galicia, Cataluña, Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía. Sus formadores proceden de asociaciones de consumidores y usuarios, pacientes y otros ámbitos relacionados con la salud.
Asimismo desde el Observatorio de Seguridad del Paciente también han surgido el sistema de acreditación de web sanitarias, que garantiza los contenidos sobre salud en internet, y la página del Centro Andaluz de Farmacovigilancia, donde se pueden notificar posibles reacciones adversas a fármacos.
- Debe ser una obligación del sistema sanitario que los programas educativos formen parte de los tratamientos para solucionar problemas
Asimismo ha incidido en que "intentamos formar pacientes que puedan ser responsables de su proceso y ganar independencia sin dejar de recibir la asistencia sanitaria que precisen". En cuanto a los profesionales, "es esencial recordar que las personas con enfermedades crónicas no son todo el tiempo pacientes; tienen sus problemas, cumplen otros papeles como padres, parejas o trabajadores, y nosotros como profesionales tenemos que escuchar al paciente".
En este sentido, Loring ha dicho que "está claro que es el sistema, y no los profesionales, el que tiene que responsabilizarse de la realización de los cursos para pacientes. Debe ser una obligación establecer la estructura necesaria para que los programas educativos formen parte de los tratamientos. Puesto que los profesionales no tienen tiempo, estos cursos están hechos por los propios pacientes".
La clave de los programas para educar al paciente se centra en intentar aportar posibles soluciones a los problemas: qué se puede hacer para el dolor, para el cansancio para la depresión, cómo pueden explicar su enfermedad y cambios de hábitos a sus familiares y amigos, o cómo hablar con los médicos y enfermeras".
Para estructurar un programa, Loring ha explicado que, "a diferencia de lo que está sucediendo en España, en Stanford se realizan programas para personas con enfermedades crónicas, sin que importe el problema concreto que tengan, puesto que las directrices que deben aprender son muy comunes". En cuanto al diseño de los programas, se incide en cómo solucionar los problemas de los pacientes dando herramientas para que las utilicen, pero es su decisión usarlas y de qué forma.
El año pasado acudieron a estos programas en Estados Unidos más de 100.000 personas. "Sin embargo, no hay bastantes profesionales para poder afrontarlo. Nuestro objetivo es llegar a 1 ó 2 millones porque la información es un derecho de todos los pacientes".
LOS PROGRAMAS DEL PACIENTE EXPERTO
El programa Paciente Experto, basado en el programa de Autocuidado de la Salud de Stanford, se ha extendido a más de treinta países. En la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía se están desarrollando diversos proyectos en este campo como es la Escuela de Pacientes, la Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del Paciente o el Observatorio de Seguridad del Paciente, proyectos de formación entre iguales elaborados por pacientes para pacientes. La Escuela de Pacientes creada hace tres años y coordinada desde la EASP tiene el objetivo de formar a pacientes, cuidadoras y cuidadores expertos. Para ello cuenta con 500 ciudadanos formadores que se han convertido en profesores solidarios que ayudan a otros a manejar determinadas dolencias en 63 aulas temáticas. La Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del Paciente cuenta con una metodología similar a la anterior, con la que se han impartido cursos en Galicia, Cataluña, Madrid, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía. Sus formadores proceden de asociaciones de consumidores y usuarios, pacientes y otros ámbitos relacionados con la salud.
Asimismo desde el Observatorio de Seguridad del Paciente también han surgido el sistema de acreditación de web sanitarias, que garantiza los contenidos sobre salud en internet, y la página del Centro Andaluz de Farmacovigilancia, donde se pueden notificar posibles reacciones adversas a fármacos.
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