Mi vocación no paga mis facturas
Carlos Vicario Espinosa Cobisa, Toledo 14 FEB 2012 - 00:00 CET
Soy doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología, Jefe de Sección y responsable de una Unidad de cirugía de columna en un hospital del Servicio Público de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM). Ni trabajo, ni he trabajado jamás en la sanidad privada.
Las medidas de austeridad que, al parecer, se van a imponer en el SESCAM me van a afectar del siguiente modo: 1º: Rebaja del complemento específico que me supondrá un 3% de mi sueldo; 2º: Rebaja del 15% en lo que se me paga por hora de guardia; 3º: Anulación del complemento por quinta guardia (ahora con la no reposición de vacantes esto sucederá todos los meses); 4º: Suspensión del programa de cirugía autoconcertada con la que reducíamos listas de espera y mejorábamos nuestros sueldos. 5º: Incremento del IRPF
En total, puede sumar entre un 30-40% de mi nómina mensual. Si a todo esto, le sumamos que se nos va a imponer un incremento de horario de 2,5 horas semanales, nos encontramos en una situación muy frustrante y desmotivadora. Tan solo me queda pedir que alguien, a ser posible Doña Dolores de Cospedal, me dé, por favor, un único motivo por el que no limitarme exclusiva y rigurosamente durante mi actividad diaria a las ocupaciones que son obligatorias, y para lo demás, no mover ni un dedo, cumpliendo a rajatabla el tópico del funcionario. Cualquiera que sepa un poquito acerca del funcionamiento de un hospital público, sabe que si esta actitud se generaliza, puede conducir a su práctico colapso por inactividad, y a que muchos médicos abandonemos el sistema público en beneficio de la Sanidad Privada (me asusta mucho esta posibilidad porque parece provocada).
Y no me respondan que apele a mi vocación, ya que con ella no puedo pagar mis facturas, aunque lo he intentado, pero en todas partes me ha sido rechazada como medio de pago. Ni tampoco me recuerden la suerte que tengo por estar trabajando y encima en lo que me gusta. Mi suerte ya la agoté, empezando por la época del Instituto y Selectividad, luego gasté mucha durante los seis años de carrera y gracias a ella aprobé docenas de exámenes extraños; y casi la agoté por completo en el examen MIR; aún así me quedó una pequeña ración que consumí cuando aprobé la oposición de mi Comunidad con el número 1 para disfrutar de una plaza en propiedad.
Ya no me quedan ni más suerte, ni más paciencia.— Carlos Vicario Espinosa.
En total, puede sumar entre un 30-40% de mi nómina mensual. Si a todo esto, le sumamos que se nos va a imponer un incremento de horario de 2,5 horas semanales, nos encontramos en una situación muy frustrante y desmotivadora. Tan solo me queda pedir que alguien, a ser posible Doña Dolores de Cospedal, me dé, por favor, un único motivo por el que no limitarme exclusiva y rigurosamente durante mi actividad diaria a las ocupaciones que son obligatorias, y para lo demás, no mover ni un dedo, cumpliendo a rajatabla el tópico del funcionario. Cualquiera que sepa un poquito acerca del funcionamiento de un hospital público, sabe que si esta actitud se generaliza, puede conducir a su práctico colapso por inactividad, y a que muchos médicos abandonemos el sistema público en beneficio de la Sanidad Privada (me asusta mucho esta posibilidad porque parece provocada).
Y no me respondan que apele a mi vocación, ya que con ella no puedo pagar mis facturas, aunque lo he intentado, pero en todas partes me ha sido rechazada como medio de pago. Ni tampoco me recuerden la suerte que tengo por estar trabajando y encima en lo que me gusta. Mi suerte ya la agoté, empezando por la época del Instituto y Selectividad, luego gasté mucha durante los seis años de carrera y gracias a ella aprobé docenas de exámenes extraños; y casi la agoté por completo en el examen MIR; aún así me quedó una pequeña ración que consumí cuando aprobé la oposición de mi Comunidad con el número 1 para disfrutar de una plaza en propiedad.
Ya no me quedan ni más suerte, ni más paciencia.— Carlos Vicario Espinosa.
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