ALAN MILBRUN, EXMINISTRO BRITÁNICo
Reforma sanitaria: la idea es la misma dentro y fuera de España
Implicar más a profesionales y pacientes, aprovechar la colaboración público-privada, incrementar la transparencia del sistema, apostar por una política de evaluación... Son algunos de los consejos de Alan Milburn, exministro de Sanidad del Reino Unido, para rescatar la sanidad.
Enrique Mezquita. Valencia | 11/07/2012 00:00
Alan Milburn, ministro de Sanidad del Reino Unido entre 1999 y 2003. (DM)
Alan Milburn fue ministro de Sanidad del Reino Unido entre 1999 y 2003 y durante su mandato se impulsaron reformas radicales en el ámbito de la salud y los servicios sociales. En su visita a España ha impartido en Valencia la conferencia, organizada por PwC, Ya es el momento de cambiar cómo se presta la asistencia sanitaria; la hoja de ruta del británico es casi calcada de la que prima en los foros españoles: los días de grandes presupuestos en sanidad han acabado. Hay que hacer más con menos.
Objetivos tecnológicos
El cambio de patrón de enfermedad hace que el debate no se centre en el estado de la salud, "sino en la salud del Estado", por lo que son básicos la prevención y el cuidado de los estilos de vida. Otro reto lo representa la tecnología, cuya potenciación permitirá un "mejor control de la salud" con herramientas como la farmacogenética, que dejará "un sistema sanitario totalmente distinto". También ha hecho hincapié en que "el incremento de enfermedades crónicas hará que nos centremos en el tratamiento episódico; será un desafío afrontar el desparejamiento entre el hospital y la asistencia domiciliaria".
- Debemos romper con la visión de que una mejora llega con más gasto: no es sostenible. Los gobiernos deben cuadrar gastos a largo plazo
Aunque existen menos recursos "la presión del sistema sigue aumentando". Todos los países se enfrentan al mismo reto: obtener mejores resultados con menores costes: "Debemos romper con la visión de que las mejoras se producen con más gasto: no es sostenible". Cree que los gobiernos "deben lograr cuadrar sus cuentas a largo plazo", eliminando visiones cortoplacistas.
Milburn ha señalado que la situación actual "nos brinda una gran oportunidad para cambiar un sistema configurado para el siglo pasado" y muy centrado en lo hospitalario. Sugiere "lograr un mejor equilibrio entre control central y local" y destaca que los sistemas "deben ser autosuficientes y evitar una jerarquización arriba-abajo".
Hay que primar la calidad
En su opinión, "gestores y médicos deben asumir responsabilidades". De forma paralela, se pregunta "cómo pasar de pagar a los que prestan los servicios por lo que son a remunerar por sus resultados y su eficacia".
Pagar más por la calidad que por la cantidad es una vía adecuada. La entrada de los mercados en el ámbito sanitario no le preocupa "si están bien gestionados y regulados. Habrá un mayor incremento del sector privado". Otra área de cambio supone pasar de sistemas cerrados a abiertos, un proceso que se basa en aumentar la transparencia de cara a profesionales y población.
Más retos: evolucionar de un paciente pasivo a uno activo: "Hay que empoderar al consumidor. La gran evolución de futuro supone que el paciente esté dentro de las decisiones". En este sentido, Milburn ha apuntado que "lo que el usuario de la sanidad dice sobre su asistencia es clave en la gestión del sistema y en su relación con los proveedores".
CUENTA MÁS LA CALIDAD QUE QUIÉN LA PRESTA
Milburn ha destacado específicamente la necesidad de comunicar muy bien cualquier cambio: "Cuando la reforma es tecnocrática, pero no se ha explicado bien, no suele tener resultados"; además, ha añadido que el paciente también "quiere saber qué extrae" de las novedades. Respecto a si las medidas que están sobre la mesa abocan o no a una privatización de la sanidad, ha dicho que, en primer lugar, "hay que buscar la manera de sacar la ideología del debate. Las reformas sólo son posibles si uno puede enfrentarse al debate de la privatización con sindicatos, oposición, medios de comunicación...". Según el exministro británico, ese debate se está dando en toda Europa, pero "es tangencial. Lo que cuenta es la calidad para el paciente y la satisfacción del contribuyente, no quién presta el servicio".
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