viernes, 21 de noviembre de 2014

Las medidas de ahorro han afectado al futuro de la investigación en nuevos medicamentos y al propio futuro de la industria :: El Médico Interactivo :: Las medidas de ahorro han afectado al futuro de la investigación en nuevos medicamentos y al propio futuro de la industria

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Las medidas de ahorro han afectado al futuro de la investigación en nuevos medicamentos y al propio futuro de la industria





Noviembre de 2014 - J. Granda/L. Rodríguez

El consejero delegado de Bama-Geve, Germano Natali, ha concedido una entrevista a EL MÉDICO

¿Cómo valora el presente de la industria farmacéutica en España? ¿Y el futuro?
Hay poco de nuevo y de bueno que se pueda decir. Se ha ido reduciendo el gasto farmacéutico de las Comunidades Autónomas –debido a la necesidad de reducir el déficit– y hemos pasado del máximo histórico de mayo de 2010, con una facturación de más de 12.000 millones, a una previsión de reducción del 25 por ciento, lo que es un drama para la industria.
¿En qué se ha traducido este drama?
En la reducción de la estructura comercial, con aproximadamente un 50 por ciento menos de empleados de información médica, y en reestructuraciones, con cierres de plantas. Y también la industria ha tenido que reducir la apuesta de futuro en investigación y desarrollo.
¿Cree que la reducción del gasto era una medida necesaria?
Seguramente. Pero dentro del gasto sanitario la peor parte se la ha llevado, como siempre, la industria farmacéutica. Se ha conseguido el ahorro a corto plazo, es indudable; pero, a medio plazo, si se reduce el tratamiento con medicamentos, también se traduce en menos prevención. Y todo esto repercute al final en más gastos a nivel de hospitalizaciones. El problema es que estamos sufriendo una crisis que nadie nacido después de 1929 había vivido, es un hecho real. Pero, al final, las decisiones se han tomado con una visión cortoplacista: se ha reducido el déficit a cualquier precio, sin pensar en la calidad de vida de los pacientes.
¿Y cómo sobrevive la industria en este contexto?
Las grandes multinacionales pueden tomar la decisión de desinvertir o reducir la inversión y mantener así el negocio global. Las pequeñas lo tenemos un poco más difícil.
¿Cree que la reducción del gasto sanitario está provocando un descenso de la calidad de la prestación farmacéutica?
La reducción de precio de un producto no repercute en el paciente y tampoco un cambio de marca a un genérico, siempre que el genérico se haga respetando las normas de buena fabricación. Pero hay otras medidas, como la desfinanciación, que sí. Hay productos que salen del reembolso, lo que tiene una lógica, ya que en España se financiaba todo a precio barato, algo que no pasaba en Europa. Y, en este caso, depende del tipo de producto que repercuta en la calidad de la prestación, porque si se baja el precio afecta sólo a la industria y al futuro, pero no al paciente. El hecho de que se quite el producto de reembolso, en esta situación de crisis con millones de parados, puede conllevar que el paciente no lo compre y puede ser que, al final, acuda al médico a pedir un producto reembolsado y más caro.
¿Y la disparidad de decisiones de las Comunidades Autónomas?
Este es el tercer asunto importante. Las Comunidades Autónomas toman diferentes medidas con el único objetivo de ahorrar. Yo creo que los derechos de los españoles deberían ser iguales para todos y, si el Ministerio de Sanidad o la Agencia Española de Medicamentos autorizan el reembolso de un fármaco, las condiciones tienen que estar garantizadas para todos.
Pero el presupuesto es responsabilidad de las Comunidades...
Está claro, tienen que gestionarlo. Pero hay una serie de derechos que deben ser iguales y vamos a una situación por la que la mayoría de productos nuevos se registran directamente a nivel europeo; esta fragmentación complica los derechos del paciente y también complica a la industria farmacéutica, que no sabe cómo se tiene que mover.
¿Se pone en riesgo la calidad?
Cuando una comunidad autónoma apuesta por sustituir un producto por otro, teniendo en cuenta solo el precio, sí que baja la calidad: si un anti-inflamatorio nuevo se le ha reconocido un precio 10 porque tiene menos efectos secundarios y es más eficaz, y se permite después sustituirlo por otro de precio 2 solo porque es más barato, efectivamente se consigue el objetivo del ahorro, pero se está afectando a la calidad del servicio farmacéutico. Y también sucede cuando se permite la sustitución de un producto por otro. En España, además, tenemos un problema grave en patologías importantes: productos registrados a nivel europeo, por razones de precio, no se pueden comercializar aquí. Está permitida por ley la exportación e importación paralela y cuando una molécula nueva, que permite ahorros de millones de euros, tiene un precio reconocido de 100 en Alemania o Reino Unido –porque se tiene en cuenta la inversión que se hace y el ahorro que consigue– y en España se le da un precio 20, obliga a no comercializarlo, porque gana el canal y pierde el que ha hecho la investigación.
¿Cree que queda margen para el ahorro?
Soy de los que piensa que la industria farmacéutica no puede dar más, necesita como mínimo tener un pequeño crecimiento todos los años. Se tienen que encontrar otras formas, quizá en otros sectores que no sean necesariamente los de la salud. Pero sale mucho más barato, desde el punto de vista económico y político, reducir precios de medicamentos (y es mucho más rápido, de un día para otro) que intervenir para ahorrar en un hospital. El resto del gasto sanitario es mayor, pero si miramos la historia de los últimos 25 años en España, la primera medida siempre ha sido el medicamento.
Históricamente, desde la industria farmacéutica se han pedido marcos regulatorios más estables y un futuro más predecible para poder hacer planificaciones a más largo plazo, sobre todo en los últimos años en los que la acciones sobre este sector se han multiplicado ¿En qué momento nos encontramos en la actualidad en este sentido? ¿Siguen siendo necesarios marcos jurídicos más estables?
Llevo 24 años en España, he estado varios años en la comisión de gobierno de Farmaindustria, en representación del grupo de italianos y japoneses; he visto cambiar mucha gente, muchos consejeros delegados y la petición del marco estable es la frase que más he oído y más se ha compartido. Se hablaba en 1991, se hablaba y parecía que se había conseguido algo cuando se firmaron los pactos con los gobiernos de Felipe González y Aznar... Lo que siempre ha pedido la industria farmacéutica es un marco estable y parecía que se había logrado con estos pactos, que preveían el reembolso de una parte y se pactaba un incremento de la facturación y, lo que superaba, se compartía entre la industria que tenía que devolver.  Contestando a la pregunta, lo veo imposible. El marco estable es utópico, y me sabe mal decirlo. Pero es así: se nos garantiza y, a los seis meses, hay una medida nueva, junto a los 20 marcos inestables que tenemos en las Comunidades Autónomas.
¿Ha mejorado la situación a raíz del acuerdo firmado por Farmaindustria con el Ministerio de Sanidad?
Dependiendo de quién ocupe el cargo, de la misma manera que dependiendo de quién sea consejero de salud, cambia la relación y las formas. Ha habido ministros muy duros con la industria, con los que no se ha podido dialogar, al alegar que tenemos objetivos diferentes. Y no es verdad, al final queremos lo mismo. En este momento hay entendimiento y buena relación con el Ministerio, con puntos en común, como el deseo de disponer de un marco estable. El problema es que, en la actualidad, el poder que tiene se está reducido al mínimo. Nos han garantizado que no habrá más medidas, pero al final las que deciden son las Comunidades...
Parece que el futuro de la política farmacéutica pasa por los acuerdos de riesgo compartido y por los acuerdos de techo máximo de gasto. Al menos así se apunta desde la Administración sanitaria ¿Cuál es su opinión al respecto?
Muchas Comunidades Autónomas las están priorizando, pero se están centradas únicamente en determinadas patologías, con tratamientos que son muy caros. Es un terreno muy complicado, porque depende de cómo se hace la evaluación; y estamos en un momento por el que, a raíz de la crisis, los políticos sólo miran al presupuesto y, al final, el riesgo compartido se mira sólo en una óptica de ahorro. Algo que es muy arriesgado para el paciente y que crea mucha incertidumbre sobre cómo se va a aplicar.
El director general de Farmaindustria se ha referido en alguna ocasión a que el principal desafío de la industria es el de retomar una senda de crecimiento sostenible al ritmo que lo haga nuestra economía y recuperar, así, la posición como una de las locomotoras de la economía española. ¿Le parece un reto alcanzable?
En los últimos meses, en economía se comienza a hablar más de crecimiento y  no sólo de ahorro. Porque el ahorro es inmediato pero, al final, necesitará de más ahorro, que es lo que está pasando: hay más parados, lo que supone una carga mayor a la Seguridad Social porque entra menos dinero, menos personas que cotizan para la jubilación... es una rueda. Respecto a la industria farmacéutica, como he comentado, se han puesto en marcha medidas de ahorro que han afectado no sólo a la calidad de los pacientes y al servicio farmacéutico, sino también al futuro de la investigación en nuevos medicamentos y al propio futuro de la industria.
¿Qué propone entonces?
Como mínimo, tendrían que permitir que la industria crezca como crece el IPC y conseguir, entre todos, que el IPC crezca. Por otro lado, la industria genera trabajo cualificado e investigación y necesita un marco mínimamente estable para pedir a los accionistas que apuesten en el futuro. Al final creo que, con este marco, se generará trabajo y más personas que coticen, pero debe cambiarse totalmente esta situación.
¿Qué valor aporta la industria farmacéutica a la investigación en general del país con respecto al resto de sectores industriales?
Seguramente, la industria farmacéutica es, en porcentaje, una de las industrias que más sigue apostando por la investigación; y por eso se tiene que mimar. Tendríamos que tener la garantía de que si se desarrolla el fármaco, tiene que tener la posibilidad de comercializarse en España, porque está sucediendo que algunos no se comercializan por el precio de reembolso que se adjudica.
¿Se corre el riesgo de que la investigación se vaya a otros países, por situaciones como las que cita?
Sí, a Alemania, a Japón, a EEUU... Ya la fabricación se va hacia India o China y, si ahora se va también la investigación, será muy difícil vivir sólo del turismo.
A la luz de todo lo comentado, ¿considera que el Pacto por la Sanidad sigue siendo la gran asignatura pendiente?
Sí, el Ministerio debería retomar el mando y acordar un pacto que garantice un mínimo de estabilidad que permita que nosotros podamos pedir más inversión a los directores generales y a los accionistas de nuestras compañías.
Pasando a Bama-Geve, usted lleva más de 20 años en la compañía, y dirigió su implantación en nuestro país ¿qué balance haría de este periodo?
Bama-Geve fue fundada hace más de un siglo, en 1909. La parte Geve es pionera, comercializó productos muy originales, hasta los años 40. Después, entre los 70 y 90, Bama y Geve se fusionaron y, en 1990, el grupo familiar Prospa –una multinacional italiana presente en varios países y en la que yo trabajaba– compró el laboratorio en España. En 2002-2003, el grupo Alfa Wassermann compró Bama-Geve, que ha mantenido sus nombres y productos, pero ha ido añadiendo áreas terapéuticas donde estaban presentes sus productos de investigación. En la actualidad, este grupo está presente en China, Rusia, Polonia, Rumanía, República Checa, en todo el sur de Europa, en EEUU y México.
¿En qué áreas terapéuticas se centran?
En 2002, cuando se produjo la compra, eran Dermatología, Cardiología, cicatrización de heridas –con Linitul, un producto histórico que la antigua Geve comercializó en 1923– y Mepentol en el área del tratamiento de úlceras. Desde entonces hemos añadido la Traumatología, con la familia 'Ala' y con Spiraxin (rifaximina) hemos entrado en la Gastroenterología. Y, en 2012, hemos recuperado Aterina, un producto de investigación del grupo, en el área vascular. Estas tres últimas áreas son las que esperamos que crezcan más. Nos estamos centrando en áreas concretas en las que las grandes multinacionales tienen menos interés, además de hacer también, a partir de 2012, una apuesta por la Atención Primaria. Hacemos investigación en estos campos, bien nosotros, bien con partners japoneses y estadounidenses.
¿En qué situación se encuentra la filial española? ¿Cómo es considerada dentro de la compañía a nivel global?
De momento, somos los segundos después de Italia, lo que, personalmente, me gusta, pero no es lógico si se mira con frialdad. Me gustaría seguir siéndolo, pero estamos presentes en países como China, donde están previstos crecimientos grandes, en Rusia...  Pero estoy satisfecho de los resultados, empezamos con crecimientos de dos dígitos y, en los últimos años, las medidas nos han afectado, lo que ha hecho disminuirlos aunque también creo que hay margen para seguir creciendo, gracias a rifaximina, nuestro producto para el tratamiento de la enfermedad divercular y para la prevención de la diverticulitis. Es un fármaco con muchas posibilidades, el único antibiótico que no se absorbe a nivel de aparato gastrointestinal. Tiene actividad sin efectos secundarios.
¿Cómo resumiría la apuesta del laboratorio por la I+D en España? ¿qué porcentaje del presupuesto dedican a la investigación?
Hacemos estudios clínicos, pero no investigación directa, que se realiza principalmente en Italia. Dedicamos, en función del año, entre el 5-10 por ciento a la investigación.
En general y a pesar del entorno de crisis que estamos viviendo, ¿es optimista con el futuro?
Sí, un entrenador no puede decir antes del partido que no hay nada que hacer, puede pensarlo pero no decirlo. Soy optimista (yo lo pienso y lo digo) pese a la presión y a los problemas que tiene la industria. Se tiene que entender tanto en Madrid como en todas las Comunidades Autónomas que hemos llegado al límite.  En cuanto a Bama-Geve, soy más optimista: hemos superado muchas dificultades y problemas y creo que tenemos la ventaja de que somos un pequeño barco con una tripulación que trabaja de manera conjunta y en la misma dirección. Y esto ayuda a superar las dificultades. Somos más flexibles y tenemos identificadas áreas no tan competitivas para las multinacionales.

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