PRIMER PLANO
Tres vías: congelar el cadáver, la técnica de Thiel o utilizar formol
El presupuesto y la finalidad docente que se le da al cuerpo determinan que se congele o se embalsame.
F. G. | fjgoiri@diariomedico.com | 27/06/2016 00:00
El proceso que se sigue para el tratamiento y conservación de los cuerpos está muy protocolizado. El primer paso es someter el cuerpo a un análisis serólogico previo "para descartar enfermedades infecto-contagiosas graves, fundamentalmente hepatitis y sida", dice Mariano Monzó, de la Universidad de Barcelona. Si el cuerpo está infectado, es inutilizable para la docencia y se procede a su inmediata incineración. Descartada cualquier infección, se puede optar por la congelación o el embalsamamiento, que, a su vez, se puede realizar usando formol o una técnica más sofisticada, la de Thiel (en honor de su inventor, el anatomista Walter Thiel). Las posibilidades económicas y la finalidad docente que se le quiere dar al cuerpo determinan el uso de una u otra.
- Los cuerpos tratados con formol se usan para las prácticas de grado, pero los cursos de posgrado exigen cadáveres cuya estructura se asemeje más al paciente vivo
La conservación de los cuerpos con aldehídos (el famoso formol) es relativamente económica y permite que el cadáver esté expuesto al aire durante mucho tiempo. Los cuerpos tratados con formol se usan en todas las facultades para las prácticas de grado, porque "el cuerpo -afirma Monzó- dura mucho, resiste mejor y se puede trabajar sobre él en varias sesiones separadas". El inconveniente de esta técnica, según Francisco Clascá, de la UAM, es que el formol "coagula las proteínas y las endurece de tal manera que, aunque conserva bien la estructura anatómica, la distorsiona, la petrifica, y aleja el cuerpo de la realidad de un paciente vivo. El material tratado con formol es idóneo para estudiar Anatomía con los alumnos de grado, pero no para la formación continuada de los cirujanos, que necesitan cadáveres cuya estructura y composición se asemejen lo más posible al paciente vivo".
Esa semejanza se consigue congelando el cuerpo o tratándolo con una técnica, la de Thiel, que en España sólo usan, de momento, la UAM y Elche.
Elevado coste
La pieza anatómica congelada "conserva la textura de la carne fresca, pero su gran desventaja es el mal aprovechamiento del cuerpo, porque, una vez descongeladas, las piezas aceleran su descomposición y hay que quemarlas rápidamente", dice el catedrático de la UAM.
La pieza anatómica congelada "conserva la textura de la carne fresca, pero su gran desventaja es el mal aprovechamiento del cuerpo, porque, una vez descongeladas, las piezas aceleran su descomposición y hay que quemarlas rápidamente", dice el catedrático de la UAM.
Con la técnica de Thiel, el cuerpo no se embalsama con los aldehídos, sino con sales oxidantes, que, según Clascá, "oxidan las proteínas, paran la descomposición y dan un resultado espectacular: articulaciones flexibles, vasos permeables, el músculo de color rojo y ecográficamente normal. Tenemos un cadáver con las características del cuerpo vivo, que, además, se puede utilizar varios años". El gran inconveniente de esta técnica es que la infraestructura y el material de conservación es caro: tanques donde se sumerge el cuerpo durante 5 ó 6 meses en soluciones al 30 por ciento de reactivos químicos muy costosos.
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