viernes, 13 de octubre de 2017

Paciente seguro, reto de los agentes sanitarios - El médico interactivo : El médico interactivo

Paciente seguro, reto de los agentes sanitarios - El médico interactivo : El médico interactivo

El Médico Interactivo



Paciente seguro, reto de los agentes sanitarios

La seguridad del paciente es una cuestión que preocupa a los médicos, a las sociedades científicas, a la administración y demás agentes implicados en la salud de los ciudadanos. Tal es así, que desde hace más de 15 años se cuantifica el impacto que tiene la seguridad del paciente en términos de salud
médico-paciente



Sensibilizar a los profesionales desde etapas precoces, es decir, desde la formación de pregrado y posgrado; a los pacientes sobre su propia seguridad; involucrar a los gestores en la mejora de resultados ofreciendo una atención más segura; implicar a la industria en la reducción de riesgos en los equipamientos y contar con el compromiso de todas las partes implicadas es la propuesta que hacen desde la Fundación por la Investigación, Docencia e Información en Seguridad del Paciente (FIDISP), según explica su director gerente Santiago Tomás Vecina.
Desde la administración también se han puesto en marcha medidas en este sentido. En 2005, echó a andar la Estrategia de Seguridad del Paciente del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Yolanda Agra, jefa de Área de Seguridad del paciente, excelencia clínica y calidad, recuerda que la estrategia se hizo teniendo en cuenta las recomendaciones internacionales y la opinión de expertos nacionales de diferentes ámbitos sanitarios y organizacionales, “lo que contribuyó a crear una alianza y una red de trabajo en el Sistema Nacional de Salud entorno a la Seguridad del Paciente con las Comunidades Autónomas (CCAA), las sociedades científicas, las asociaciones de pacientes, instituciones académicas y otras organizaciones (agencias, fundaciones, etc.) interesadas por este tema”, apunta la experta, quien añade que en el marco de dichas estrategias, todas las CCAA están implicadas en los programas nacionales para la implementación de prácticas seguras, especialmente las orientadas a la prevención y control de infecciones asociadas a la asistencia sanitaria. En este marco, son varias las CCAA que ya han desarrollado una normativa específica para impulsar la seguridad del paciente y las que han incluido criterios de seguridad del paciente en la acreditación de sus centros sanitarios. Y todas las CCAA cuentan con sistemas de notificación de incidentes para el aprendizaje. Asimismo, hace diez años, 25 asociaciones de pacientes y consumidores firmaron la Declaración y compromiso de los pacientes por la seguridad en el Sistema Nacional de Salud, “un hito importante, como la Declaración de los profesionales por la seguridad del paciente, firmada en el año 2006, que fue avalada por más de 100 sociedades científicas, de las que 57 han participado en el diseño de la nueva estrategia”, indica Yolanda Agra.
A nivel internacional, en estos años España ha sido un socio muy activo en el desarrollo de acciones colaborativas establecidas en la Unión Europea. “La participación internacional, especialmente a través de la acción conjunta PaSQ, ha promovido que los profesionales sanitarios y sus organizaciones compartieran conocimientos y experiencias sobre la aplicación a nivel local, regional, nacional y europeo de proyectos de mejora de la seguridad del paciente”, detallan desde el Ministerio.
Mejorar la calidad
Desde las sociedades científicas también están trabajando en este aspecto. Prueba de ello es el Grupo de Trabajo de Calidad y Seguridad del Paciente, Sección Seguridad al Paciente, de SEMERGEN, coordinado por Juan Gabriel García. El objetivo de este grupo, en palabras de su coordinador, “es mejorar la calidad de la asistencia clínica, evitando situaciones de riesgo que puedan causar un daño innecesario a nuestros pacientes”.
Para mejorar la calidad de la asistencia sanitaria en relación a la seguridad del paciente debe de hacerse desde un abordaje como el que define la Estrategia de Seguridad de Paciente del Sistema Nacional de Salud y donde deben implicarse tanto los profesionales sanitarios relacionados con la gestión sanitaria, así como los relacionados con la asistencia y los propios pacientes. De hecho, el documento tiene una serie de líneas estratégicas, que detalla Juan Gabriel García. La primera se centra en la cultura de seguridad de factores humanos, organizativos y formación. Para potenciarla, “se deben continuar desarrollando acciones para formar a todos los profesionales del Sistema Nacional de Salud en temas de seguridad, en cuidados efectivos, entrenar a los equipos de trabajo en gestión de riesgos, fomentar el liderazgo en seguridad, comunicar y aprender de los incidentes y mantener informados a los profesionales de los datos de evaluación de sus centros sanitarios estimulando su participación activa en las mejoras propuestas”, apunta el médico de Atención Primaria.
La segunda línea se refiere a las prácticas clínicas seguras recomendadas, que se dirigen a promover el uso seguro de los medicamentos, a prevenir las infecciones asociadas a la asistencia sanitaria y a evitar los daños asociados a la cirugía o a los cuidados de los pacientes, que son los factores principales asociados a los eventos adversos.
Por su parte, la tercera versa sobre la gestión del riesgo y sistemas de notificación y aprendizaje de los incidentes. “La gestión del riesgo está orientada a la identificación y análisis de los riesgos asociados a la atención sanitaria, los riesgos pueden analizarse de una manera proactiva, antes de que ocurren mediante sistemas como la Matriz de Riesgos o el Análisis Modal de Fallos y Efectos (AMFE) o bien a posteriori, es decir una vez que haya ocurrido el evento adverso mediante sistemas como el análisis Causa-Raíz o el Protocolo de Londres. También, es necesario la creación y fomento de sistemas de notificación de eventos adversos accesibles a los profesionales sanitarios”.
La cuarta y la quinta se dirigen específicamente a la participación de los pacientes en su seguridad y a la investigación. Por eso, es necesario promover que el paciente/cuidador reciba información completa y fácilmente comprensible sobre su proceso asistencial y los riesgos que conlleva, facilitando una toma de decisiones compartida con el profesional/equipo que le atiende. Con respecto a la investigación, “se deberían incluir aspectos para mejorar el conocimiento sobre la magnitud y las características del riesgo clínico, la comprensión de los factores que contribuyen a la aparición de los incidentes relacionados con la seguridad del paciente, el impacto de los eventos adversos sobre el sistema sanitario y la identificación de soluciones coste-efectivas, factibles y sostenibles para lograr una atención más segura”.
Pacientes líderes
A la hora de hablar de los principales problemas de seguridad a los que se enfrenta el paciente, Santiago Tomás sostiene que son los relacionados con el manejo de la medicación, los problemas de identificación, el riesgo de adquisición de infecciones en los centros sanitarios (nosocomiales) y los derivados de las técnicas y cuidados. Sin embargo, “creemos que los pacientes deben enfrentase también a un nuevo reto: ser partícipes de su propia seguridad. Igual que se nos pide que nos coloquemos el cinturón de seguridad en los vehículos, debemos inculcar a los pacientes sobre los principales problemas que pueden encontrarse y colaborar y alertar sobre los mismos antes que les lleguen ¿Se imaginan a un paciente que le llame la atención a un médico que le vaya a explorar diciéndole: doctor no me toque hasta que se haya lavado las manos…? Ese es un nuevo reto sobre el que se está trabajando y que pacientes y profesionales hemos de tener en cuenta”, describe el director gerente de FIDISP.
Para corregir estos problemas, Yolanda Agra comenta que se debe hacer aún un gran esfuerzo en la formación en seguridad del paciente en el grado y en la formación especializada. “Tenemos que incorporar herramientas robustas que permitan medir el impacto de las estrategias de seguridad del paciente y se debe seguir trabajando para establecer una red estable de pacientes líderes comprometidos e implicados en la  seguridad del paciente, como recomienda la Organización Mundial de la Salud”, señala.
Por eso, se va a seguir trabajando, tal y como detallan desde el Ministerio, en la línea de cultura de seguridad, factores humanos y formación. En la línea de prácticas seguras, se fomentará el plan de cuidados en enfermería, el diseño y desarrollo de estrategias para el abordaje de eventos adversos graves en los sistemas sanitarios, en promover la comunicación estandarizada en la transferencia del paciente y el uso seguro de las radiaciones ionizantes.
En esta área de mejora, Juan Gabriel García precisa que debe hacerse desde un abordaje como el que se define la Estrategia de Seguridad de Paciente del Sistema Nacional de Salud, donde deben implicarse tanto los profesionales sanitarios relacionados con la gestión sanitaria como los relacionados con la asistencia directa y los propios pacientes.
Según Santiago Tomás, en los últimos años se está viendo un progresivo interés por parte de los profesionales sobre los aspectos relacionados con la seguridad del paciente, “pero aún queda un gran camino por recorrer. Probablemente, los colectivos sanitarios más sensibles al tema están ligados a la enfermería, siendo la respuesta de los profesionales médicos bastante heterogénea, que se observa mucho en la implicación y la manera de afrontar las estrategias de seguridad en los centros sanitarios, en la respuesta ante eventos adversos o en la participación en actividades de investigación o académicas sobre el tema”.
Es más, “todavía sigue habiendo profesionales que interpretan que la seguridad es una responsabilidad de enfermería, cuando es un problema de todos. En algunas especialidades concretas, la implicación es muy elevada, como ocurre en las unidades de cuidados intensivos o en anestesia, pero no se observa la misma situación en otras especialidades médicas o quirúrgicas. También es cierto que existen ámbitos asistenciales a los que la cultura de seguridad ha llegado tarde o no se ha motivado lo suficiente, como por ejemplo en los entornos sociosanitarios o en salud mental y que están cada vez implicándose más. Cualquiera que participe del proceso asistencial de una manera directa o indirecta tiene su responsabilidad sobre los posibles riesgos que pueda exponerse al paciente”, apunta el experto.
Hospitales/centros de salud
Para conocer la situación en el ámbito hospitalario y extrahospitalario, se han llevado a cabo varios trabajos, promovidos por el Ministerio de Salud, Servicios Sociales e Igualdad, como los que comenta Juan Gabriel García. El Estudio Nacional de Eventos Adversos relacionados con la Hospitalización (ENEAS) es un trabajo retrospectivo llevado a cabo sobre 5.624 pacientes ingresados en 24 hospitales públicos españoles, durante más de 24 horas, y dados de alta entre el 4 y el 10 de junio de 2005.
La incidencia real de pacientes con eventos adversos relacionados directamente con la asistencia hospitalaria (excluidos aquellos con origen en la Atención Primaria, consultas externas y ocasionados en otro hospital) fue del 8,4 por ciento (473/5.624), (IC95 por ciento: 7,7-9,1 por ciento). Del total de eventos adversos se considera que un 42,8 por ciento eran evitables. También está el estudio sobre la seguridad de los pacientes en Atención Primaria (APEAS), un trabajo de prevalencia realizado sobre una muestra de oportunidad de 48 centros de Atención Primaria de 16 comunidades autónomas en el que participaron 452 profesionales. Se estudiaron los 96.047 pacientes que acudieron a consulta durante dos semanas del mes de junio de 2007. La prevalencia observada de eventos adversos fue de un 11,18 por ciento de las consultas de Atención Primaria (IC95 por ciento: 10,52 -11,85) y la prevalencia de pacientes con algún evento adverso fue de 10,11 por ciento (IC95 por ciento: 9,48 – 10,74). La mayoría de eventos adversos (64,3 por ciento) se consideraron prevenibles y solo el 5,9 por ciento fueron graves, la mayoría relacionados con la medicación.

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