sábado, 7 de marzo de 2015

Preventing Chronic Disease - CDC: Volume 11, 2014: 13_0253 ► Riesgo de enfermedades cardiovasculares en la población mexicoamericana en la región fronteriza entre Texas y México, por edad y duración de la residencia en los Estados Unidos

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Preventing Chronic Disease - CDC: Volume 11, 2014: 13_0253



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Riesgo de enfermedades cardiovasculares en la población mexicoamericana en la región fronteriza entre Texas y México, por edad y duración de la residencia en los Estados Unidos

Jennifer J. Salinas, PhD; Bassent Abdelbary, MPH; Anne Rentfro, PhD; Susan Fisher-Hoch, MD; Joseph B. McCormick, MD

Citación sugerida para este artículo: Salinas JJ, Abdelbary B, Rentfro A, Fisher-Hoch S, McCormick JB. Cardiovascular Disease Risk Among the Mexican American Population in the Texas-Mexico Border Region, by Age and Length of Residence in United States. Prev Chronic Dis 2014;11:130253. DOI: http://dx.doi.org/10.5888/pcd11.130253Aclaraci?n sobre los enlaces a sitios web externos.
REVISADO POR EXPERTOS

Resumen

Introducción
Si bien la relación entre los comportamientos relacionados con la salud y los resultados —como el tabaquismo y la obesidad— con una residencia de mayor duración en los Estados Unidos entre los inmigrantes mexicoamericanos está establecida, la relación entre la duración de la residencia en los Estados Unidos y el riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) no se conoce completamente. El objetivo de este estudio fue determinar la relación entre la condición de inmigrante, la duración de la residencia en los Estados Unidos, la edad y los marcadores de ECV en una muestra de adultos mexicoamericanos que viven en Brownsville, Texas.
Métodos
Categorizamos a los participantes en el estudio de la cohorte hispana del condado de Cameron como inmigrantes que están en los Estados Unidos hace 10 años o menos, inmigrantes que están en los Estados Unidos hace más de 10 años o personas nacidas en los Estados Unidos. Realizamos regresiones logísticas y regresiones de mínimos cuadrados ordinarios para afecciones crónicas autorreportadas y biomarcadores de ECV.
Resultados
Hallamos diferencias bifactoriales en la prevalencia de afecciones autorreportadas y 1 biomarcador de ECV (colesterol de las lipoproteínas de baja densidad) por duración de la residencia en los grupos de mediana edad (41-64 años) y más jóvenes (18-40 años). Tras realizar ajustes por covariables, lo siguiente varió significativamente según la condición de inmigrante: accidente cerebrovascular y colesterol alto (afecciones autorreportadas) y presión arterial diastólica, presión arterial sistólica, colesterol total y colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (biomarcadores de ECV).
Conclusión
La asociación entre la condición de inmigrante, la duración de la residencia en los Estados Unidos y los marcadores de ECV fue variable. El efecto de la duración de la residencia en los Estados Unidos o la condición de inmigrante puede depender de la edad y es posible que sea más influyente en personas de mediana edad o edad avanzada.

Introducción

Los inmigrantes hispanos a menudo tienen resultados de salud y mortalidad iguales o mejores que los de los blancos no hispanos, a pesar de vivir con una mayor adversidad social y económica, una tendencia que se conoce como la paradoja hispana (1). No obstante, se está acumulando evidencia que indica que esta paradoja podría aplicarse solamente a la población hispana inmigrante. Los inmigrantes hispanos tienen tasas más bajas de enfermedades cardiovasculares (ECV) y de mortalidad por todas las causas que otros grupos raciales o étnicos de los Estados Unidos (2), y algunas investigaciones indican que el perfil cardiovascular más sano observado entre los inmigrantes hispanos posiblemente no sea compartido con los hispanos nacidos en los EE. UU. (3). Los inmigrantes hispanos tienen niveles más bajos de colesterol, triglicéridos y ciertas hormonas del estrés (4,5). Además, la evidencia indica que los hispanos nacidos en los EE. UU. tienen perfiles de ECV más similares a lo que se espera en función de su estatus socioeconómico bajo (6). La comprensión del lugar de nacimiento, estatus socioeconómico y riesgo de ECV en una población hispana, la población mexicoamericana, todavía está en desarrollo.
Los inmigrantes suelen ser más sanos y vivir más tiempo que sus pares nacidos en los EE. UU., independientemente de su país de origen (7,8). Sin embargo, con el proceso de aculturación, al residir más tiempo en los Estados Unidos, los inmigrantes adoptan ciertos comportamientos relacionados con la salud que aumentan su riesgo de ECV, diabetes y obesidad (9-12). En general, se acepta que una duración más larga de la residencia en los Estados Unidos se asocia a un aumento lineal en la prevalencia de enfermedades entre los inmigrantes y que, con el tiempo, la prevalencia de enfermedades entre los inmigrantes se vuelve más parecida a la prevalencia entre los nacidos en los EE. UU. (7). El aumento de la prevalencia de enfermedades entre los inmigrantes se produce, principalmente, por la adopción de comportamientos negativos relacionados con la salud, como el consumo de alcohol y el tabaquismo; estos comportamientos han aumentado entre los inmigrantes mexicoamericanos que llevan más tiempo viviendo en los Estados Unidos (13).
Una explicación posible del perfil de salud inusual de los mexicoamericanos (tanto inmigrantes como nacidos en los EE. UU.) es que, en general, los inmigrantes son más sanos que sus pares nacidos en los EE. UU. (14) y que el 33.9 % de los mexicoamericanos que viven en los Estados Unidos son inmigrantes (15). En un estudio se emplearon datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición para investigar la paradoja hispana mediante una comparación de los factores de riesgo biológicos para ECV (es decir, presión arterial, colesterol, hemoglobina A1c [HbA1c] e inflamación) en blancos no hispanos y mexicoamericanos (4). Tras realizar ajustes para las características socioeconómicas, el estudio mostró que los mexicoamericanos nacidos en los EE. UU. tenían, en general, peores perfiles de factores de riesgo para ECV (p. ej., mayor presión arterial promedio, mayores niveles de colesterol promedio, HbA1c e inflamación) que los blancos no hispanos, pero los inmigrantes mexicoamericanos tenían perfiles de riesgo similares a los de los blancos no hispanos (3). Las diferencias en biomarcadores observadas en este estudio entre mexicoamericanos nacidos en los EE. UU. e inmigrantes no pudo explicarse por las diferencias en el acceso a la atención médica ni por los comportamientos relacionados con la salud, lo cual indica que las diferencias pueden deberse a un efecto producido por inmigrantes sanos.
El tiempo es un factor importante en el desarrollo de las ECV porque estas suelen ser una acumulación de años de exposición a malos hábitos de salud que afectan negativamente los procesos biológicos. Si bien en algunos estudios se ha establecido la relación entre los comportamientos relacionados con la salud y los resultados, como el tabaquismo y la obesidad, con una residencia de mayor duración en los Estados Unidos entre los inmigrantes mexicoamericanos (16), la relación entre la duración de la residencia en los Estados Unidos y el riesgo de ECV en esta población no se conoce completamente. El objetivo de este estudio fue determinar si la condición de inmigrante y la duración de la residencia en los Estados Unidos se asocian a una mayor prevalencia de afecciones crónicas autorreportadas y peores perfiles de biomarcadores de ECV en una muestra de adultos mexicoamericanos que viven en la región fronteriza entre Texas y México. La hipótesis fue que una duración más larga de la residencia en los Estados Unidos y haber nacido en este país se asociarían con peores perfiles de factores de riesgo de ECV y una mayor prevalencia de afecciones crónicas autorreportadas en comparación con una residencia más corta. Como en los hispanos nacidos en los EE. UU. la duración de la residencia en los Estados Unidos es más larga y tienen una exposición potencial más larga a malos hábitos de salud que sus pares inmigrantes, esperamos que tuvieran peores perfiles de factores de riesgo biológicos de ECV y una mayor prevalencia de afecciones crónicas autorreportadas. Además, como el riesgo de enfermedad aumenta durante el transcurso de la vida, independientemente del país de origen, esperamos que el efecto de una mayor duración de la residencia en los Estados Unidos dependiera del grupo etario o la etapa de la vida. Como los hispanos nacidos en los EE. UU. y los inmigrantes de largo plazo (es decir, que residen en el país hace más de 10 años) tienen más probabilidades de poner en práctica comportamientos que aumentan el riesgo de ECV, nuestra hipótesis fue que hallaríamos peores perfiles de riesgo y una mayor prevalencia de afecciones crónicas entre los inmigrantes que llegaron a los Estados Unidos cuando eran adultos jóvenes comparados con los que llegaron a los Estados Unidos cuando tenían una edad avanzada.

Métodos

Para evaluar nuestras hipótesis, analizamos datos biológicos y autorreportados de la cohorte hispana del condado de Cameron (Cameron County Hispanic Cohort, CCHC), una muestra de adultos mexicoamericanos que viven en Brownsville, Texas, una ciudad de la región fronteriza entre Texas y México. En este estudio se usaron datos secundarios de un estudio aprobado previamente por una junta de revisión institucional. La junta de revisión institucional del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas (University of Texas Health Science Center) en Houston certificó que el análisis de este estudio estaba exento de la revisión a cargo de la junta.

Población y muestra del estudio

Brownsville constituye un ambiente único para evaluar el efecto de la duración de la residencia en los Estados Unidos debido a su proximidad con México y su composición demográfica. Brownsville está en el valle del río Grande, que incluye los 4 condados en el extremo meridional de Texas, en la frontera con México, y aproximadamente el 31.9 % de su población está conformado por inmigrantes. La región fronteriza entre Texas y México tiene la más alta proporción de mexicoamericanos en los Estados Unidos (17). La cultura mexicana es dominante; el 72.6 % habla español en su casa (18). La región fronteriza entre Texas y México es una de las áreas más pobres del país; se estima que un 30.6 % de las familias (frente a 9.6 % de las familias de los Estados Unidos en general) viven por debajo de la línea de pobreza según las pautas federales (19). Como la población es mayormente pobre y de origen mexicano, permite un control natural de los posibles factores de confusión relacionados con la aculturación y el estatus socioeconómico, y nos permite concentrarnos exclusivamente en la duración de la residencia en los Estados Unidos.
La CCHC es una muestra de adultos mexicoamericanos que residen en la comunidad y que tienen 18 años o más (20). La muestra fue elegida mediante un diseño de conglomerado multietápico de secciones censales elegidas al azar del primer y tercer cuartil socioeconómico de Brownsville (20). El tamaño total de la muestra usada en nuestro análisis fue 1936 (1302 mujeres y 634 hombres). Los detalles sobre el reclutamiento del estudio y la recopilación de datos están disponibles en otras fuentes (20).

Mediciones

Los participantes del estudio se categorizaron según la duración de la residencia en los Estados Unidos y la condición de inmigrante: inmigrantes con una residencia de 10 años o menos (inmigrantes de corto plazo), inmigrantes con una residencia de más de 10 años (inmigrantes de largo plazo) y personas nacidas en los EE. UU. La edad se categorizó en 3 grupos: 18-40 (adulto joven), 41-64 (mediana edad) y 65-80 (edad avanzada). Utilizamos esos puntos de corte para aproximarnos a las etapas de la vida y establecer una correspondencia con periodos en los que es más probable que proliferen las ECV. El nivel de educación se evaluó como escuela secundaria superior completa o escuela secundaria superior incompleta. Los ingresos anuales familiares se categorizaron en 4 grupos: <10 000 dólares, 10 000 a 19 999 dólares, 20 000 dólares o más y dato faltante; combinamos múltiples categorías de ingresos en una categoría única de 20 000 dólares o más debido a la baja frecuencia en las categorías de mayores ingresos. La distribución de los ingresos bajos en esta muestra refleja el estatus socioeconómico bajo de Brownsville en general.
Las enfermedades crónicas y los factores de riesgo de ECV se midieron de 2 maneras: por informes autorreportados de un evento o por diagnóstico y medición biológica. Un evento o diagnóstico de una afección crónica se midió como antecedente autorreportado de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, colesterol alto o presión arterial alta. Las medidas biológicas fueron presión arterial diastólica, presión arterial sistólica, colesterol total, triglicéridos, colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL). Los marcadores biológicos fueron variables continuas en todos los análisis.

Análisis

Las primeras estadísticas descriptivas se generaron mediante Stata 11 SE (21). Tabulamos los resultados por grupo etario y duración de la residencia en los Estados Unidos frente a los nacidos en los EE. UU. Calculamos la frecuencia y proporción de eventos autorreportados de presión arterial alta, colesterol alto, ataque cardiaco previo y accidente cerebrovascular previo; calculamos la media y la desviación estándar de cada biomarcador de ECV. Para los análisis de significación, usamos la prueba χ2 para resultados categóricos y análisis de varianza para los resultados continuos; utilizamos la residencia de corto plazo como la categoría de referencia en todos los análisis. Para evaluar la relación ajustada entre las afecciones autorreportadas, biomarcadores de ECV, grupo etario y duración de la residencia en los Estados Unidos frente a los nacidos en los EE. UU., usamos regresiones logísticas para los resultados categóricos y regresiones de mínimos cuadrados ordinarios para las variables continuas. Los datos de cada biomarcador de ECV estaban distribuidos normalmente. En todos los modelos se hicieron ajustes para educación, ingresos y sexo. El análisis incluyó ponderaciones de la muestra. La significación se determinó por un nivel α de .05 o menos.

Resultados

No se hallaron diferencias significativas en cuanto al sexo o la edad según la condición de inmigrante en ninguno de los grupos etarios (tabla 1). En todos los grupos etarios, se hallaron diferencias significativas según la condición de inmigrante respecto de haber terminado o no la escuela secundaria superior; en todas las categorías, los participantes nacidos en los EE. UU. tuvieron la mayor proporción de personas que terminaron la escuela secundaria superior. Aunque la proporción de participantes que terminaron la escuela secundaria superior fue mayor entre los adultos jóvenes, independientemente de su lugar de nacimiento, la diferencia solo fue significativa entre los nacidos en los EE. UU. y los inmigrantes de corto plazo. Se hallaron diferencias significativas según la condición de inmigrante y el nivel de ingresos en todos los grupos etarios. Los inmigrantes de corto plazo de todos los grupos etarios tendieron a ganar menos de 10 000 dólares por año; sin embargo, la proporción de los que ganaban menos de 10 000 dólares por año fue mayor entre los inmigrantes de corto plazo del grupo de edad avanzada.
La prevalencia general de las afecciones autorreportadas aumentó por grupo etario (tabla 2). En el grupo de mediana edad, los inmigrantes de largo plazo tuvieron una prevalencia significativamente más alta de accidente cerebrovascular, presión arterial alta y colesterol alto autorreportados que los inmigrantes de corto plazo, y los nacidos en los EE. UU. tuvieron una prevalencia significativamente más alta de accidente cerebrovascular autorreportado que los inmigrantes. En el grupo de adultos jóvenes, los inmigrantes de largo plazo tuvieron niveles promedio significativamente más altos de colesterol LDL (105.9 mg/dl frente a 105.7 mg/dl) que los inmigrantes de corto plazo. En el grupo de edad avanzada, la prevalencia de presión arterial alta autorreportada fue más baja entre los inmigrantes de largo plazo que entre los inmigrantes de corto plazo. Ningún otro biomarcador fue significativamente diferente según la condición de inmigrante estratificada por grupo etario.
El hecho de haber nacido en los EE. UU. mostró una asociación significativa con haber tenido un accidente cerebrovascular (OR = 4.3, P = .04) (tabla 3). Los inmigrantes de largo plazo mostraron una probabilidad significativamente mayor que los inmigrantes de corto plazo de informar el tener colesterol alto (OR = 1.9, P= .004). Los inmigrantes de largo plazo tuvieron, en promedio, una presión arterial diastólica más baja (β = −1.40, P = .04) que los inmigrantes de corto plazo. Los nacidos en los EE. UU. tuvieron, en promedio, una presión arterial sistólica significativamente más alta (β = 3.45, P = .003), pero niveles promedio de colesterol total más bajos (β = −4.19, P = .03) que los inmigrantes de corto plazo. Por último, los nacidos en los EE. UU. tuvieron, en promedio, niveles más bajos de colesterol LDL (β = −3.77, P = .03) que los inmigrantes de corto plazo.

Discusión

Hallamos diferencias bifactoriales en la prevalencia de afecciones autorreportadas y 1 marcador de ECV (colesterol LDL) por duración de la residencia en los Estados Unidos en los grupos de edad mediana y avanzada. Tras realizar ajustes por covariables, hallamos diferencias significativas por situación inmigratoria en las siguientes afecciones y biomarcadores de ECV autorreportados: accidente cerebrovascular y colesterol alto (autorreportado) y presión arterial diastólica, presión arterial sistólica, colesterol total y colesterol LDL (biomarcadores de ECV).
Aunque algunos investigadores hallaron diferencias significativas en los marcadores de ECV entre inmigrantes mexicoamericanos y mexicoamericanos nacidos en los EE. UU. (5,22), nuestro estudio demuestra que las diferencias entre mexicoamericanos inmigrantes y nacidos en los EE. UU. son, principalmente, diferencias entre los inmigrantes de corto plazo y los nacidos en los EE. UU. Si bien es posible que se produzcan cambios de comportamiento en los Estados Unidos cuando las personas son más jóvenes, puede que esos cambios no se traduzcan en enfermedades hasta la mediana edad o la edad avanzada. Otros mecanismos, como la genética o las variaciones regionales, pueden ser responsables de las diferencias en las tasas de ECV halladas en otros estudios (10). Por ejemplo, un mecanismo puede ser la mayor prevalencia de diabetes a lo largo de la frontera entre Texas y México (17,23), y cierta evidencia indica que la ascendencia y ciertos marcadores genéticos podrían estar relacionados con ECV subclínica (24).
El estatus socioeconómico podría mediar la relación entre la duración de la residencia en los Estados Unidos y los comportamientos relacionados con la salud física y mental. Por ejemplo, entre los mexicoamericanos de edad avanzada, una mayor duración de la residencia en los Estados Unidos se asocia con un mejor estado cognitivo y funcionamiento físico, debido, en parte, a las mejoras en el estatus económico tras la llegada a los Estados Unidos (25). En un estudio que investigó las diferencias en obesidad según el nivel de educación se halló un efecto de gradiente de la duración de la residencia en los Estados Unidos únicamente entre los inmigrantes con un nivel de educación bajo (26). Dado que algunos estudios hallaron una relación entre las ECV y factores socioeconómicos, la ausencia de diferencias entre los inmigrantes de corto y largo plazo observada en nuestro estudio también podría relacionarse con los bajos niveles de educación, las bajas tasas de cobertura de seguro o los bajos ingresos en general de nuestra muestra.
A pesar del aumento del riesgo que implica la edad para la mayoría de las enfermedades, fueron pocos los estudios —si es que los hubo— que examinaron tendencias específicas de la edad en el lugar de nacimiento en términos de eventos de ECV y diagnósticos y biomarcadores de ECV autorreportados. En un estudio sobre mexicoamericanos de edad avanzada se halló una relación entre la duración de la residencia en los Estados Unidos y el riesgo de hipertensión y otras afecciones autorreportadas relacionadas. Por ejemplo, en un estudio (27) se halló una ventaja para los inmigrantes entre los hombres mexicoamericanos de edad avanzada en las poblaciones hispanas establecidas para estudios epidemiológicos de la tercera edad (Hispanic Established Populations for the Epidemiologic Studies of the Elderly, EPESE hispanas). Un mayor uso del inglés se asoció con una mayor prevalencia de hipertensión entre los hombres mexicoamericanos, tabaquismo entre las mujeres mexicoamericanas y mortalidad por todas las causas en ambos sexos en las EPESE hispanas (28). Aunque los hallazgos de nuestro estudio sobre los efectos del lugar de nacimiento en la prevalencia de enfermedades en la edad avanzada concuerdan con los hallazgos de estudios anteriores, ninguno examinó esta relación durante el transcurso de la vida como se hizo aquí.
La ausencia de una diferencia significativa entre los grupos de inmigrantes y los nacidos en los EE. UU. en el grupo de adultos jóvenes podría deberse a las tasas cada vez mayores de obesidad, diabetes y ECV en México (11). Un estudio halló una mayor prevalencia de hipertensión en una muestra nacional de mexicanos comparada con una muestra de mexicoamericanos (29). Es probable que los inmigrantes más jóvenes provenientes de México sean menos sanos que las generaciones anteriores en relación con sus pares nacidos en los EE. UU. Debería considerarse la realización de estudios futuros en los que se comparen marcadores de ECV en grupos de edad avanzada y jóvenes en la población mexicana a fin de evaluar los cambios en el estado de salud por grupo etario en México.
Este estudio tiene varias limitaciones, particularmente la ausencia de datos longitudinales para hacerle seguimiento a la evolución de las ECV en esta población, en especial en el grupo de adultos jóvenes. Sería importante saber si surgen diferencias en ECV a medida que estos grupos etarios continúan desarrollando su vida. Otra posible limitación es la ubicación de este estudio en la región fronteriza entre Texas y México, donde la población es predominantemente pobre y mexicoamericana. Es posible que los inmigrantes mexicoamericanos que viven en zonas más beneficiadas y heterogéneas de los Estados Unidos experimenten las ECV de manera diferente cuando son más jóvenes en comparación con los mexicoamericanos nacidos en los EE. UU. Además, como este estudio fue una investigación transversal, la suposición subyacente fue que todas las cohortes de inmigrantes eran iguales. Es posible que esa suposición haya creado un sesgo: los flujos inmigratorios y los catalizadores de la inmigración dependen del tiempo y pueden variar. El método preferido para estudiar la relación entre la inmigración y los resultados en la salud sería hacerlo a lo largo del tiempo en un estudio longitudinal. En estudios futuros con un enfoque longitudinal se podrían identificar cambios en el comportamiento, estatus socioeconómico y afecciones con la duración de la residencia en los Estados Unidos.
A pesar de sus limitaciones, este estudio ofrece una nueva oportunidad para comprender mejor la proliferación de ECV entre los mexicoamericanos, al proponer que el transcurso de la vida y la duración de la residencia en los Estados Unidos pueden influir en las diferencias por lugar de nacimiento en esta población. La adaptación al país anfitrión cambia a medida que los inmigrantes envejecen. Comprender cómo influyen uno en el otro estos 2 procesos aportará información muy necesaria sobre la paradoja hispana y la salud hispana en general. Esta comprensión es importante ya que los hispanos se están convirtiendo en el grupo racial o étnico más grande del país y porque los mexicoamericanos son mayoría dentro de ese grupo racial o étnico. Las implicaciones económicas y de políticas para la comprensión de estos procesos tienen un largo alcance.

Agradecimientos

Este trabajo recibió apoyo parcial de la Unidad de Evaluación de Vacunas y Tratamientos N02A1025465, MD000170 P20 del contrato 09-0032 de la División de Microbiología y Enfermedades Infecciosas, financiado por el Centro Nacional de la Salud de las Minorías y Disparidades en Salud, y la beca 1U54RR023417-01 del Centro de Ciencias Clínicas y Traslacionales CCTS-CTSA del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas en Houston, financiada por el Centro Nacional de Recursos de Investigación (NCRR, por sus siglas en inglés) y la subvención Beginning Grant-in-Aid 10BGIA3080006 de la Asociación Americana del Corazón. Todos los autores leyeron y aprobaron el manuscrito y no tienen declaraciones financieras ni conflictos de intereses que reportar.

Datos sobre los autores

Autora responsable de la correspondencia: Jennifer Salinas, PhD, University of Texas Health Science Center, School of Public Health, Brownsville Campus, 80 Fort Brown, Brownsville, TX 78520. Teléfono: 956-882-5755. Correo electrónico: jennifer.j.salinas@uth.tmc.edu.
Afiliaciones de la autora: Bassent Abdelbary, Susan Fisher-Hoch, Joseph B. McCormick, Escuela de Salud Pública del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, campus Brownsville, Brownsville, Texas; Anne Rentfro, Universidad de Texas en Brownsville, Brownsville, Texas.

Referencias

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