lunes, 11 de julio de 2016

Intimidad y confidencialidad no son derechos absolutos - DiarioMedico.com

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OCULTACIÓN DE DATOS

Intimidad y confidencialidad no son derechos absolutos

Expertos sostienen que sus límites están en que no se puede ocultar información sobre la salud cuando se deriven daños para la sociedad.
D. Carrasco | diego.carrasco@diariomedico.com   |  11/07/2016 00:00
 
 

Ante la ocultación de datos, el médico deberá sopesar constantemente si prioriza el derecho a la intimidad del paciente, el derecho a la protección de la salud y a la integridad física y moral o el deber de confidencialidad a los que está obligado legal y deontológicamente. Los expertos explican que estos derechos no son absolutos porque tienen límites en una profesión como la sanitaria donde que hay que ponderar constantemente la autonomía del paciente.
Enrique Villanueva, catedrático emérito de Medicina Legal de la Universidad de Granada, sostiene que el derecho a la intimidad cede en los casos de salud pública y daños a terceros. Ahora bien, el experto llama la atención sobre el deber de secreto del médico, "un asunto siempre complejo y sensible". En su opinión, "el deber de confidencialidad no se puede garantizar de manera absoluta en todo el proceso asistencial en la sanidad pública, pues el facultativo es un eslabón más de una cadena con muchos actores". Por tanto, "ni con el sistema de ocultación de datos en la historia clínica electrónica (HCE) ni con ningún otro se puede estar seguro de que los datos de las HCE no van a ser difundidos y utilizados torticeramente o con intereses espurios".
Ante el hecho de que no se puede garantizar al cien por cien el secreto médico de la HCE, Villanueva está de acuerdo "en la forma y el modo en que el Ministerio de Sanidad permite al paciente modular la información que suministra". En su opinión, "el futuro podría estar en que cada enfermo lleve su HCE en un pendrive y él la proporcione".
Lo primero, la vida
Javier Sánchez Caro, jurista y profesor honorario de la Escuela Nacional de Sanidad, al valor de la confidencialidad e intimidad del enfermo le añade el derecho a la vida. La solución para los conflictos de valores, apunta, está en jerarquizarlos de manera que ceda uno en beneficio de otro. Para el jurista, "en la sociedad actual el valor de la vida es prioritario frente a la intimidad del enfermo". Además, ésta debe ceder en casos en los que se deriven daños para la salud pública o para terceros. El jurista insiste en que "no es posible construir una ética de la relación clínica basada exclusivamente en los derechos y deberes".
El catedrático emérito de Medicina Legal apela al derecho fundamental del médico de la "libertad de método"; esto es, por encima de la "lealtad que el médico debe siempre a su enfermo se alza la que debe a la buena praxis sanitaria, de tal manera que podrá hacer una objeción de conciencia cuando estime que las exigencias de los pacientes están interfiriendo en su función profesional".

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