miércoles, 4 de julio de 2012

La práctica médica, ciencia y arte - DiarioMedico.com

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Rafael Pacheco Guevara

La práctica médica, ciencia y arte

Especialista en Medicina Legal y en Ética, dice tener una estructura mental biológica y jurídica. En el Hospital Reina Sofía de Murcia vela por los derechos de pacientes y profesionales.
Pilar Laguna. Murcia   |  14/06/2012 00:00

 
Rafael Pacheco
Pacheco guarda algunos recuerdos de su etapa como gerente. (DM)
 
 
 
Desde la Unidad de Medicina Judicial y Ética Médica del Hospital General Universitario Reina Sofía de Murcia, Rafael Pacheco no se despega de la actividad asistencial y vela por los derechos de pacientes y profesionales. Facilita al personal sanitario la tramitación y respuesta a demandas patrimoniales, denuncias, reclamaciones, requerimientos y toda la casuística judicial que implica al centro.

Está orgulloso de haber explicado a 30 promociones de Medicina la Bioética y la Deontología Médica, y de su formación gerencial, que le ha permitido dirigir tres hospitales murcianos. Ahora se siente feliz con su reciente incursión en la blogosfera sanitaria, que ha desembocado en el libro Trato y tratamiento, donde desbroza algunas claves para una medicina científica, humanizada y sostenible. Le gusta simplificar, elaborar decálogos y subrayar las dualidades o complementos que caracterizan a la práctica médica como ciencia y como arte.


¿A qué se refiere con las dualidades de la Medicina?
-La evidencia científica es imprescindible, pero no será suficiente sin el complemento de la conciencia humanística del personal sanitario; la curación es un anhelo que a veces no se alcanza en el proceso asistencial, pero el cuidado siempre es posible; la calidad de la atención es exigible y medible, mientras que la calidez es reconfortante y esperanzadora. Siempre hay dos aspectos complementarios para generar confianza en el paciente.
  • La curación es un anhelo que a veces no se alcanza en el proceso asistencial, pero el cuidado siempre es posible
¿Qué complementa la destreza y la experiencia del médico?
-La Medicina está muy tecnificada y necesita de la destreza, pero debe estar impregnada de una leal y noble entrega al enfermo y a sus circunstancias. Y la experiencia necesita de la paciencia, sin la que proyectamos una pésima imagen ¡encima que al enfermo le llamamos paciente!
También insiste en el binomio conocimiento/ acercamiento.
-Atendemos a personas enfermas, no sólo vemos biología deteriorada. No se trata sólo de saber mucho y de reparar. El médico tiene que interesarse por el ser humano, ayudar, acompañar, implicarse y, con formación y suerte, curar. Entran en juego la capacidad de resolución y la compasión -aunque parezca un término anticuado-, el talento y también el talante…
Ha llegado a decir que no existe el derecho a la salud.
-Evidentemente. La vida es una realidad biológica irreversible y limitada. Existe es un derecho a la asistencia sanitaria de calidad.
Y que los hospitales no pueden convertirse en apeaderos.
-No deben serlo. Son centros tecnificados, de alto conocimiento y gran capacidad resolutiva, que deben preservarse para determinadas patologías
  • La medicina está muy tecnificada y necesita de la destreza, pero debe estar impregnada de una leal y noble entrega al enfermo y sus circunstancias
¿Es escéptico con la educación sanitaria?
-Hay que mejorar la educación general, y como consecuencia la sanitaria. En sanidad nos comportamos igual que al volante, y no hace falta decir mucho más.
¿Puede dar un ejemplo de su forma de simplificar conceptos para los estudiantes?
-Las cuatro D del envejecimiento: deterioro, demencia, dependencia y, por supuesto, derechos.
Le gusta opinar de lo sanitario, pero ¿se moja?
-Creo que soy bastante independiente e intento ser respetuoso y considerado, pero también me permito ser crítico y, en ocasiones, algo impertinente. Huyo de lo políticamente correcto y del pensamiento único.
Entonces ¿qué opina del copago?
-La gratuidad total, absoluta y sin límite alguno es perversa porque da lugar a poca valoración del servicio recibido y genera mal uso. Una coparticipación razonable, asequible y casi simbólica, puede resultar disuasoria del abuso y reforzar el valor de la atención sin que sea insolidaria.

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