Preventing Chronic Disease - CDC: Volume 11, 2014: 14_0123
Percepción personal y parental errónea del peso e intentos de perder peso autorreportados en niños y adolescentes en los Estados Unidos, Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición, 2007-2008 y 2009-2010
Han-Yang Chen, MS; Stephenie C. Lemon, PhD; Sherry L. Pagoto, PhD; Bruce A. Barton, PhD; Kate L. Lapane, PhD; Robert J. Goldberg, PhD
Citación sugerida para este artículo: Chen H, Lemon SC, Pagoto SL, Barton BA, Lapane KL, Goldberg RJ. Personal and Parental Weight Misperception and Self-Reported Attempted Weight Loss in US Children and Adolescents, National Health and Nutrition Examination Survey, 2007–2008 and 2009–2010. Prev Chronic Dis 2014;11:140123. DOI: http://dx.doi.org/10.5888/pcd11.140123.
REVISADO POR EXPERTOS
Resumen
Introducción
El objetivo de nuestro estudio fue describir las percepciones del peso infantil entre los niños, adolescentes y padres en los Estados Unidos y analizar en qué medida la percepción personal y parental correcta del peso está asociada al intento de pérdida de peso autorreportado.
El objetivo de nuestro estudio fue describir las percepciones del peso infantil entre los niños, adolescentes y padres en los Estados Unidos y analizar en qué medida la percepción personal y parental correcta del peso está asociada al intento de pérdida de peso autorreportado.
Métodos
La muestra de nuestro estudio estuvo conformada por 2613 participantes en edades comprendidas entre los 8 y los 15 años de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (National Health and Nutrition Examination Survey) (2007-2008 y 2009-2010). Se crearon categorías de percepción del peso al comparar el peso medido con el percibido. Se utilizaron análisis de regresión logística multivariable para analizar la asociación entre la percepción errónea del peso y el intento de pérdida de peso autorreportado.
La muestra de nuestro estudio estuvo conformada por 2613 participantes en edades comprendidas entre los 8 y los 15 años de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (National Health and Nutrition Examination Survey) (2007-2008 y 2009-2010). Se crearon categorías de percepción del peso al comparar el peso medido con el percibido. Se utilizaron análisis de regresión logística multivariable para analizar la asociación entre la percepción errónea del peso y el intento de pérdida de peso autorreportado.
Resultados
Entre los niños y adolescentes, el 27.3 % subestimó su peso y el 2.8 % lo sobrestimó. Entre los padres, el 25.2 % subestimó el peso de su hijo y el 1.1 % lo sobrestimó. Los análisis de regresión logística mostraron que las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados fueron 9.5 veces más altas (con un intervalo de confianza [IC] del 95 %: 3.8-23.6) entre los niños y adolescentes con un peso saludable que sobrestimaron su peso, en comparación con aquellos que percibieron correctamente su peso; las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados fueron 3.9 (IC del 95 %, 2.4-6.4) y 2.9 (IC del 95 %, 1.8-4.6) veces más altas entre niños y adolescentes con sobrepeso y obesos, respectivamente, que percibieron correctamente su peso, en comparación con aquellos que subestimaron su peso. La percepción parental errónea del peso no estuvo asociada de manera significativa a los intentos de pérdida de peso autorreportados entre los niños y adolescentes con sobrepeso u obesos.
Entre los niños y adolescentes, el 27.3 % subestimó su peso y el 2.8 % lo sobrestimó. Entre los padres, el 25.2 % subestimó el peso de su hijo y el 1.1 % lo sobrestimó. Los análisis de regresión logística mostraron que las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados fueron 9.5 veces más altas (con un intervalo de confianza [IC] del 95 %: 3.8-23.6) entre los niños y adolescentes con un peso saludable que sobrestimaron su peso, en comparación con aquellos que percibieron correctamente su peso; las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados fueron 3.9 (IC del 95 %, 2.4-6.4) y 2.9 (IC del 95 %, 1.8-4.6) veces más altas entre niños y adolescentes con sobrepeso y obesos, respectivamente, que percibieron correctamente su peso, en comparación con aquellos que subestimaron su peso. La percepción parental errónea del peso no estuvo asociada de manera significativa a los intentos de pérdida de peso autorreportados entre los niños y adolescentes con sobrepeso u obesos.
Conclusión
Los esfuerzos para prevenir la obesidad infantil deberían incorporar educación tanto para los niños como para los padres acerca de la manera de identificar e interpretar adecuadamente el peso real. Las intervenciones para lograr una pérdida adecuada de peso pueden apuntar directamente a los niños porque una de las principales fuerzas impulsoras para perder peso proviene de la percepción que el niño tenga de su peso.
Los esfuerzos para prevenir la obesidad infantil deberían incorporar educación tanto para los niños como para los padres acerca de la manera de identificar e interpretar adecuadamente el peso real. Las intervenciones para lograr una pérdida adecuada de peso pueden apuntar directamente a los niños porque una de las principales fuerzas impulsoras para perder peso proviene de la percepción que el niño tenga de su peso.
Introducción
La prevalencia de la obesidad se ha más que duplicado entre los niños y triplicado entre los adolescentes en los Estados Unidos en los últimos 30 años (1,2). Datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés) del 2009-2010 mostraron que casi un tercio de los niños y adolescentes que vivían en los Estados Unidos tenían sobrepeso o eran obesos (1). Los niños y adolescentes obesos tienen mayor riesgo de presentar problemas de salud a corto plazo (3), obesidad en la adultez (4) y problemas de salud en la adultez (5).
Según el Modelo de Creencias de Salud (Health Belief Model), para mejorar la salud, la gente debe estar al tanto de la gravedad de su afección y reconocer los beneficios que tiene tomar medidas para hacer cambios positivos en su conducta relacionada con la salud (6-8). En la prevención y reducción de la obesidad infantil, puede ser importante tanto el peso autopercibido de los niños como la percepción que los padres tienen del peso de sus hijos, pues los padres tienen un considerable control sobre la vida de sus hijos, incluidas las oportunidades de ofrecer intervenciones contra la obesidad (9,10). Sin embargo, la percepción errónea del peso, es decir, la discordancia entre el peso real de una persona y el peso percibido, ha sido documentada reiteradamente entre las personas con sobrepeso y obesas. Estudios anteriores parecen indicar que los niños y sus padres a menudo subestiman el peso del niño (11-13).
A pesar de la percepción errónea del peso de los niños, pocos estudios han analizado, a través de muestras nacionales representativas, la asociación entre la percepción errónea del peso entre los niños, adolescentes o sus padres y los intentos de pérdida de peso. Una percepción correcta del peso parecería necesaria para identificar los riesgos de enfermedades crónicas y conductas de salud relacionadas con la obesidad, y el reconocimiento del sobrepeso podría motivar a los niños y adolescentes con sobrepeso a modificar sus estilos de vida desfavorables.
El objetivo de este estudio fue describir las estimaciones de la percepción errónea del peso en una muestra nacional representativa de niños y adolescentes de 8 a 15 años y sus padres en los Estados Unidos. También analizamos hasta qué punto la percepción personal y parental correcta del peso estaba asociada al intento de pérdida de peso autorreportado por los niños y adolescentes. En esta investigación se utilizaron datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) del 2007-2008 y 2009-2010.
Métodos
Población y diseño del estudio
Analizamos datos de NHANES, una muestra nacional representativa de probabilidad en etapas múltiples de la población civil no institucionalizada en los Estados Unidos, realizada por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (14,15). Los participantes de NHANES en estas 2 encuestas fueron entrevistados en sus casas, sobre diferentes temas demográficos y relacionados con la salud mediante un sistema de entrevistas personales computarizadas (CAPI, por sus siglas en inglés). En el caso de los participantes menores de 16 años, se contó con información proporcionada por un representante (padre o madre), que incluía la edad, el sexo, la raza/grupo étnico del niño, si tenía seguro médico o no, e ingresos familiares anuales. Al representante también se le preguntó sobre su percepción del peso del niño. Además, a los niños y adolescentes se les hizo un examen físico completo que incluyó medir la estatura y el peso utilizando un protocolo estándar (16) en un centro móvil de exámenes (MEC, por sus siglas en inglés). Como parte de la entrevista MEC, a los participantes de 8 a 15 años se les hicieron directamente preguntas sobre los antecedentes de peso autorreportados.
Desde 1999, los datos de NHANES se han publicado bienalmente. Combinamos los datos de los 2 ciclos consecutivos más recientes (2007-2008 y 2009-2010) a fin de aumentar el tamaño de la muestra disponible. Las tasas de respuestas generales no ponderadas en NHANES para las muestras de las entrevistas de estas 2 encuestas fueron 78.4 % (2007-2008) y 79.4 % (2009-2010); en el caso de las muestras analizadas, estas tasas fueron 75.4 % (2007-2008) y 77.3 % (2009-2010). La población de nuestro estudio estuvo conformada por participantes de 8 a 15 años a quienes se les hicieron entrevistas domiciliarias través de representantes y quienes fueron examinados y entrevistados en centros MEC. Se excluyó a los participantes que no tenían información válida sobre su peso ni intentos autorreportados de pérdida de peso (n = 202). También excluimos a participantes con un peso clínicamente por debajo de lo normal (n = 80), pues ningún participante en este grupo reportó que había intentado perder peso. Esto dio como resultado un tamaño final de la muestra para el estudio de 2613 participantes. No solicitamos aprobación ética de nuestra junta de revisión institucional porque a los datos de NHANES se les han eliminado completamente los datos de identificación y están disponibles para el público.
Variables de exposición
Utilizamos 3 medidas relacionadas con el peso, incluidas la percepción personal y parental del peso y el peso medido, a fin de poner en funcionamiento las variables de exposición primarias: percepción personal errónea del peso y percepción parental errónea del peso.
Percepción del peso por parte del niño y del padre o la madre
Utilizamos los cuestionarios CAPI para medir la percepción personal del peso. La pregunta hecha a los niños y adolescentes fue la siguiente: "¿Consideras que ahora. . . ?". Las opciones de respuestas eran "eres gordo o tienes sobrepeso", "eres muy delgado" y "tu peso está más o menos bien". Para analizar la percepción parental del peso del niño, durante la entrevista domiciliaria, se les hizo a los padres la siguiente pregunta: "¿Considera que (el niño, adolescente) ahora. . . ?". Las opciones de respuestas fueron "tiene sobrepeso", "tiene un peso por debajo de lo normal" y "su peso está más o menos bien".
Peso medido
Según los percentiles específicos por edad y sexo del índice de masa corporal (IMC) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) (17), el peso de los participantes se calculó utilizando la estatura y el peso medidos por entrevistadores capacitados durante los exámenes físicos, y la edad y el sexo reportados por los representantes durante las entrevistas domiciliarias. Las categorías de percentiles del IMC se asignaron según las tablas de crecimiento de los CDC del 2000 (percentil ≥95, obeso; percentil 85 a <95, con sobrepeso; percentil 5 a <85, peso saludable; y percentil <5, peso por debajo de lo normal) (17).
Percepción errónea del peso
Establecimos 2 variables de exposición de percepción personal y parental errónea del peso según el peso percibido y el peso medido.
Se determinó que los niños habían sobrestimado o subestimado su peso si percibieron que su peso era mayor o más bajo que su peso medido. Los niños cuyo peso autopercibido era igual a su peso medido fueron clasificados como perceptores certeros. Por lo tanto, se categorizó la percepción personal errónea del peso como sobrestimada, correcta o subestimada. Siguiendo los mismos criterios, se categorizó la percepción parental errónea del peso en los mismos 3 estratos: sobrestimada, correcta o subestimada.
Variable resultante
La principal variable resultante fue el intento autorreportado de pérdida de peso por parte de los niños y adolescentes. Esto se analizó al preguntarles a los niños y adolescentes "¿cuál de las siguientes cosas estás tratando de hacer acerca de tu peso?". Las respuestas posibles eran "perder peso", "ganar peso", "mantener el mismo peso" y "no estás tratando de hacer nada con respecto a tu peso". Debido a que el intento autorreportado de pérdida de peso se definió como "estar tratando de perder peso", consolidamos las opciones de respuestas en 2 categorías: 1) estar tratando de perder peso o 2) no estar tratando de perder peso (que incluye "ganar peso", "mantener el mismo peso" y "no estás tratando de hacer nada con respecto a tu peso").
Covariables
Se analizaron varias covariables asociadas a la pérdida de peso en estudios anteriores (13,18), incluida la edad del niño reportada por el representante (8-15 años), el sexo (masculino, femenino), la raza/grupo étnico (blanco no hispano, negro no hispano, hispano u otra raza no hispana), si tenía o no seguro de salud (sí, no) y el ingreso familiar anual (<USD 20 000; USD 20 000-<USD 35 000; USD 35 000-<USD 55 000; USD 55 000-<USD 75 000; ≥USD 75 000).
Análisis de datos
Las estimaciones de prevalencia de la percepción personal y parental errónea del peso del niño se calcularon con distribuciones de frecuencias. Se analizaron las diferencias en las características sociodemográficas según el intento de pérdida de peso autorreportado utilizando la prueba χ2 para las variables categóricas y la prueba t para las variables continuas; estos análisis se estratificaron según la clasificación del IMC del niño.
Se utilizaron análisis de regresión logística multivariable para analizar la asociación entre la percepción personal errónea del peso, la percepción parental errónea del peso y el intento de pérdida de peso autorreportado entre los niños y adolescentes según el estrato de clasificación de sus IMC. Estos análisis se ajustaron para varias variables de factores de confusión potenciales, incluida la edad del niño, su sexo, su raza/grupo étnico, si el niño tenía o no seguro médico y el ingreso anual familiar. Se analizó la interacción de la percepción personal o parental errónea del peso con el sexo o la raza/grupo étnico, y la interacción entre la percepción personal y parental errónea del peso. Estimamos las oportunidades relativas (OR) ajustadas y los intervalos de confianza (IC) en 95 %; en todos los análisis se tomaron en cuenta los pesos de la muestra y la estratificación y la agrupación del diseño NHANES.
Resultados
Características sociodemográficas de la población del estudio
Un total de 2613 participantes (N ponderado = 29 801 979) de 8 a 15 años fueron incluidos en la muestra final (tabla 1). A partir del IMC medido, se determinó que el 62.7 % de los niños y adolescentes tenía un peso saludable, el 17.4 % tenía sobrepeso y el 19.8 % era obeso. En general, la edad promedio de nuestra muestra fue 11.6 años (desviación estándar, 2.3 años), el 50.4 % tenía entre 12 y 15 años, el 49.1 % era de sexo femenino y el 58.2 % era de raza blanca. La mayoría estaba cubierta por un seguro médico (90.4 %) y el ingreso familiar anual era de 20 000 dólares o más (83.9 %). Aproximadamente un tercio (33.4 %) de los niños y adolescentes autorreportó intentos de pérdida de peso, incluidos 15.2 %, 49.0 % y 77.5 % de los grupos con peso saludable, sobrepeso y obesos, respectivamente. No se hallaron diferencias significativas en la distribución de las variables analizadas entre "estar tratando de perder peso" y "no estar tratando de perder peso", con la excepción del sexo en el grupo con peso saludable y la raza/grupo étnico en los grupos con sobrepeso y obesos.
Peso percibido personal y parental
Entre todos los niños y adolescentes de nuestra muestra, el 6.4 % percibió su peso como muy delgado, el 74.8 % como un peso más o menos normal y el 18.9 % se percibió gordo o con sobrepeso. Según las respuestas parentales, el 6.3 % percibió que su hijo tenía un peso por debajo de lo normal, el 74.4 % que tenía un peso más o menos normal y el 19.3 % que tenía sobrepeso. Las percepciones concordaron cuando la respuesta del niño coincidió con la del padre o la madre (es decir, "muy delgado" y "un peso por debajo de lo normal"; "un peso más o menos normal" y "un peso más o menos normal"; "gordo" o "con sobrepeso" y "con sobrepeso"). Al analizar el alcance de la concordancia general entre la percepción personal del peso y la percepción parental del peso, el 82.4 %, el 71.2 % y el 64.7 % de los niños/adolescentes y los padres en las categorías de peso saludable, sobrepeso y obeso, respectivamente, dieron las mismas respuestas en relación con el peso percibido (tabla 2).
Percepción personal y parental errónea del peso
Al comparar las diferencias entre la percepción personal del peso y el peso medido, el 69.9 % de los niños y adolescentes percibió su peso de manera correcta, el 27.3 % subestimó su peso medido y el 2.8 % lo sobrestimó. Al comparar las diferencias entre la percepción parental del peso y el peso medido del niño, el 73.7 % de los padres percibió el peso de su hijo de manera correcta, el 25.2 % lo subestimó y el 1.1 % lo sobrestimó.
Al examinar las tasas de precisión de la percepción personal y parental del peso en cada grupo de IMC, tanto los niños y adolescentes (85.9 %) como los padres (88.3 %) mostraron la tasa de precisión más alta cuando el niño se encontraba en la categoría de peso saludable (ver figura). Sin embargo, solamente cerca de un cuarto de los niños y adolescentes y un quinto de los padres pudieron identificar con precisión el peso del niño cuando este tenía sobrepeso. Cuando el niño era obeso, la percepción parental del peso tuvo una tasa de precisión más alta (73.5 %) que la percepción del peso que tenía su hijo (58.3 %).
Figura. Precisión de la percepción del peso por parte del niño y del padre o madre (porcentajes ponderados) en niños y adolescentes de 8 a 15 años con peso saludable, con sobrepeso y obesos, en los Estados Unidos, Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición, 2007-2010. Tanto los niños y adolescentes (85.9 %) como los padres (88.3 %) mostraron la tasa de precisión más alta cuando el niño se encontraba en la categoría de peso saludable. Solamente el 25.7 % de los niños y adolescentes y el 21.0 % de los padres identificaron correctamente el peso del niño cuando este tenía sobrepeso. Cuando el niño era obeso, la percepción parental del peso alcanzó una tasa de precisión más alta (73.5 %) que la percepción personal del peso por parte de su hijo (58.3 %). [También hay disponible una versión tabular de esta figura].
Percepción personal y parental errónea del peso e intentos de pérdida de peso autorreportados
Los resultados de nuestros modelos de regresión logística ajustada de múltiples variables mostraron que las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados eran casi 10 veces más altas entre los niños y adolescentes con peso saludable que sobrestimaron su peso real que entre aquellos que percibieron correctamente su peso (grupo de referencia). Las probabilidades ajustadas de intentos de pérdida de peso autorreportados fueron 3.89 (IC del 95 %, 2.37-6.41) y 2.91 (IC del 95 %, 1.83-4.61) veces más altas en los niños y adolescentes con sobrepeso y obesos, respectivamente, que percibieron su peso correctamente, que entre aquellos que subestimaron su peso real (grupo de referencia). Sin embargo, la percepción parental errónea del peso no estuvo asociada de manera significativa al aumento de las probabilidades de intentos de pérdida de peso autorreportados, independientemente del IMC del niño o del adolescente (tabla 3).
En nuestros análisis ajustados de múltiples variables, se detectaron diferencias significativas entre los sexos con respecto a los intentos de pérdida de peso autorreportados en el grupo con peso saludable, donde los niños varones aparecieron menos propensos a tener intentos de pérdida de peso autorreportados (OR, 0.59; IC del 95 %, 0.39-0.88). No se detectaron diferencias en cuanto al sexo en los grupos con otros pesos. No se detectaron diferencias significativas en la asociación entre raza/grupo étnico y el intento de pérdida de peso autorreportado en los grupos con peso saludable y obesos. Sin embargo, en el grupo con sobrepeso, los negros hispanos (OR, 2.03; IC del 95 %, 1.07-3.86) y los hispanos (OR, 2.23; IC del 95 %, 1.16-4.30) fueron significativamente más propensos a tener intentos de pérdida de peso autorreportados que los blancos no hispanos. Nuestros análisis no revelaron ninguna interacción significativa entre la percepción personal o parental errónea del peso y el sexo o la raza/grupo étnico, ni una interacción entre la percepción personal y parental errónea del peso.
Discusión
Hasta donde sabemos, este fue el primer estudio que analizó el efecto de la percepción personal errónea del peso de un niño sobre los intentos de pérdida de peso autorreportados y al mismo tiempo tomó en cuenta también las percepciones parentales erróneas del peso del niño. En esta encuesta nacional representativa de niños y adolescentes de 8 a 15 años y sus padres, la proporción de percepción personal y parental errónea del peso fue sustancial, en particular entre los niños y adolescentes con sobrepeso y sus padres. La percepción correcta personal, pero no parental, del peso estuvo asociada de manera positiva a los intentos de pérdida de peso autorreportados entre los niños y adolescentes con sobrepeso y obesos. Sin embargo, los niños y adolescentes con peso saludable que sobrestimaron su peso hicieron intentos de pérdida de peso innecesarios.
Si bien la percepción personal correcta de tener sobrepeso o de ser obeso ha estado vinculada a una mayor motivación para adoptar conductas relacionadas con un peso saludable (13), cada vez hay más evidencia que parece indicar que a menudo no hay concordancia entre el peso real y el peso percibido, y que esta discordancia se observa con más frecuencia entre las personas con sobrepeso y obesas. Según datos provenientes de estudios estadounidenses (13) y canadienses (19), los jóvenes con sobrepeso y obesos son más propensos a percibir su peso real de manera errónea. Mientras estudios anteriores a menudo consolidaron el sobrepeso y la obesidad en una sola categoría de sobrepeso (13,20), nuestro estudio mostró que la percepción personal errónea se da más a menudo cuando el niño tiene sobrepeso que cuando es obeso. Es necesario hacer más investigaciones para determinar los factores tras las percepciones que los niños tienen de su peso y cómo mantener un perfil de peso óptimo durante los primeros años formativos de la niñez.
Los padres tienden a ser las personas más influyentes en la vida de un niño y por lo general desempeñan un papel fundamental en la determinación de los alimentos disponibles para sus hijos así como en la formación de los hábitos alimentarios (21). Sin embargo, las acciones de los padres en relación con el peso del hijo dependen de cuán conscientes estén del peso real del niño. En las publicaciones sobre el tema se ha indicado que existe una falta de conexión importante entre el peso real de un niño y la percepción que los padres tienen del peso de su hijo (23). Nuestros resultados indican que los padres, a menudo, no perciben correctamente el peso de su hijo y esta percepción errónea se da con más frecuencia cuando el niño tiene sobrepeso.
El conocimiento preciso del peso es uno de los motivadores de los intentos de pérdida de peso. En las investigaciones sobre la obesidad infantil, se ha demostrado que la percepción errónea que los padres tienen del peso elevado de sus hijos es un obstáculo para la participación del niño en las intervenciones de prevención de la obesidad (9). Datos del Sistema de Vigilancia de las Conductas de Riesgo en los Jóvenes han indicado que los adolescentes con sobrepeso del 9.o al 12.o grado que tienen una percepción correcta del peso son más propensos a reportar conductas positivas en relación con el peso que aquellos que perciben su peso de manera errónea (13). Un estudio australiano hecho a estudiantes adolescentes (de 7.o a 12.o grado) encontró que los niños con sobrepeso y obesos que percibieron su peso de manera correcta eran más propensos a intentar perder peso y más físicamente activos que aquellos que percibían erróneamente su peso (24). A diferencia de nuestro estudio, estos estudios anteriores no analizaron el efecto de la percepción personal del peso por parte del niño conjuntamente con la percepción que los padres tienen del peso. Nuestros hallazgos parecen indicar que una percepción correcta del peso del niño es una de las principales fuerzas impulsoras detrás de toda acción para perder peso. Además, aun cuando hubo concordancia entre la percepción personal del peso del niño y la percepción parental del peso, solamente en el 77 % de los casos no observamos una interacción significativa entre la percepción personal y parental errónea del peso. Sin embargo, estos hallazgos deben interpretarse con la debida cautela pues nosotros no supimos si estos niños y adolescentes efectivamente participaron en una actividad para perder peso, según lo reportaron, y si lo hicieron de manera voluntaria.
Nuestros hallazgos indican que hubo intentos innecesarios para perder peso entre los niños y adolescentes con peso saludable que habían sobrestimado su peso. Si bien una pérdida adecuada de peso puede disminuir el riesgo de enfermedades crónicas en la adultez, hacer demasiado énfasis en la delgadez en la niñez y adolescencia podría conllevar a prácticas no saludables para perder peso y a percepciones erróneas del peso (25). Persiste la inquietud de que la preferencia de la delgadez en los medios de comunicación podría influir de manera negativa en el concepto que los niños y adolescentes tienen de su imagen corporal ideal (25). Debido a que NHANES no recolecta información sobre la imagen corporal del niño, no pudimos analizar el papel potencialmente importante de este factor en estos hallazgos; sin embargo, se ha demostrado en varios estudios que una imagen alterada del cuerpo está asociada a trastornos alimentarios, a dietas ineficaces y a una baja autoestima entre los niños y adolescentes (26-28). Es necesario realizar más estudios para determinar por qué hay niños con un peso normal que se perciben a sí mismos con sobrepeso.
Aun cuando no está claro qué factores podrían causar esta percepción errónea del peso real, un estudio anterior parece indicar que los niños podrían generar percepciones falsas sobre el peso normal cuando están expuestos con frecuencia a personas con sobrepeso y obesas en la casa y la escuela (19). Según una revisión reciente, la percepción parental errónea podría estar relacionada con creencias culturales acerca del tamaño del cuerpo, la falta de conocimiento sobre lo que verdaderamente significa el sobrepeso o con la renuencia a aceptar que un hijo tiene sobrepeso (29). Se necesitan otros estudios que analicen los factores que contribuyen a la percepción errónea del peso a fin de diseñar intervenciones eficaces que ayuden a los niños y a los padres a determinar el peso de manera precisa. Además, entre los niños que se autoidentificaron correctamente con sobrepeso, no todos estaban participando activamente en iniciativas para perder peso, lo cual indica que la percepción errónea del peso es solo uno de los factores que contribuyen al control del peso.
Las fortalezas de este estudio incluyen su diseño poblacional y su muestra contemporánea de niños y adolescentes nacionalmente representativa. Además, el peso según la estatura y el peso medidos ha reducido el potencial de reportar la información de manera sesgada en comparación con estudios que utilizan datos autorreportados (30). Sin embargo, deben reconocerse varias limitaciones cuando se interpretan estos hallazgos. En primer lugar, los datos de NHANES son transversales y nuestra capacidad para inferir los caminos causales entre la percepción errónea del peso y los intentos de pérdida de peso era limitada. En segundo lugar, no pudimos controlar los factores de confusión potenciales, no medidos, tales como la etapa de la pubertad en el niño y los factores sicosociales; el peso de los hermanos; el sexo del padre/madre, el IMC y el nivel de educación; así como los antecedentes de obesidad en la familia, debido a que NHANES no recolectó esta información. En tercer lugar, debido a que el peso medido se basó en los límites de los percentiles del IMC, la percepción errónea podría estar asociada a la incapacidad del niño o del padre o madre de determinar correctamente los límites cuantitativos. En cuarto lugar, aun cuando nuestros hallazgos indican que la percepción parental correcta del peso no está asociada de manera significativa a los intentos de pérdida de peso reportados por los niños y adolescentes, a los padres no se les preguntó directamente qué estaban haciendo acerca del peso de sus hijos. Finalmente, los intentos de pérdida de peso de los niños y adolescentes fueron autorreportados, lo cual podría indicar que están sobrerreportados debido al sesgo de deseabilidad social. Es necesario realizar más estudios sobre la validez de esta medida. Además, es posible que los participantes que estaban tratando de perder peso no lo hayan logrado. Este asunto no fue suficientemente registrado en los datos de NHANES. Es necesario hacer estudios longitudinales en el futuro que analicen el efecto de la percepción errónea del peso sobre los intentos de pérdida de peso y midan de manera objetiva cuán exitosa ha sido la pérdida de peso.
Nuestros hallazgos tienen implicaciones importantes en la prevención de la obesidad infantil. Se necesitan intervenciones conductuales para lograr percepciones correctas del peso en los niños y padres porque las intervenciones relacionadas con la pérdida de peso podrían ser ineficaces si las personas no reconocen o no aceptan que tienen sobrepeso. Nuestros hallazgos indican que una de la principales fuerzas impulsoras detrás de toda acción para perder peso viene de la percepción que tiene el niño, lo cual apunta a la importancia de intervenir directamente en el niño. Las campañas de salud que promueven la pérdida de peso entre los niños con sobrepeso u obesos y que promueven el mantenimiento de un peso saludable entre los niños con un IMC normal deben tomar en cuenta esta consideración.
Agradecimientos
No se obtuvo financiamiento para realizar este estudio. Los autores no tienen conflictos de intereses ni relaciones financieras relevantes que reportar para este artículo.
Información sobre los autores
Autor responsable de la correspondencia: Han-Yang Chen, MS, Department of Quantitative Health Sciences, University of Massachusetts Medical School, 368 Plantation St, Worcester, MA 01605. Teléfono: 508-856-8999. Correo electrónico: . Han-Yang.Chen@umassmed.edu
Afiliaciones del autor: Stephenie C. Lemon, Sherry L. Pagoto, Bruce A. Barton, Kate L. Lapane, Robert J. Goldberg, University of Massachusetts Medical School, Worcester, Massachusetts.
No hay comentarios:
Publicar un comentario