viernes, 31 de octubre de 2014

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La AEP diseña un protocolo específico sobre el ébola en niños


Madrid (31/10/2014) - Redacción

• Los casos sospechosos de ébola en niños no siempre son iguales a los adultos tanto desde el punto de vista de presentación clínica como de la atención sanitaria que precisan

• El informe técnico ha sido elaborado con los datos científicos referidos a los brotes producidos en un medio demográfico, social, cultural y sanitario muy distinto al nuestro, por lo que se actualizará según el comportamiento y la evolución de la infección en nuestro medio

La Asociación Española de Pediatría (AEP), junto a cinco de sus sociedades científicas integradas, ha elaborado un protocolo específico para atender a los casos sospechosos de ébola en niños, ya que en estos casos puede haber diferencias (debut, características del huésped, etc...) respecto a los adultos. Concretamente, en la redacción de este informe técnico, que se puede consultar en la página web de la AEP, han participado la Sociedad Española de Infectología Pediátrica (SEIP), la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría (SEUP), la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (SECIP), la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), ya que están directamente implicadas en el manejo de niños con posible infección por el virus ébola.
El objetivo del documento es informar sobre la enfermedad por ébola en la población pediátrica y sobre las medidas de protección que los pediatras deben de llevar a cabo durante el manejo de niños enfermos, infectados o con riesgo de infección en periodo de investigación. El documento especifica cómo ha de ser la atención pediátrica en función del servicio (Atención Primaria, urgencia pediátrica o cuidados intensivos pediátricos), en el que se identifique inicialmente la sospecha de enfermedad por este virus. En cualquier caso, las medidas de protección serán las mismas que en el resto de casos, con las peculiaridades de riesgo de emisión de fluidos incontrolados por los niños, como vómitos.
La AEP advierte de que el informe técnico ha sido elaborado con los datos científicos referidos a los brotes producidos en un medio demográfico, social, cultural y sanitario muy distinto al nuestro, por lo que pudiera ser necesario revisar y actualizar algunos aspectos según el comportamiento y la evolución de la infección en nuestro medio. Además, el documento no pretende sustituir a los publicados por las autoridades de los diferentes sistemas de salud, cuya consulta se recomienda a los profesionales.
Entre los datos que recoge el documento se señala que los niños tienen el mismo riesgo que los adultos de infectarse, aunque posiblemente una menor incidencia de enfermedad, porque, salvo los menores de 5 años que conviven íntimamente con la madre, se evita su contacto directo con familiares enfermos. Así, especifica que en los niños los síntomas iniciales son más inespecíficos y pueden diferir de los adultos, y aunque en el 87 por ciento de los casos hay fiebre, suele asociarse a astenia, pérdida de apetito y tos, describiéndose en dos de cada tres casos nauseas, vómitos, diarrea a los 4-5 días, y con menor frecuencia: irritabilidad, cefalea, dolor abdominal y dolor de garganta.
Medidas de aislamiento
Entre otros aspectos, el informe técnico establece cómo han de ser las medidas de aislamiento en una investigación por posible infección por el virus. En ese caso, el niño debe ser aislado inmediatamente en una habitación individual previamente preparada, deseablemente con baño, manteniendo la puerta cerrada con acceso restringido al personal estrictamente necesario, sólo el esencial para la atención y cuidado del paciente.
En cuanto a sus acompañantes, sólo uno de los familiares puede permanecer con el paciente, siempre que use el equipo de protección personal necesario y permanezca el tiempo establecido. Dado que este equipo tiene un uso limitado de 40-60 minutos, se puede plantear el empleo de otras medidas de aislamiento como las tiendas (habitaciones con burbujas plásticas de aislamiento) o intercambiarse con auxiliares u otros familiares que observen las medidas de aislamiento estricto. Además, el acompañante debe ser considerado como contacto de alto riesgo. En el caso de los niños, es muy posible que exista en el entorno familiar o escolar contactos muy íntimos que puedan requerir aislamiento domiciliario u hospitalario vigilado, siempre según las recomendaciones de Salud Pública.

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