martes, 8 de enero de 2013

Autogestión profesional - DiarioMedico.com

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tribuna

Autogestión profesional

El autor reflexiona sobre el fracaso en el modelo de gestionar el SNS. Defiende una autogestión profesional que dé voz al médico aprovechando sus conocimientos para optimizar el gasto que padece el sistema.
Francisco Miralles. Secretario General de CESM.   |  08/01/2013 00:00

Ni que decir tiene que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) esta muy preocupada por el extendido e intenso ambiente de malestar que se respira en el sector sanitario, con especial agitación en el Principado de Asturias, la Comunidad de Madrid o Andalucía, a cuyos sindicatos confederados, que lideran las protestas, desea transmitir todo su apoyo y comprensión.

Son muchos los problemas que se ciernen hoy sobre los médicos (ampliación de jornada, pérdida salarial acumulada desde el año 2010 que llega al 25 por ciento, anulación de descansos, amortización de plazas, aumento de la presión asistencial...) tantos, que da la impresión de estar en un barco cuyas vías de agua van a más y amenazan seriamente con llevarlo a pique. Y si el Sistema Nacional de Salud (SNS), que es donde vamos de tripulantes y marineros todos, no parece sostenible, ¿qué es lo que se divisa en el horizonte como posible alternativa?

Es aquí donde nos encontramos con otro motivo de preocupación. Al parecer, y es una opinión que cunde cada vez más entre nosotros, habría una decisión política de ir hacia una introducción progresiva de la gestión privada, que a su vez podría ser el primer paso para desmantelar el SNS tal como lo conocemos (público, gratuito y universal) y exponer a los ciudadanos a los riesgos de desigualdad que conlleva todo servicio público ofrecido en condiciones de mercado.

Sin duda, no tenemos motivos fundados para mostrarnos en exceso alarmistas. Se trata sólo de barruntos que, si tienen alguna justificación es porque no se aprecia voluntad alguna de enmendar al actual rumbo de las cosas. Y como la imaginación es libre, los médicos tenemos el derecho a creer que si no se hace nada para tapar las vías de agua y calafatear luego el barco del que hablarmos, llegará un momento en que la situación no tenga vuelta atrás y únicamente quede la opción de ir a otra cosa...


Liderar el SNS
CESM entiende este punto de vista y de ahí que quiera actuar de portavoz de los médicos españoles para exigir que, de una vez por todas, los responsables políticos muestren signos evidentes de ofrecer soluciones a los que vemos.

Es preciso que el Ministerio de Sanidad lidere el Consejo Interterritorial, y que éste pase a tomar decisiones ejecutivas de obligado cumplimiento para todos los servicios de salud autonómicos.
Una vez asegurado ese principio (la dirección racional del SNS, inspirada, ahora sí, en el funcionamiento de las empresas privadas), lo siguiente ha de ser proponer medidas de solución eficaces, para lo cual es operativamente imprescindible consultar con todos los sectores que técnicamente tengan algo que decir, entre ellos el médico. Será en este punto donde los profesionales tengamos mucho que decir, pues no en vano somos el motor del barco aludido y estamos íntimamente comprometidos con él, por vocación de servicio, por conocimiento, por aplicación clínica, por responsabilidad y también porque, en el ejercicio de nuestra labor diaria, decidimos sobre no menos del 80 por ciento del gasto sanitario.


Queremos hablar
Los médicos queremos hablar de muchas cosas con los políticos, y no para perder el tiempo, sino para contarles las verdades del barquero. La primera de todas es que lo que ha fracasado es un sistema de gestión dejado durante años en manos de burócratas (o simples políticos con despacho en un hospital o centro de salud) que en el mejor de los casos, porque los hay mucho peores, han querido cuadrar números sin tener en cuenta que se mueven en un sector sumamente especializado y complejo donde nada se puede hacer bien sin el concurso de los profesionales.

A partir de esa asunción, habrá que replantear el modo de gestionar la sanidad pública para lo que los médicos proponemos un modelo de autogestión profesional, al ser nosotros los únicos que estamos en condiciones de optimizar el gasto.

Esto es una verdad tan de cajón, que si no se ha puesto en práctica antes sólo cabe atribuirlo a un vicio de fondo que está en la raíz de nuestros males: ver la sanidad como una parcela de poder que no se desea compartir. Bien, los médicos no queremos regodearnos en ese poder, ni necesitamos ese sentimiento; lo nuestro es otra cosa: atender bien a los pacientes y hallar en ello la autoestima que todos los mortales buscamos. Por tanto, si pedimos participar activamente en la gestión, no es por otra aspiración que para llevar a cabo, en las mejores condiciones posibles, nuestro trabajo al servicio de los ciudadanos.

Esa autogestión profesional de la que hablamos puede ser capaz de ahorrar costes innecesarios, algo que resulta esencial en los tiempos de crisis en los que estamos, y ser por tanto la alternativa más viable a los planes que persiguen extender la gestión privada de los centros, cuyos resultados hasta el momento están siendo más que inciertos.

Recordemos que en Castilla-La Mancha y Castilla y Léon se han desactivado conflictos gracias a que ha habido acuerdos entre la Administración y los médicos basados en este principio.
O sea, que si se quiere, se puede...

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