lunes, 26 de julio de 2010

¿CUI BONO? - REVISTA MÉDICOS - MEDICINA GLOBAL



Salud, justicia, desarrollo, defensa (*)
Por el Dr. Rodolfo Alberto Vincent (**)

¿CUI BONO?



En el artículo anterior subtitulé: “Intentemos entender qué cosas hacen difícil un Sistema de Salud sustentable e integral en nuestro país”. En la misma Revista Médicos, un número antes, el Lic. Cerasale enumeraba ocho causas que a su juicio generan precisamente lo que proponíamos intentar comprender. Cito textualmente:
Sintetizando la visión, este modelo es ineficiente por los siguientes motivos:

No satisface las necesidades del paciente.

Complica la relación médico-paciente debido a su fragmentación.

Complica la labor profesional debido a su atomización.

Al no atender los problemas en tiempo y forma genera agujeros negros que consumen recursos por todo aquello que no se hizo cuando era oportuno.

Los remiendos, antes que aportar soluciones, contribuyen a aumentar el gasto sin aportar mejoras en la calidad de vida ni tampoco modificar la fecha de muerte.

El individuo no es autorresponsable por su salud.

El costo-beneficio focalizado sobre evidencias circunstanciales se transforma en una falacia que se traduce en “pocos o ningún resultado”.

Cada individuo excluido del modelo, termina consumiendo el recurso destinado a 3 personas incluidas él.

Tal vez alguien quiera agregar algo, pero veo difícil que se pueda sacar ninguno de estos motivos.
Mantener así el Sistema requiere tanto esfuerzo y dedicación como tener uno equitativo. Ante situaciones torcidas, los romanos se preguntaban “¿cui bono?”, (¿a quién beneficia?).
La corrupción es tan antigua que ha generado esta pregunta en latín, sánscrito, arameo, y cada una de las lenguas vivas y muertas.
Como decíamos en el artículo anterior -insisto- empecemos a recuperar la palabra y sus sentidos: alguien se beneficia con el perjuicio de muchos. Cifras oficiales indican p.ej. que mueren por año 18.500 niños de 1 a 5 años por enfermedades prevenibles.
Estas muertes no son accidentales, suponiendo que los accidentes sean realmente inevitables. Sumen la cohorte de muertes prevenibles de cita habitual: neonatales, maternas, infecciosas, etc.. Esta corrupción afecta nuestra calidad de vida, las instituciones, los valores esenciales, y vacia la estructura del país.
De todas las formas que adopta la corrupción, en Salud/Enfermedad he visto dos sistemáticas: el robo-defraudación-estafa, y la ineficiencia. Ambas operan con el relativismo ético individual y moral general, y se basan en las leyes del más fuerte, el vivo vive del zonzo y si todos curran no pasaré por bobo.
Es difícil precisar cuál es el gasto en “salud” (¿un 8-10 % del PBI?), cuánto se va en ineficiencias, fragmentación y fallas de planificación, especialmente logísticas (¿30% del gasto total?), y cuánto en los delitos englobados en “corrupción” (¿otros 30%?). Menos aún saber si toda esta depredación es de creatividad individual, para sostener aparatos políticos/sindicales, o de otra laya. Deberíamos hacer el esfuerzo de saber, y luego hacernos cargo de lo que sepamos.
En las “Notas 1, 2 y 3” del artículo anterior preguntaba si nuestra Sociedad puede y quiere tomar conciencia; si puede, quiere y sabe integrarse, lograr los equilibrios indispensables, y mantenerlos en el tiempo. Si para poseer un sólido Sistema de Salud prescindiríamos de toda hipocresía, y si nuestra Sociedad quiere -al menos en lo referido al sector- dejar de abusar de la institución Justicia, asumir sus responsabilidades, y tomar sus decisiones en los Parlamentos y Ejecutivos Municipales, Provinciales y Nacional.
Tomar conciencia, integrarse en equilibrio y mantenerlo en el tiempo significaría p.ej. que las Sociedades Científicas que aún no lo han hecho ofrecieran a la Sociedad y a sus Autoridades los Protocolos de Consenso Científico en los que dejaran claro -dentro de lo humanamente razonable- qué, cómo y con qué se aborda y trata cada patología. Acabarían o acotarían discusiones, pujas de intereses y abusos, permitidos y alentados por la falta de estos protocolos.
Significaría también que todas las Universidades públicas y privadas se concentren en darle al sector lo que necesita: personal de enfermería con licenciatura, la misma orientación de las carreras médicas, odontológicas, veterinarias y afines, por ejemplo en el concepto y práctica de la Atención Médica Primaria, y todo lo necesario para lograr un solo discurso y obtener el silencio de la convicción, el conocimiento y el trabajo concreto. El del labrador en el surco, no aquél de “el Silencio es Salud”.
Significaría que Municipio por Municipio, Provincia por Provincia, las Organizaciones de la Sociedad Civil en tanto Comunidad en acción (muy mal llamadas Organizaciones No Gubernamentales, lo que las define por lo que no son) se integraran en grupos, mesas de trabajo/consenso y equipos para definir su agenda local de trabajo comunitario en Salud, sin chocarse unas con otras en acciones que casi nunca generan un proceso y menos aún resultados. Si las OSC se reunieran con las autoridades de su jurisdicción, y sin narcisismos ni juegos “al hijo preferido”, integraran y repartieran esfuerzos según la calificación de cada una y sus capacidades específicas, en planes a diez años, ocurriría … un milagro. En el país pueden movilizar cinco millones de voluntarios. Sólo con informarlos, comenzarían a nacer políticas consensuadas que podrían ser aceptadas, respetadas y concretadas hasta consolidarse como Políticas de Estado.
La guía y supervisión profesional del Gobierno, y su sincronización con planes son indispensables para las OSC’s. En especial cuando alguna llega a un centro de salud o comunidad con su cultura, sin pensar que éstos tienen la suya y los límites de tolerancia saturados a que vengan a querer cambiársela y luego los dejen sistemáticamente frustrados.
Dejaríamos de ver en cada abordaje social los estratos geológicos de OSC’s que hicieron lo mismo en la misma zona, a veces con las mismas personas, obteniendo resultados efímeros y cosméticos, de cuya instalación y fracaso ningún nivel de la sociedad queda indemne.
Los Gobiernos tendrían que aprender a trabajar con las OSC’s sin usarlas ni manipularlas, y en horarios que para los Gobiernos son desusados: la Administración trabaja, digamos, de lunes a viernes de 8 a 18. Las OSC’s -cuyos integrantes voluntarios trabajan y lo estudian en esos horarios- lo hacen de lunes a viernes de 18 h en adelante , y fines de semana completos. Como ven, lo que hay que compatibilizar es muy simple, pero no sencillo. Esta muestra mínima es aplicable a todo lo que debe cambiar: no habrá cambio alguno sin integrarse, ni integración alguna sin conocer y respetar a los demás.
La labor conjunta de OSC’s y autoridades siempre instala y mantiene en la Sociedad valores esenciales, en especial que la vergüenza exista y tenga valor en la comunidad, no sólo el precio que un poco de corrupción consigue pagar en dinero.
Podría significar que las Autoridades sintieran orgullo o vergüenza según sus resultados, y no hubiera Provincias con mortalidad infantil del neolítico, diez veces superior a la media nacional, porque tienen autoridades del neolítico.
Significaría que con unos pocos parámetros, la Sociedad y sus Autoridades sabrían y harían conocer qué cosa mejoró objetivamente: ocupación laboral, viviendas, agua corriente, cloacas, inmunizaciones, mortalidad infantil, materna y esperanza de vida. Estos simples parámetros definen claramente los resultados de una gestión, y orientan el voto. Por eso es tan difícil encontrarlos, especialmente en las jurisdicciones más atrasadas que, sin vergüenza alguna, justifican su falta de datos precisamente en su atraso.
No hacer estas cosas es seguir pasando una aplanadora “n” veces sobre un gato muerto: el gato no está más muerto, sino más aplanado y menos identificable como gato. ¿Cui bono?

* Segunda parte
** - Médico - Diplomado en Políticas de Salud (FLACSO, Ecuador) - Mgr. en Economía de la Salud y el Medicamento (Pompeu-Fabra, Barcelona). Socio de Cortesi-Vincent y Asociados, Consultores en Farma y Salud.


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