La gestión clínica lleva a una mayor calidad y eficiencia
Septiembre de 2014 - C.S.V.
El Dr. Carlos Macaya, presidente de FACME, ha concedido una entrevista a EL MÉDICO
La gestión clínica o la gobernanza clínica es uno de los objetivos prioritarios de Federación de Asociaciones Científico Médicas Española (FACME). En este marco y gracias a su implantación en las unidades asistenciales, los profesionales deben tener la capacidad de tomar decisiones y la responsabilidad que conlleva tomarlas para poder llegar a una mayor calidad de la atención con el menor coste posible.
¿Cómo empezó a gestarse el interés por la gestión clínica dentro de FACME?
Las líneas de trabajo de FACME se centran en llevar a cabo el concepto de gestión clínica que empezó a construirse con los acuerdos alcanzados entre el Foro de la Profesión Médica y el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. En el tercero de los epígrafes se hace referencia a gestión clínica. FACME aspira a tener protagonismo. El papel de FACME aquí es la representación de las sociedades científicas, que son las que atesoran el conocimiento científico y, por eso, nos vemos legitimadas para liderar el proceso de implantación de la gestión clínica.
¿Cuáles son los agentes que participan en este proceso?
Están implicadas varias organizaciones. La Organización Médica Colegial (OMC), la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CEMS) y la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME). En el foro hay otras tres instituciones, el Consejo General de Especialidades, la Conferencia Nacional de Decanos de las Facultades de Medicina y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina, que han firmado el acuerdo, pero que no han participado directamente en el desarrollo de los tres epígrafes que lo configuran. Estas seis instituciones son muy complementarias, ya que abarcan desde lo que va a ser el médico (estudiantes de Medicina) hasta lo que hace el médico (facultades), lo que hacen las especialidades (consejo general de las especialidades), lo que ya son los médicos (las sociedades científicas/FACME), el corporativismo (OMC) y la laboral (CEMS). Como se ve, son funciones y atribuciones diferentes y complementarias.
¿Cuál es el papel de FACME en este acuerdo?
FACME no puede y no debe hacer acciones que compitan con sus miembros federados; es decir, con las sociedades científicas. Como tal, tiene que hacer acciones transversales que afecten a todas las sociedades científicas, representando a las mismas y velando por el cumplimiento de las necesidades asistenciales de los pacientes.
¿Cuáles son sus objetivos?
Uno de ellos es el tema de la gestión clínica o gobernanza clínica; entendiendo como tal transferir a los profesionales la capacidad de tomar decisiones y también la responsabilidad de las decisiones que toma para llegar a la mayor calidad con el menor coste posible, que es la eficiencia.
¿Están los profesionales formados para asumir este reto?
En el acuerdo marco con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se ha llegado a una definición de un modelo organizativo que se fundamenta en que los profesionales sanitarios somos los que vamos dirigir las unidades de gestión clínica. Los médicos están dispuestos y quieren asumir esta responsabilidad, formándose para conocer las herramientas necesarias para el desarrollo de la gestión clínica.
¿Cómo pueden el médico asumir la gestión clínica?
No se puede confundir la gestión clínica con el acto clínico. La gestión implica la toma de decisiones teniendo en cuenta los recursos humanos y materiales de un área o unidad asistencial. Los médicos están reconocidos como una de las profesiones más valoradas, y eso es un elemento a su favor. Por eso, uno de los puntos en los que hay que mejorar es en la formación.
Entonces, ¿están preparados los médicos para hacer gestión clínica?
Los médicos decimos que sí, que hay muchos profesionales que tienen experiencia en gestión clínica y los que no la tienen se pueden formar. Dicha formación está enfocada a una práctica clínica de excelencia.
¿Cómo pueden adquirir esta formación?
Desde FACME y otras instituciones se están impartiendo cursos de gestión clínica, que comenzaron con las Escuelas Nacionales de Sanidad, junto con el IESE, con el IE, con ESADE... Ahora, desde las sociedades científicas se están haciendo programas de gestión clínica. La formación la queremos liderar y hacerla los clínicos para los clínicos. FACME junto con la fundación IMAS (Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria) está haciendo la segunda edición del máster en gestión clínica. En el primer curso se solicitaron 500 plazas pero sólo había 300. Lo organizaron tres sociedades científicas: la de Cardiología, la de Medicina Interna y la Separ. El seguimiento ha sido del 92 por ciento. El input que hemos recibido ha sido muy positivo.
¿En qué consiste esta formación?
Es un curso organizado en su mayoría por clínicos que tienen experiencia en gestión y está hecho para clínicos, para responsables de servicios y de unidades asistenciales. La segunda edición aparece ahora. Se hace con la Universidad de Murcia, la que confiere el título. Se trata de un master diseñado como un tronco común que al final se divide en bloques por especialidad. Otra línea de trabajo en la formación son las reuniones específicas. Así, el 10 de junio se celebró en el Colegio de Médicos de Madrid la I Jornada en Gestión Clínica, organizada por FACME, a la que acudieron directivos de compañías biomédicas, Fenin y profesionales interesados en el tema de la gestión clínica.
¿El gestor clínico es un sustituto del gerente?
No exactamente. En esta situación, también cambiará el papel del gerente. Esa transferencia del poder en inglés la denominan descentralizar más que transferir. La definición que adoptamos es la de John Smith, editor del British Medical Journal, que es descentralizar y empoderar. Se transfiere a una unidad de gestión clínica que pasa a ser liderada o dirigida para tener autoritas y potesta (la autoridad y el poder). Son dos cosas diferentes: la autoridad te la da el liderazgo y es lo que hace que seas respetado por tu forma de hacer, mientras el poder te lo tiene que dar el servicio de salud a través del gerente.
¿Cómo funcionarían estas unidades?
Con un contrato de gestión, donde se contemplaría una financiación y unos objetivos, entre los que estarían unos indicadores de calidad asistencial, de investigación y docencia. Todo esto estaría evaluado a través de los parámetros establecidos.
¿Cómo se definen esos indicadores?
Los indicadores los elabora la Administración sanitaria en colaboración con las sociedades científicas, que son las que atesoran el conocimiento científico y asistencial. Se recogen por los estándares y las recomendaciones de las sociedades científicas y del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, teniendo en cuenta las necesidades de cada unidad. Esos indicadores son los necesarios y apropiados para lograr los objetivos asistenciales que se plantean. Hay que tener en cuenta que esos objetivos están ligados a la financiación. Aquí habrá un coste y unos incentivos que no irán ligados a ahorro.
¿Con qué hay que relacionar los incentivos?
Tienen que ir ligados a unos objetivos de solución y a mantener la calidad asistencial. Eso es ser eficiente, aunque la eficiencia no necesariamente es ahorrar sino gastar igual, pero haciendo más y mejor.
En este marco, ¿cuál es la función del gestor/gerente del hospital?
El gestor participaría a la hora de elaborar el contrato programa en los hospitales y en los centros de atención primaria y, además, facilitaría todas las herramientas de gestión, las tecnologías de la información y comunicación (TIC), los cuadros de mando, la formación continua... No nos podemos olvidar de que toda esa actividad y el coste tienen que ser transparentes. Por eso, los gerentes monitorizarán y harán un seguimiento estrecho sobre todas las variables asistenciales de calidad y de gasto, y alertarán de cualquier desviación en alguna de estas variables.
¿Cuándo se puede implantar este modelo de gestión clínica en el Sistema Nacional de Salud?
Hay unidades que ya tienen experiencia en gestión clínica y disponen de estas herramientas de gestión, lo que pasa es que, por ahora, son limitadas, ya que uno de los requisitos de estas unidades es tener cierto grado de autonomía para poder llevar a cabo esa gestión clínica. Por eso, se tiene que transferir esa capacidad de tomar decisiones y esa responsabilidad para que puedan ser autónomos. Pero esa autonomía puede suscitar desconfianza y generan algunas dudas: ¿serán los clínicos capaces de llevar a buen puerto esto que dicen? Para eso están las TIC, con las que la dirección podrá ver en todo momento que se están cumpliendo los objetivos y que no se desvía ni económica ni asistencialmente.
¿Esa gestión la debe llevar a cabo un equipo o una persona?
Un equipo. Las unidades de gestión clínica son de dimensión variable. Son asistenciales, pero con un papel investigador y docente. Además, deben ser multidisciplinares. No son servicios donde hay solo una disciplina; incluyen áreas hospitalarias y extrahospitalarias, donde participarían desde primaria hasta todas aquellas especialidades implicadas en una determinada patología.
¿Nos puede dar un ejemplo?
Sí, claro, el área del corazón. Aquí deben participar cardiólogos, que serían el núcleo, cirujanos cardiacos, cirujanos vasculares, internistas y especialistas en hipertensión, diabetes y, por supuesto, primaria, que es la puerta de entrada y salida. Lo que hacen estas especialidades quirúrgicas y médicas es participar en el proceso, pero el eje conductor que lo sustenta es el médico de primaria, que debe estar con una muy buena interacción con especializada, que actúa puntualmente. Hay que tener en cuenta que con la Medicina actual lo que estamos haciendo es prolongar la vida y aumentando la cronicidad. Eso hace que la enfermedad sea más prevalente, porque la incidencia, la aparición de casos nuevos, lamentablemente, es la misma. Ojalá la reduzcamos con Medicina preventiva. Pero si reducimos la mortalidad, el número de pacientes va a ser mayor. Por eso, hay que afrontar la cronicidad y el consumo de recursos que esto conlleva.
¿El Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad está interesado en este modelo de gestión clínica?
Nuestro Sistema Nacional de Salud es uno de los mejores e incluso se habla que es de los más eficientes a nivel macro, pero hay muchas variables. Siempre se ha dicho que es un sistema que ha sido eficiente porque el modelo retributivo es bajo. El problema es la sostenibilidad y la solvencia. Ser solvente significa que tenga calidad, que introduzca innovación, tecnología, nuevos fármacos. A la sostenibilidad hay que añadir la solvencia, en el sentido que introduzca lo innovador.
¿Qué papel tiene la gestión clínica en la innovación?
Facilita el proceso, porque hace que los recursos sean mejor utilizados. Nosotros apostamos para que a los clínicos se les transfieran esa responsabilidad, éstos la utilizarán con mayor racionalidad, ya que se van a ver más implicados. Va a priorizar el empleo de los recursos.
¿Cómo percibe el clínico las mejoras que se podrían lograr con su implicación en la gestión?
El clínico está a favor. Es cierto que en la sociedad actual existe cierto escepticismo para poder llevar a cabo todas estas medidas, sobre todo teniendo en cuenta que la Sanidad ha sido muy instrumentalizada. Ahora bien, esto plantea nuevos retos para el clínico en su formación.
¿En qué otras líneas está trabajando FACME?
Otro aspecto que centra el interés de FACME es la recertificación y la acreditación de centros y de unidades asistenciales. Queremos que las sociedades científicas tengan un papel importante en dicho asunto. Esto se lleva a cabo a través del ministerio y de los colegios de médicos. No podemos olvidar que el médico lo certifica la universidad. Pero se tiene que actualizar y, de forma objetiva, debe demostrar que tiene actualizados sus conocimientos. Es lo que se denomina la recertificación, que es una garantía para que la sociedad civil sepa que los médicos en ejercicio tienen los conocimientos actualizados. Por eso, la forma de recertificarse y el nivel de conocimiento que tiene que tener deben ir de la mano de las sociedades científicas, que son las expertas en este tema.
¿Cómo se lleva a cabo el proceso de recertificación?
Se hace junto con los colegios de médicos en lo que se ha denominado la validación periódica colegial (VPC). Tiene cuatro niveles: el primero es demostrar que eres médico, que tu título está homologado; el segundo, que el médico tiene una capacidad física y psíquica correcta; el tercero, que el profesional no tiene un expediente abierto de mala práctica. Estos tres niveles están dentro del marco deontológico propio de los colegios de médicos. Y, por último, el cuatro nivel hace referencia a la recertificación. La OMC lo delega a las sociedades científicas correspondientes.
Y, ¿qué pasa con la acreditación?
Las sociedades científicas somos órganos consultores a nivel del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y de las Comisiones Nacionales de las Especialidades; por lo que participan junto con otras instancias en las comisiones nacionales, que son las que dice cuáles son los requisitos para acreditar centros. Otro tema es la planificación, donde las sociedades científicas participan con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en la elaboración de los estándares y recomendaciones para la creación de las unidades asistenciales. Así, cuando un servicio de salud va a crear una unidad asistencial tiene que saber cuáles son los estándares mínimos para que se garantice la seguridad del paciente, para que los recursos utilizados sean utilizados de forma eficiente... y, para eso, hay que contar con un volumen mínimo. Tenemos que regionalizar y potenciar las redes asistenciales, que son fundamentales para definir y marcar los estándares de cara a las unidades asistenciales. Por eso, todos estos aspectos los estamos elaborando en varios documentos con el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad para que lo extiendan a las distintas Comunidades Autónomas para facilitarles la planificación asistencial de sus recursos.
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