“Aislamiento estricto del paciente”
El protocolo de un caso en investigación dicta la separación del afectado
Los contactos “estrechos” con un contagiado no requieren restricción de movimientos
El protocolo ante casos sospechosos de enfermedad por virus de ébola, elaborado por el Ministerio de Sanidad el pasado mes de abril y enviado a todos los centros sanitarios de España, dicta el “aislamiento estricto del paciente” como medida inmediata ante casos en investigación por la enfermedad, no solo ante casos ya confirmados en laboratorio. El documento, de 15 páginas, establece también como primera medida la comunicación “urgente a todas las personas/servicios que vayan a estar implicadas en el manejo del paciente o de sus muestras”, y fija que el traslado del enfermo al centro hospitalario se realizará “en una ambulancia especialmente preparada, con la cabina del conductor físicamente separada del área de transporte del paciente”. Las personas en contacto “estrecho” o de alto riesgo con el infectado, además, han de tener vigilancia durante los 21 días posteriores a su exposición a este, pero no requieren restricción de movimientos o trabajo.
El protocolo de las autoridades sanitarias españolas explica a los profesionales que el periodo de incubación del ébola es de 2 a 21 días y la tasa de letalidad es del 50-90%. No existe ninguna opción profiláctica (vacuna) o terapéutica disponible, y la transmisión puede ocurrir “a través del contacto directo con sangre, secreciones, tejidos, órganos u otros fluidos corporales de personas vivas o muertas infectadas”. La transmisión por contacto sexual puede darse hasta siete semanas después de la recuperación clínica, y la transmisión a los humanos también puede ocurrir por el contacto con animales vivos o muertos infectados (monos, chimpancés, antílopes y murciélagos). “La transmisión de persona a persona se considera el principal modo de transmisión siendo el riesgo mayor en la fase final de la enfermedad”, asegura el texto.
Los síntomas que definen un caso de ébola son la fiebre elevada (mayor a 38,3 grados) y al menos dos de entre estos: mialgias (dolor muscular), cefalea, odinofagia (dolor al tragar), vómitos y manifestaciones hemorrágicas. Al paciente con estos síntomas y antecedentes por haber estado en contacto con un caso de ébola o en una estancia donde haya habido casos de la enfermedad se le deben tomar dos muestras, dicta el protocolo, de sangre y de orina, que han de enviarse al Centro Nacional de Microbiología, en el Instituto de Salud Carlos III (en la localidad de Majadahonda, Madrid). Los casos en investigación o confirmados “se notificarán de forma urgente” a los servicios de salud pública de la comunidad autónoma y al Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad.
Ante un paciente de estas características, el centro sanitario tiene que tomar “precauciones de contacto y de transmisión aérea” porque, aunque la transmisión del virus por el aire no está demostrada, “los estudios realizados en primates no humanos no han podido excluir esta vía”, indica el protocolo. Así, los casos que presenten síntomas respiratorios deben usar mascarilla desde su identificación, durante el transporte y la hospitalización. Deben trasladarse a una Unidad de Enfermedades Infecciosas de alta seguridad con instalaciones apropiadas, previamente designada. El transporte del paciente se ha de realizar en una ambulancia específicamente preparada, y el personal que intervenga en el mismo utilizará “equipo de protección personal adecuado”. Una vez en el centro, el enfermo de ébola ha de ingresarse en una habitación individual “con medidas de aislamiento estricto con acceso restringido a personal esencial para la atención y cuidado del paciente”. Las personas que entran en la habitación deben quedar registradas.
Todo el material instrumental utilizado se “desinfectará adecuadamente o se desechará”, apunta el protocolo. En cuanto a la vestimenta de los profesionales (sobre la que el personal del Hospital Carlos III se quejó ayer), las normas de Sanidad establecen que todas las personas que entren en contacto con el paciente deben llevar un equipo de protección individual (EPI) de barrera y respiratoria, que incluye una “mascarilla con respirador FFP2, guantes dobles, bata desechable impermeable de manga larga que cubra la ropa hasta los pies o equivalente, calzado impermeable o cobertura equivalente y máscara facial o gafas”.
Las indicaciones del Ministerio distinguen dos tipos de contacto con un enfermo de ébola: el contacto estrecho, o de alto riesgo, y el casual o de bajo riesgo. El primero se define como el “contacto físico directo con un paciente sintomático o con su sangre, orina o secreciones, o con sus ropas, ropa de cama o fómites contaminados con sangre, orina o fluidos del paciente”; así como el que ha mantenido quien haya atendido al paciente o manejado sus muestras sin las medidas de protección correctamente utilizadas (entre los que se encuentran los contactos familiares, enfermeros, personal de laboratorio, de enfermería, de ambulancia, médicos y otro personal); y quien haya tenido contacto con un cadáver de persona fallecida por ébola o con un animal infectado con la enfermedad. El contacto casual, o de bajo riesgo, se limita a una “coincidencia en un mismo espacio con un paciente sintomático, pero sin contacto físico directo con él ni con sus fluidos corporales”.
Los contactos estrechos o de alto riesgo requieren una vigilancia “activa y supervisada” durante los 21 días posteriores a la última exposición a la infección, registrarse dos veces la temperatura “contactando diariamente para detectar precozmente la presencia de signos o síntomas de enfermedad”, destaca el texto, que precisa sin embargo que “no se requiere restricción de movimientos o trabajo”. Si se registra un aumento de la temperatura superior a 38 grados en ese periodo y algún síntoma se debe contactar de forma urgente con el responsable del seguimiento.
Para los contactos de bajo riesgo, enfatiza el protocolo del Ministerio de Sanidad, “no se requiere seguimiento activo” porque el riesgo de contagio es “mínimo”.
El manejo post mórtem de un paciente con ébola impide realizársele la autopsia, “dada la elevada carga viral de los fluidos corporales”, el féretro debe permanecer sellado y ser incinerado. De igual forma, la ropa contaminada debe ser incinerada o “lavada urgentemente en un ciclo normal de agua caliente con lejía”.
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