martes, 4 de octubre de 2011

Diez años después del ataque de ántrax | Biociencia | elmundo.es

ANÁLISIS | Ataque bioterrorista en EEUU

Diez años después del ataque de ántrax

Imagen de la bacteria de ántrax. | El Mundo Imagen de la bacteria de ántrax. | El Mundo

En la mañana del dos de octubre de 2001, Robert Steven llegó por su propio pie a Urgencias del Centro Médico JKK en Florida, pese a estar confuso y con fiebre. Acababa de regresar de un viaje de vacaciones por Carolina del Norte. Poco tiempo después Larry Bush, del departamento de enfermedades infecciosas, a petición de emergencias, examinaba a un hombre en estado de coma y entrevistaba a su mujer que esperaba a pie de cama.

Roberts, editor fotográfico del diario 'Sun' de Miami, se convirtió en la primera víctima del ataque bioterrorista de ántrax que se inició el 18 de septiembre de 2001 y que utilizó el servicio postal de EEUU para difundir esporas a varias oficinas de medios de comunicación, a hogares y a sedes gubernamentales. El resultado fue un total de 22 personas infectadas, de las cuales cinco murieron.

Han pasado 10 años de aquel ataque y Larry Bush y María Pérez publican un artículo en el último 'Anals of Internal Medicine' que documenta que "desde entonces, los expertos han descubierto que sus conocimientos de ántrax han quedado obsoletos. También aprendieron muchas lecciones sobre la administración oportuna de las vacunas y de antibióticos frente a una emergencia nacional. Pero la lección más importante es que el reconocimiento de la enfermedad en tiempo real y la comunicación rápida a las autoridades competentes es crucial", reza el documento.

El hombre que supo que era ántrax

El Dr. Bush defiende que a menudo se le ha formulado la pregunta: "¿Qué te hizo pensar en el ántrax?" Después de 10 años, la respuesta sigue siendo la misma: "¿Qué habría ocurrido si no hubiera pensando en ello?"

Dada la importancia del diagnóstico de ántrax por inhalación, el doctor Bush decidió notificar de inmediato a los funcionarios locales del departamento de salud sus hallazgos. "Así comenzó una de las mayores investigaciones epidemiológicas y penales en la historia de EEUU", reconocen los autores.

"Para nosotros fue una sorpresa, sobre todo a raíz de los atentados del 11-S, que la opinión inicial del Gobierno fuera que la exposición había sido un caso aislado, que no era probable que estuviera relacionado con un ataque bioterrorista y que dado que el ántrax no se contagiaba de persona a persona, la sociedad no debía alarmarse. Pero más sorprendente era el hecho de que pocas semanas antes e inmediatamente después de los atentados del 11-S, el entonces secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos se reuniera con funcionarios del gobierno, junto con un ex co-fundador del Centro de Estrategias Biodefensa Civil, para discutir las posibilidades de que los actos terroristas tuvieran secuelas. El sentimiento colectivo del grupo fue que un caso de bioterrorismo podría ocurrir y que el país estaba sumamente preparado para este tipo de ataque", explican estos especialistas.

Pero el caso de Stevens no fue aislado. "En las siete semanas siguientes se confirmaron 21 casos sospechosos y se descubrió el uso deliberado del servicio postal de EEUU para esparcir las esporas. Cuatro estados (Florida, Nueva York, Nueva Jersey y Connectica y Washington) confirmaron casos de ántrax, lo que demuestra el método sorprendentemente eficaz de la dispersión de esporas de ántrax", detallan los científicos.

A diferencia de la guerra biológica, donde el objetivo es el uso intencional de un agente biológico modificado para causar una pérdida masiva de vidas humanas, algunos dicen que "el bioterrorismo se define mejor como un método principalmente destinado a perturbar nuestra forma de vida y hacernos más conscientes de nuestra vulnerabilidad", explican los autores. "Sin embargo, no se puede menospreciar la pérdida de cinco vidas humanas o la enfermedad prolongada e intensa que sufrieron seis personas(algunas de las cuales no se han recuperado totalmente), más las consecuencias económicas, sociales y políticas que se derivan de este acto encubierto del bioterrorismo y que, en cierta medida, todavía hoy tienen consecuencias tal y como lo demuestra los cambios en la vida diaria de muchos ciudadanos. Por ejemplo, muchas personas todavía tienen miedo de abrir el correo no reconocido".

Se realizaron más de un millón de pruebas y 10.000 personas recibieron fármacos como profilaxis post-exposición. Los ataques de ántrax de 2001 también abrieron lo que quizás hay sido la investigación epidemiológica más importante por un brote de enfermedades infecciosas en la historia de la salud pública de los EEUU.

Retos para el futuro

"¿Qué hemos aprendido?", se preguntan los autores del ensayo. "Está claro que muchos aspectos del atentado se manejaron bien, como la capacidad del laboratorio para identificar rápidamente el patógeno, la implementación exitosa y oportuna de la Reserva Farmacéutica Nacional para la profilaxis postexposición, la disminución de la mortalidad por inhalación en comparación con las tasas históricas gracias a un diagnóstico rápido y la atención multidisciplinaria, por no hablar de la voluntad de gran parte del personal médico y de voluntarios de trabajar en estos casos a pesar del riesgo y la responsabilidad y en un momento de miedo e incertidumbre".

Sin embargo, insisten en que "también hubo muchas lecciones aprendidas como la comprensión de que el conocimiento científico sobre el ántrax estaba obsoleto y era inexacto (por ejemplo, la relativa facilidad de paso de las esporas de ántrax a través de sobres cerrados y la cantidad mucho más pequeña de esporas necesarias para provocar la enfermedad clínica después de la exposición) o la confusión y el retraso en la Administración para lograr una vacuna contra el ántrax postexposición, debido a la falta de disponibilidad de tiempo, entre otras cosas".

Tal vez lo más importante, es que "ahora reconocemos la enfermedad al momento... Pero, después de 10 años, la pregunta sigue siendo la misma: "¿qué hubiera ocurrido sin la astucia del doctor Larry? A pesar de los importantes avances en tecnología y el desarrollo de sistemas diseñados para la preparación contra el bioterrorismo, creemos firmemente que un clínico astuto volverá a ser el primero en reconocer al próximo paciente con una enfermedad que resulta de la exposición deliberada de un agente biológico. Se ha dicho que la suerte es que el camino de la oportunidad cruza el camino de la preparación. En la salud pública esta intersección se produce a menudo junto a la cama del enfermo".
Diez años después del ataque de ántrax Biociencia elmundo.es

No hay comentarios: