sábado, 22 de octubre de 2011

Farmacéuticas en el patíbulo | Barcelona | elmundo.es

SOCIEDAD | El 'tijeretazo' sanitario

Farmacéuticas en el patíbulo

Júlia Gálvez sujeta una receta impagada en su farmacia. | Jordi Soteras Júlia Gálvez sujeta una receta impagada en su farmacia. | Jordi Soteras
  • Dos boticarias narran su desesperada situación tras el impago de la Generalitat
  • Aumentar su deuda o dejar de dispensar algunas medicinas, únicas soluciones
  • Alertan de que medicamentos para dolencias graves serán difíciles de hallar

Cada vez que Júlia Gálvez dispensaba un somnífero lo hacía desde la incomprensión de quien no ha sucumbido a la esclavitud del desvelo. No concebía que tantos clientes recurrieran al fármaco para conciliar el sueño. "No lo entendía, de verdad, pero ahora lo entiendo, porque ahora ya no duermo", relata desde la farmacia que regenta con su madre en los aledaños del parque Güell. El eco de su lamento resuena en idéntica frecuencia Barcelona abajo, junto a la plaza Espanya, donde Conxita Alsina jura también noches en vela, desde su apoteca.

Las dos envuelven su disgusto en aspavientos, refugiadas en espacios desordenados, escondidos al enfermo; reboticas repletas de cajas por abrir, albaranes por firmar y facturas por devolver. Pagarlas es inviable en este octubre crudo para el que vive del medicamento.

No entrará líquido en sus arcas hasta el 5 de noviembre, treinta días después de lo pactado, casi 60 después del último ingreso. El aplazamiento del pago de la Generalitat, correspondiente a las ventas de agosto, se traduce en que estas farmacias, como otras 3.000 en toda Cataluña, percibirán el grueso de su facturación -que representan los medicamentos recetados por la Seguridad Social- con un retraso insostenible. El incumplimiento de la Administración catalana y su negativa a avalar un crédito colectivo obliga a cada propietario a pedir un préstamo personal y responder con su propio negocio a un eventual impago.

Las espaldas más flageladas son las de las farmacias con menor volumen de negocio, habitualmente las rurales o escondidas en pequeños barrios, y las de los nuevos propietarios, que soportan mes a mes la rémora de colosales hipotecas. Tanto Júlia como Conxita encajan.

'Nunca se había visto que una farmacia cerrara'

La primera defiende en la cota más alta del barrio de Gràcia el negocio que su madre puso en marcha 35 años atrás. La 'patrona' reconforta a una cliente asidua, que acude a comprobar cómo su tensión se ha precipitado hasta el umbral que conduce al mareo, y Júlia deplora que, tras tres décadas, el retiro plácido que planeó esté lejos de cumplirse. "Nuestra idea era venderla para que tuviera una buena jubilación y yo irme a trabajar como empleada a otra farmacia. Pero ahora es imposible, nadie compra. A este paso, tendremos que cerrar la persiana e irnos", se resigna. Su madre, Concha, advierte el quejido y exterioriza su asombro: "Nunca se había visto que una farmacia cerrara, nunca. Podían ser más grandes o más pequeñas, vender más o menos, pero nunca cerraban. Hasta ahora".

Como buena conocedora del sector, no falla el tiro. El Consejo General de Farmacéuticos de Cataluña calcula que un 15% de las boticas podrían tener que dejar de dispensar los fármacos de la Seguridad Social, lo que acostumbra a suponer el 80% de la facturación. En el caso de la farmacia Gálvez, alcanza prácticamente el 90% de la misma.

Júlia describe una encrucijada irresoluble: "Los medicamentos no dejan de bajar de precio y los gastos fijos se mantienen o incrementan. La gente ya no compra como antes, la caída en cosméticos ha sido brutal, y ahora esto -el impago de la Generalitat- Normalmente ya llegas en números rojos a final de mes, pero si no te ingresan la remesa, claro, no llegas".

Hipoteca sobre un negocio hipotecado


Las Gálvez siguen jugando con la paciencia del banco y lo harán "hasta que diga basta", pero por el momento no han recurrido al crédito personal que el BBVA ha ofrecido a los farmacéuticos -con una comisión de apertura del 0,15% y un interés del 3,15%-. Cuentan con una hipoteca de 102.000 euros, pues el pasado año reformaron el local y no quieren exponerse a perderlo. El 5 de diciembre y de enero llegarán los pagos relativos a lo vendido en septiembre y octubre, pero Júlia no confía en arriesgasrse ante un horizonte abierto a nuevos ajustes. "A partir de enero, no sabemos qué pasará. La Generalitat no no quiere aclarárnoslo", incide.

Sí ha tenido que sucumbir Conxita, aunque con el sobre del banco aún cerrado ni tan sólo es capaz de concretar las condiciones del nuevo préstamo que acaba de firmar. "Yo sólo quería el dinero, después ya veré cómo lo pago", rebate. Ya carga con una deuda casi millonaria que le obliga a destinar miles de euros al mes a esquivar el embargo (prefiere no concretar las cantidades por miedo a la reacción de sus proveedores). Esta joven empresaria farmacéutica se declara "estrangulada" y vomita una situación desesperada tantas ocasiones repasada mentalmente: "Estoy aquí de nueve a diez de la noche cada día. He tenido que reducir el horario de apertura, despedir un trabajador que llevaba 20 años y abonarle una gran indemnización, la farmacia no tiene beneficios y yo no tengo sueldo. Se trata de salvarla como sea. Si no pago, me quitan el negocio y nos hundimos todos".

Conxita se encuentra acorralada en un cepo que hace dos años se disfrazó de oportunidad. En enero de 2009 adquirió una oficina de farmacia de gran facturación. El enorme desembolso debería ser recuperado sin problemas en 20 años ofreciendo además pingües beneficios a medio plazo, pero la realidad no puede distar más de lo proyectado. La rebaja de los precios de los medicamentos y la pérdida de poder adquisitivo ha desarbolado su planificación y capacidad de respuesta. "El primer año mantuve la facturación, el segundo cayó y este ha sido el caos", resume.

Por el momento, ya se ha visto obligada a aplazar la factura de su principal proveedor. "Pero a las farmacias con impagos ya no se lo hace", advierte. Y es que la situación es, efectiva y alarmantemente, común como aclara Júlia: "Los mayoristas ya no pueden soportar que todo el mundo les pida retrasos, pero todos lo hacemos".

'Faltarán tratamientos oncológicos o inhaladores'

La repercusión ya ha saltado el mostrador de las boticas. El desabastecimiento es patente en algunas medicinas como inhaladores o medicamentos para afecciones estomacales. Júlia asegura contar con un listado de 30 fármacos que "no tiene nadie". Matiza que no son los más necesarios pero augura que los imprescindibles podrían empezar a escasear en breve. Coinciden las dos farmacéuticas en vaticinar que será complicado dar con inmunosupresores para trasplantados, medicamentos oncológicos, hormonas del crecimiento o tratamientos de fertilidad. Remedios para afecciones graves, algunos; costosos, todos.

El escaso margen de beneficio en los medicamentos más prohibitivos está provocando que Júlia y Conxita se nieguen a dispensarlos al no poder afrontar su coste. La segunda ya tuvo que rechazar a un usuario que reclamaba uno de 800 euros esta misma semana.

La reducción de los 'stocks' es otra de las reacciones. "Si antes pedías cinco cajas, ahora pides una o no pides", narra Júlia y Conxita añade que trata de convencer infructuosamente a sus clientes de que los diferentes genéricos tienen la misma composición para agotar los que se acumulan en los cajones. "No lo entienden, sólo ven el color de la caja y me hacen comprar. Tendríamos que decidir cuál damos", reclama. Júlia es más radical y adelanta que ya piensa en comprar sobre pedido.

La tardanza en alzar la voz parece haber convertido al sector farmacéutico en el último eslabón de la cadena de ajuste presupuestario en la sanidad catalana y las boticarias lamentan no haber clamado antes contra la Administración. "No somos ricachones, la gente tiene que quitarse esa idea de la cabeza", destila con vehemencia Júlia y, como si hubiera escuchado saltar la espita, Conxita llama a la rebelión: "Nos tendríamos que poner de acuerdo, que la gente pagara en la farmacia y expedirle una factura para que fueran a recuperar su dinero al Departamento de Salut". "Es horroroso, una ilegalidad, por qué tengo que estar financiando yo el sistema sanitario". La ristra de quejidos sólo ceja interrumpida por el teléfono, pero no hay alivio para la joven farmacéutica que, tras el "diga", ya pregunta: "¿Y tú cómo vas a conseguir pasar el mes?".
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