DIÁLOGOS DESDE PRIMARIA
La segunda década del siglo XXI
por Asensio López | 07/10/2011 10:04
Para bien o para mal, podemos afirmar que aunque no hemos alcanzado los tan anhelados 10 minutos por paciente, casi con toda seguridad, sí podemos dar por concluido este movimiento. Estamos en el final de una etapa y este es buen momento para plantearnos qué va a ser de nosotros, qué va a ser de la medicina de familia y de la atención primaria en el futuro.
Creo oportuno recordar que los médicos de familia hemos invertido estos últimos diez años en reclamar y reivindicar un mejor estatus profesional. Y aunque insuficientes, podemos destacar que algunos (no todos) avances se han conseguido: se ha mejorado la proyección social de la medicina de familia; la población española ha sido conocedora de la falta de recursos y de tiempo en la atención primaria; se han elaborado por el Ministerio -y por prácticamente todas las comunidades autónomas- actuaciones estratégicas dirigidas a mejorar la atención primaria; se aprobó el nuevo programa de la especialidad de Medicina de Familia; o, se ha conseguido una incipiente (todavía) presencia de la medicina de Familia en las Facultades de Medicina. Conquistas insuficientes pero, sin duda, hemos progresado.
Cómo no, pocos son los avances que se obtienen por 'generación espontánea'. Todas las conquistas conseguidas han sido el resultado del espíritu combativo y reivindicativo de muchos médicos de familia. Queda claro que algo hemos aprendido en estos últimos treinta años: si la medicina de familia de vuelve contemplativa, es devorada por los "poderosos tiburones" del sistema. Porque atesoramos voluntad, ánimo y buenas maneras, pero todavía somos demasiado jóvenes, tenemos demasiadas lagunas y compartimos importantes debilidades como especialidad (probablemente no más que el resto), lo que nos obliga a estar en un permanente avance. Por ello, no debemos olvidar algo: si cometemos el error de pararnos, acabaremos capotando.
- AP necesita un proyecto de futuro que aglutine y movilice de nuevo a los médicos de familia
Considero que la mejor receta, probablemente la única receta, que tenemos para vencerlo es disponer de un proyecto de futuro. Un proyecto capaz de transformar el presente, un proyecto que aglutine y movilice de nuevo a los médicos de familia, un proyecto que profundice en la propia especialidad y que sea capaz de construir un espacio poderoso, capaz de "arredrar al resto de tiburones" del sistema. Pero no lo olvidemos, nadie nos otorgará este proyecto de futuro. Tal vez podamos conseguir aliados; tal vez encontremos compañeros de viaje; tal vez hagamos amistades en el camino; pero sólo será posible si se trata de un proyecto propio de la Medicina de Familia, promovido e impulsado por los médicos de familia, aunque sin perder de vista que su éxito estará condicionado por una cualidad: que se trate de un proyecto al servicio del resto del sistema de salud.
Considero que al menos son cuatro los pilares para un proyecto de la medicina de familia en esta segunda década de siglo: 1/ Una apuesta por aumentar el conocimiento mediante la investigación en Medicina de Familia, que nos dará mayor capacidad competitiva y un mayor reconocimiento entre el resto de áreas de conocimiento. (Un triste ejemplo de nuestra situación: WONCA ha publicado recientemente una "Agenda para la investigación en Medicina de Familia", elaborada por diferentes expertos internacionales; pues llama la atención que entre las más de quinientas citas bibliográficas, ninguna corresponde a grupos españoles). 2/ Un compromiso para profundizar en la gestión de la salud; una gestión orientada a los procesos asistenciales (cómo no, con especial atención a los personas con enfermedades crónicas), pero también una gestión dirigida a coordinar y asignar los recursos disponibles en el sistema sanitario. 3/ Una práctica profesional integradora con los diferentes colectivos profesionales (estamos ante el reto de recuperar el trabajo conjunto con enfermería), con el resto de especialidades y, por supuesto, entre los tres colectivos de médicos de familia (¿será el 2011 el año con una única sociedad científica de médicos de familia?). 4/ Un esfuerzo para aprender a desmedicalizar la atención a la salud, compartiendo con las personas y los colectivos de ciudadanos el protagonismo sobre su propia salud y con un mayor desarrollo de la promoción, la prevención de la salud y la atención comunitaria.
En definitiva, se trata de reforzar nuestros anhelos de influencia, de presencia y de presupuesto en el sistema sanitario, aparcando los sentimientos contraproducentes y con una clara apuesta por investigar, gestionar, cooperar y compartir el protagonismo de la salud con los ciudadanos.
Feliz año 2020.
La segunda década del siglo XXI - DiarioMedico.com
DIÁLOGOS DESDE PRIMARIA
La teoría de los hechos antagónicos o la vanidad en atención primaria
por Asensio López | 06/04/2010 00:00
Por favor, ¡que ninguno de los protagonistas vuelva a realizar declaraciones, salvo para ofrecernos resultados!
Cualidad de vano; falto de realidad, sustancia o entidad; dicho de un fruto de cáscara cuya semilla interior está seca o podrida. Estas son algunas de las acepciones, las principales acepciones, que del término vanidad describe el diccionario de la Real Academia Española. Ahora que hemos establecido la definición, les propongo un sencillo acertijo: ¿Seguro que averiguan de qué asunto y de qué personas estoy escribiendo? Bueno, creo que es mejor no seguir por este camino de la quiromancia, pues resultará un tanto presuntuoso por mi parte asegurar que estoy en condiciones de entrar en sus pensamientos. Por tanto, retiro el acertijo. Pero no me resisto a seguir comentando esta cuestión, nos vamos a olvidar de de las posibles personas implicadas y nos vamos a centrar en el asunto.
Pues, en efecto, de lo que hablamos es de la tan llevada y traída alianza, o fusión, o integración, o encuentro, o morada, o como cada uno guste denominar... de la atención primaria. Bueno, escribiendo con mayor propiedad, de las sociedades científicas de atención primaria. Y traemos a cuento el término vanidad por una cuestión que seguro que no se les escapa.
Llevamos mucho tiempo, demasiado tiempo, oyendo hablar, proponer y apostar, a diferentes actores (tanto a los actores principales como a otros de reparto) por la necesaria, la imprescindible unión de la atención primaria. Y llama poderosamente la atención que cada uno de estos actores, especialmente alguno de ellos, no puede esconder su deseo de convertirse en el protagonista absoluto de la escena, representando el papel de aquel que se siente en posesión de la verdad absoluta. Y, lo que resulta más escandalosamente vanidoso, es que en la mayoría de las ocasiones se desprende ese tufillo tan particular, propio del actor que tiene como único interés demostrar que él es el auténtico valedor de la unión de la atención primaria y, las otras partes tienen que seguir su estela o estarán demostrando su falta de interés. En fin, que uno se cansa ya de tanto juego fatuo.
- Hay actores que tienen como único interés demostrar que son los auténtico valedor de la unión de la atención primaria y que las otras partes tienen que seguir su estela
La segunda consideración es de naturaleza práctica. Va dirigida a observar el compromiso real de los actores. Para ello propongo que nos apliquemos la teoría de los hechos antagónicos. De tal manera que a partir de ahora procedamos a interpretar las declaraciones públicas de nuestros actores justo en el sentido opuesto a su contenido literal. Que mucho afirman y perjuran sobre su voluntad para unirse, pues pongamos en cuarentena sus voluntades. Que ofrecen encuentros y comilonas para buscar acuerdos, pues sospechemos de sus verdaderas intenciones. En definitiva, que aquellos que realmente quieran trabajar para encontrar un acuerdo, que lo hagan en silencio y sin ostentación, pues cuando vengan con soluciones concretas, ya les atenderemos.
- ¿Tanto va a cambiar la atención primaria española cuando, por fin, se unan las tres sociedades? ¿No será que estamos creando una maravillosa fantasía?
Un ruego final: que gobierne el silencio hasta el día que despierten los hechos.
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