VIDEOBLOG | Investigación
Poca filantropía
Los ricos españoles, los ricos de verdad, -que los hay- están a años luz de sus homólogos en muchas partes de Europa y, por supuesto, de EEUU en algunos aspectos relacionados con el resto de la sociedad. Cuando se habla de filantropía -y se sabe la realidad de la misma en países parecidos al nuestro- la comparación entre lo que aquí pasa y lo que sucede en otras latitudes, es desalentadora.
No tenemos cultura social de apoyo a la ciencia y, por tanto, muchas fortunas -afortunadamente no todas- de nuestro país hacen bastante poco por apoyar proyectos de nivel que sean capaces de generar innovación y riqueza para España. El esfuerzo que se ha hecho desde el Estado en los últimos años ha sido importante, pero no es suficiente. Gastamos aún un porcentaje pobre de nuestro PIB en investigación. Y el que se gasta viene casi todo de las arcas públicas.
Eso es una desgracia porque en donde sí hay consenso internacional es que el nivel de nuestros investigadores es muy alto. Pero de la misma forma que podemos presumir de excelencia científica, debemos ser conscientes de que la misma es muy frágil y que acabar con ella es una amenaza real en los tiempos que corren. Lo dijo alto y claro en una reunión de la AECC en Zaragoza la semana pasada el Dr Joan Massagué, quizá uno de los más prestigiosos científicos españoles que tenemos destacado en EEUU.
Los ricos españoles, los ricos de verdad, están en su derecho de reclamar más ventajas fiscales para sus donaciones. Lo que ocurre es que si ese es el único requisito que condiciona su generosidad, están equivocados. Si no se tiene además el sentimiento de que devolver a la sociedad parte de lo que ésta ha logrado para ellos, es lo correcto, vamos mal. Hay que acciones deben medirse por raseros distintos a lo que parece que ahora es lo único que importa: el dinero. El vil metal de nuestros clásicos.
No tenemos cultura social de apoyo a la ciencia y, por tanto, muchas fortunas -afortunadamente no todas- de nuestro país hacen bastante poco por apoyar proyectos de nivel que sean capaces de generar innovación y riqueza para España. El esfuerzo que se ha hecho desde el Estado en los últimos años ha sido importante, pero no es suficiente. Gastamos aún un porcentaje pobre de nuestro PIB en investigación. Y el que se gasta viene casi todo de las arcas públicas.
Eso es una desgracia porque en donde sí hay consenso internacional es que el nivel de nuestros investigadores es muy alto. Pero de la misma forma que podemos presumir de excelencia científica, debemos ser conscientes de que la misma es muy frágil y que acabar con ella es una amenaza real en los tiempos que corren. Lo dijo alto y claro en una reunión de la AECC en Zaragoza la semana pasada el Dr Joan Massagué, quizá uno de los más prestigiosos científicos españoles que tenemos destacado en EEUU.
Los ricos españoles, los ricos de verdad, están en su derecho de reclamar más ventajas fiscales para sus donaciones. Lo que ocurre es que si ese es el único requisito que condiciona su generosidad, están equivocados. Si no se tiene además el sentimiento de que devolver a la sociedad parte de lo que ésta ha logrado para ellos, es lo correcto, vamos mal. Hay que acciones deben medirse por raseros distintos a lo que parece que ahora es lo único que importa: el dinero. El vil metal de nuestros clásicos.
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