jueves, 12 de julio de 2012

Es difícil actuar con ética sin saber qué es - DiarioMedico.com

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Tribuna. Vicente Bellver

Es difícil actuar con ética sin saber qué es

Fundamentar la actuación profesional en unos buenos principios éticos requiere mucho más que la intención. Una sólida formación y cierta valentía facilitan el comportamiento moralmente irreprochable.
Vicente Bellver. Profesor Titular de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia   |  12/07/2012 00:00

 
 
Para hablar de ética, primero hay que deshacer un prejuicio: ¿Cree usted que se puede ser buen profesional de la sanidad sin actuar éticamente? Si su respuesta es afirmativa, no hace falta que siga leyendo. Si, por el contrario, es negativa, permítame otras tres preguntas: ¿Considera que siendo tan importante la ética es algo completamente subjetivo, que depende de lo que cada uno crea o sienta? ¿Piensa que es algo posterior a la formación técnica que se exige a cualquier profesional de la sanidad? ¿Y cree que se puede actuar éticamente sin saber apenas nada de lo que es la ética?
  • Cualquier profesional debe adquirir una formación ética con el mismo rigor que adquiere sus conocimientos técnicos. Si el profesional es de sanidad, su deber en este sentido es mayor
La experiencia me dice que incluso muchas de las personas que reconocen la importancia de la ética en su desempeño profesional tienden a responder sí a estas tres preguntas. Piensan que es algo más relacionado con los sentimientos y las creencias que con una verdad que se puede compartir; que primero viene la buena formación técnica y luego, como si se tratara tan sólo de un valioso accesorio, la ética; y que para actuar éticamente "basta con ser buena persona".

Esta posición me parece tan bienintencionada como errónea. La ética es lo más imprescindible de la acción humana. Nadie actúa sin una toma de posición ética ante lo que hace, sencillamente porque es imposible. Si yo me dedico a trabajar mal (por ejemplo, rindiendo poco en el trabajo, o tratando con desprecio a los pacientes o a los compañeros), detrás de este comportamiento hay un fundamento ético: yo valgo más que los demás; o yo soy injustamente tratado por los demás y, por eso, los trato de igual manera. Es un fundamento ético erróneo, qué duda cabe, pero es el que sustenta mi actuación.

Este ejemplo es deliberadamente tosco, pero nos ilustra acerca de cómo hasta los que se comportan de forma más contraria a la ética lo suelen hacer sobre una (errónea) base ética.

La conclusión está clara: cualquier profesional debe adquirir una formación ética sólida, con el mismo rigor que adquiere sus conocimientos técnicos. Si además ese profesional es de la sanidad, su deber de formación ética será mayor, si cabe, porque la materia prima con la que trabaja son personas en situación de especial vulnerabilidad.
  • Para evitar comportamientos indignos, la actuación del gestor se debe inspirar en el respeto a las personas con las que trabaja, lealtad a la institución y un uso eficiente de los recursos
Aplicación a la gestión
Un buen gestor sanitario tiene que conocer bien el ámbito que le corresponde gestionar: los recursos de que dispone, los objetivos que debe alcanzar, los procedimientos que aseguran la asignación eficiente de los recursos, etc. Pero sólo con eso no va a ninguna parte. El gestor excelente es el que emplea todos esos conocimientos de acuerdo con unas bases éticas correctas. ¿Y en qué consisten esas bases? Aquí esbozo mi propuesta.

El gestor sanitario cuenta con unos recursos humanos y materiales limitados para procurar servicios sanitarios de calidad a las personas que los necesitan. Los destinatarios de su trabajo son los pacientes y la sociedad en general. Si ese gestor quiere evitar los comportamientos indignos y aspira a la excelencia, su actuación deberá estar inspirada en los siguientes principios: máximo respeto a las personas con las que trabaja, lealtad (que no sometimiento acrítico) a la institución sanitaria, y uso eficiente de los recursos para conseguir unos servicios sanitarios de calidad.

El reto es indudablemente ambicioso. Porque para llevar a cabo la acción directiva según estos principios no sólo es necesario tener una buena formación ética que permita saber qué es lo bueno en cada decisión que hay que adoptar. Es igualmente imprescindible contar con el temple necesario para llevarla a cabo, sin temor a los eventuales perjuicios que pueda acarrear para los intereses particulares.

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