Convenio entre Salud y la Asociación de Anestesia
Ponen en marcha un plan para prevenir y detectar adicciones entre los anestesiólogos
La adicción a drogas anestésicas es peligrosamente frecuente entre los anestesistas. Algunas estimaciones afirman que afecta al 30 por ciento de esos especialistas. Lo atribuyen al fácil acceso a los opiáceos.
La adicción a drogas opiáceas entre los anestesiólogos es un problema preocupante a nivel mundial, y la Provincia de Buenos Aires no es la excepción a la regla. No hay cifras locales, pero estudios de Estados Unidos o España, por citar algunos ejemplos, calculan que 3 de cada 10 son adictos, en un 90 por ciento, al fentanilo, conocido en el ambiente médico como “la droga de la felicidad”. Eso sí: a cambio de esa felicidad muchos dejan la vida, literalmente.
Por eso esta tarde, el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, y el titular de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, Daniel Campos, firmaron un convenio para tomar cartas en el asunto en la sede porteña de la AAAR.
La adicción a drogas opiáceas entre los anestesiólogos es un problema preocupante a nivel mundial, y la Provincia de Buenos Aires no es la excepción a la regla. No hay cifras locales, pero estudios de Estados Unidos o España, por citar algunos ejemplos, calculan que 3 de cada 10 son adictos, en un 90 por ciento, al fentanilo, conocido en el ambiente médico como “la droga de la felicidad”. Eso sí: a cambio de esa felicidad muchos dejan la vida, literalmente.
Por eso esta tarde, el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, y el titular de la Asociación de Anestesia, Analgesia y Reanimación de Buenos Aires, Daniel Campos, firmaron un convenio para tomar cartas en el asunto en la sede porteña de la AAAR.
En concreto: pondrán en marcha un Programa conjunto destinado a prevenir y asistir a los aspirantes y a los 118 residentes que en este momento se encuentran en plena formación en hospitales públicos de la Provincia de Buenos Aires.
“Esta situación es un problema que afecta seriamente al equipo de salud y que puede poner en riesgo a nuestros pacientes”, dijo el ministro Collia. “No podemos mirar para otro lado, esto pasa, es grave y debemos brindar ayuda y orientación a nuestros trabajadores y protección a la comunidad que utiliza servicios de salud”, agregó.
El plan de prevención y asistencia contempla, entre otros puntos, que los residentes acepten voluntariamente que les realicen análisis de sangre y orina, para detectar si utilizaron alguna droga anestésica. Todo esto, según se prevé, se hará con el consentimiento del médico anestesiólogo y bajo las condiciones que impone la ley de confidencialidad de datos.
En el convenio dice que tanto la Asociación de Anestesia como el ministerio de Salud de la Provincia “han expresado su preocupación por el problema que constituye la adicción a drogas anestésicas, que se evidencia en un porcentaje cada vez más alarmante en profesionales del área de la salud y, particularmente, en quienes se desempeñan en anestesiología”.
En el cine
Luján es emergentóloga y trabaja en un hospital de La Matanza. Vive inmersa en un mundo de violencia y desamparo. En su vida todo es urgente, todo es grave, todo es sórdido. Las guardias le consumen los días y las noches. No da más. Entonces, para que no le queden “picaduras” en los brazos, se inyecta en el pie. Y sobreviene el alivio, el pseudo alivio que más temprano que tarde se convertirá en pesadilla. La escena está tomada de Carancho, la película de Pablo Trapero protagonizada por su mujer, Martina Gusmán. Trapero, a su vez, la tomó de la vida real. “Esto pasa y hay que hacer algo”, confirmó el titular de la Asociación de Anestesia, Daniel Campos.
Ahora ¿Por qué conociendo el alto potencial adictivo y destructivo de estas drogas, a buena parte de los anestesiólogos les resulta una tentación irresistible probarlas? Entre los motivos que explican el fenómeno figuran el estrés propio de esa actividad, tener una personalidad adictiva, el exceso de guardias, el contacto con el sufrimiento y, dato clave, lo fácil que les resulta acceder a la droga: es, ni más ni menos, que un insumo de uso diario en sus lugares de trabajo.
La dependencia química que generan las drogas anestésicas se siente en pocos meses. La adicción se vuelve una enfermedad crónica e incurable que solo puede ser controlada. “Pero para lograr el control los afectados deben pedir ayuda, y para eso es fundamental que acudan al programa que estamos poniendo en marcha y que funcionará bajo la órbita de la subsecretaría de Salud Mental y Adicciones”, explicó Collia.
Hoy se sabe que, aunque se traten, aquellos que caen en la adicción al fentanilo reinciden en un 90 por ciento de los casos. Por eso, desde la Asociación de Anestesia opinan que aquellos residentes que sufren o sufrieron una adicción a esta droga deberían buscar otra especialidad médica, que no los exponga. Es que, tras un tratamiento por adicción, que el anestesista vuelva al quirófano es como pedirle a un alcohólico recuperado que se haga cargo de una bodega.
Señales de alarma
Algunas conductas pueden alertar a los colegas y compañeros de trabajo para que presten atención y ayuda a estos profesionales. Entre las señales de la adicción al fentanilo figuran los cambios bruscos en el estado de ánimo con alternancia de depresión, euforia, enojos inmotivados e irritabilidad.
También es común que escondan agujas, que hagan más horas de las necesarias en el hospital (para estar cerca de la droga y evitar los síntomas de la abstinencia) y que se cubran los brazos para disimular los pinchazos. Cuando la adicción está instalada pierden peso, se los ve pálidos y, fuera del hospital, tienden a aislarse y a sufrir todo tipo de problemas familiares y vinculares.
“La droga, que en un primer momento les da una sensación de bienestar, deprime el sistema nervioso central y termina por deprimir, incluso, la capacidad respiratoria; por eso, muchos mueren por sobredosis”, detalló Campos. Y agregó que el nuevo programa busca lograr una detección temprana: “Hoy sabemos que la mayoría inicia el uso de esta droga cuando está haciendo la residencia, por eso lo orientamos específicamente hacia ellos y les vamos a ofrecer tratamiento gratuito a cargo de los especialistas del ministerio de Salud provincial”
Prensa Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires - 19/12/13
“Esta situación es un problema que afecta seriamente al equipo de salud y que puede poner en riesgo a nuestros pacientes”, dijo el ministro Collia. “No podemos mirar para otro lado, esto pasa, es grave y debemos brindar ayuda y orientación a nuestros trabajadores y protección a la comunidad que utiliza servicios de salud”, agregó.
El plan de prevención y asistencia contempla, entre otros puntos, que los residentes acepten voluntariamente que les realicen análisis de sangre y orina, para detectar si utilizaron alguna droga anestésica. Todo esto, según se prevé, se hará con el consentimiento del médico anestesiólogo y bajo las condiciones que impone la ley de confidencialidad de datos.
En el convenio dice que tanto la Asociación de Anestesia como el ministerio de Salud de la Provincia “han expresado su preocupación por el problema que constituye la adicción a drogas anestésicas, que se evidencia en un porcentaje cada vez más alarmante en profesionales del área de la salud y, particularmente, en quienes se desempeñan en anestesiología”.
En el cine
Luján es emergentóloga y trabaja en un hospital de La Matanza. Vive inmersa en un mundo de violencia y desamparo. En su vida todo es urgente, todo es grave, todo es sórdido. Las guardias le consumen los días y las noches. No da más. Entonces, para que no le queden “picaduras” en los brazos, se inyecta en el pie. Y sobreviene el alivio, el pseudo alivio que más temprano que tarde se convertirá en pesadilla. La escena está tomada de Carancho, la película de Pablo Trapero protagonizada por su mujer, Martina Gusmán. Trapero, a su vez, la tomó de la vida real. “Esto pasa y hay que hacer algo”, confirmó el titular de la Asociación de Anestesia, Daniel Campos.
Ahora ¿Por qué conociendo el alto potencial adictivo y destructivo de estas drogas, a buena parte de los anestesiólogos les resulta una tentación irresistible probarlas? Entre los motivos que explican el fenómeno figuran el estrés propio de esa actividad, tener una personalidad adictiva, el exceso de guardias, el contacto con el sufrimiento y, dato clave, lo fácil que les resulta acceder a la droga: es, ni más ni menos, que un insumo de uso diario en sus lugares de trabajo.
La dependencia química que generan las drogas anestésicas se siente en pocos meses. La adicción se vuelve una enfermedad crónica e incurable que solo puede ser controlada. “Pero para lograr el control los afectados deben pedir ayuda, y para eso es fundamental que acudan al programa que estamos poniendo en marcha y que funcionará bajo la órbita de la subsecretaría de Salud Mental y Adicciones”, explicó Collia.
Hoy se sabe que, aunque se traten, aquellos que caen en la adicción al fentanilo reinciden en un 90 por ciento de los casos. Por eso, desde la Asociación de Anestesia opinan que aquellos residentes que sufren o sufrieron una adicción a esta droga deberían buscar otra especialidad médica, que no los exponga. Es que, tras un tratamiento por adicción, que el anestesista vuelva al quirófano es como pedirle a un alcohólico recuperado que se haga cargo de una bodega.
Señales de alarma
Algunas conductas pueden alertar a los colegas y compañeros de trabajo para que presten atención y ayuda a estos profesionales. Entre las señales de la adicción al fentanilo figuran los cambios bruscos en el estado de ánimo con alternancia de depresión, euforia, enojos inmotivados e irritabilidad.
También es común que escondan agujas, que hagan más horas de las necesarias en el hospital (para estar cerca de la droga y evitar los síntomas de la abstinencia) y que se cubran los brazos para disimular los pinchazos. Cuando la adicción está instalada pierden peso, se los ve pálidos y, fuera del hospital, tienden a aislarse y a sufrir todo tipo de problemas familiares y vinculares.
“La droga, que en un primer momento les da una sensación de bienestar, deprime el sistema nervioso central y termina por deprimir, incluso, la capacidad respiratoria; por eso, muchos mueren por sobredosis”, detalló Campos. Y agregó que el nuevo programa busca lograr una detección temprana: “Hoy sabemos que la mayoría inicia el uso de esta droga cuando está haciendo la residencia, por eso lo orientamos específicamente hacia ellos y les vamos a ofrecer tratamiento gratuito a cargo de los especialistas del ministerio de Salud provincial”
Prensa Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires - 19/12/13
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