LA GESTIÓN INCIERTA
Emoción y ciencia
por Sergio Minué | 20/10/2011 10:33
Are you passionate? Are you livin' like you talk?
Are you dreamin' now, that you're goin' to the top?
Are you negative, in a world that never stops?,Are you passionate? Neil Young. 2002.
Neil Young es quizá el mejor representante de la edad de oro de la música californiana, buena parte de la cual se grabó en un sello discográfico llamado Asylum, propiedad de David Geffen, cuya pasión por la música le convirtió en millonario, y más tarde en filántropo. Entre sus obras se encuentra la David Geffen School of Medicine, adscrita a UCLA, de la que es profesor Robert H. Brook, también profesor de RAND.
Brook es comentarista habitual de JAMA. Especialmente de una sección preciosa de esta revista llamada A Piece Of My Mind. Uno de los escasos oasis, junto al On Being A Doctor de los Annals of Internal Medicine, en los que es posible encontrar otra mirada de la ciencia médica, la relacionada con la experiencia personal de ver y atender pacientes.
Hace unos meses Brook publicó un interesante comentario en JAMA, de elocuente título ("A Physician = Emotion + Passion + Science"). En su opinión, las revistas médicas están monopolizadas por artículos tan sólidos como insulsos, donde lo importante es "dejar hablar a los datos", extirpando cualquier atisbo de pasión, de emoción, de humanidad. En palabras suyas, la ciencia rara vez canta.
Brook recuerda que las grandes revistas no eran así cuando comenzaron. En aquel entonces cada paciente era un individuo especial, que requería un tipo específico de cuidados. Conforme fueron avanzando la ciencia y la tecnología sanitaria, la relación con los pacientes se volvió más estandarizada: no parecía necesitarse ningún "artista" que interpretara la información, ya lo hacía la máquina. Esta tendencia creciente a la protocolización se extendió también a la ciencia, convertida en algo sometido a normas y estándares cada vez más rígidos.
En un mundo en que cada vez más médicos utilizan Twitter o Facebook, para compartir desde ideas a fotografías, el lenguaje científico clásico puede parecer tan anacrónico como el inglés medieval, en opinión de Brook. La solidez metodológica de un artículo no tiene por qué ser incompatible con la expresión de las emociones de los médicos respecto a los resultados obtenidos, o las consecuencias que éstos implican.
Por desgracia, reflexiones de este tipo son inexistentes, en cambio, en las escasas revistas españolas. Y tal vez no estaría mal conocer los pensamientos o sentimientos de los médicos españoles sobre cualquier tema de análisis en un formato científico, como lleva años haciendo el BMJ. Por ejemplo, ¿por qué es imposible tener en España una revista que incluya un número anual dedicado a la investigación de "tonterías" (como las reflexiones del médico de cabecera de Papá Noel), como hace el British en su último número del año?
Como señala Brook la medicina necesita estar basada en la ciencia, pero los médicos necesitan también expresar emociones. En definitiva, recuperar la pasión por lo que hacen y poder escribir sobre ello.
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