autoinculpación
La ética insta a 'confesar' el error y el derecho pide prudencia
Desde la deontología médica, comunicar el efecto adverso es una obligación incuestionable. El mundo del Derecho advierte de los efectos legales que tiene autoinculparse de un daño.
Soledad Valle. Madrid | soledad.valle@unidadeditorial.es | 02/12/2013 00:00
Entonar el mea culpa en sanidad está recomendado por la ética y deontología médica y cuestionado por el Derecho. La autoinculpación pone al médico en una situación más débil frente a una posible demanda por mala praxis. Pero ni siquiera es necesario que el paciente demande: si el facultativo se reconoce autor de un daño por un error en el ejercicio de su profesión, la fiscalía podría intervenir.
Pilar Astier, coordinadora del grupo de seguridad del paciente de Semfyc, advierte de que la regulación española obstaculiza el reconocimiento del error y con eso la transparencia en la relación médico-paciente. Recuerda que una reivindicación histórica de varias sociedades científicas -y cita las de anestesistas y cirugía- es la "despenalización de la declaración del error". Señala que "en el Reino Unido, Dinamarca y Australia ésta confesión del médico está despenalizada".
En la actualidad, los sistemas de registro y notificación de los efectos adversos forman parte de la mayoría de los centros sanitarios. Es una obligación del facultativo. Éste realiza la notificación, sabiendo que su identidad está protegida.
Estudio de referencia
Sobre la citada obligación, los médicos de Barcelona y expertos en Bioética Lluís Cabré Pericas y María Cruz Martín Delgado elaboraron el estudio Aspectos éticos y legales sobre la seguridad del paciente, publicado en 2009 en Revista de Bioética y Derecho, que sigue siendo un referente en estos días. El texto recoge como "una cuestión no resuelta" si la comunicación abierta de acontecimientos adversos puede influir en el número de reclamaciones y litigios.
Los autores del documento reconocen que, de acuerdo con sus fuentes biográficas -entre las que predominan los trabajos anglosajones, donde este campo de estudio está muy avanzado,- "hay investigaciones que demuestran que esta política puede disminuirlos, especialmente si va acompañada de compensaciones económicas en los casos que correspondan. Pero, por otro lado, se incrementan los potenciales demandantes que nunca habrían reclamado al no conocer la existencia de un acontecimiento adverso".
Alejandro Fernández-Sordo, uno de los socios fundadores de Igualjusa, despacho especializado en la asesoría legal a sanitarios, es tajante: "El médico debe comunicar su equivocación al abogado, en el que deposita su confianza". Y aclara: "Luego, el facultativo puede hablar con el paciente, pero no existe un plazo determinado para ello". Defiende el papel mediador del letrado en todo este proceso y recuerda casos de éxito del extinto Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid, en el que actuó como letrado, en los trabajos de mediación entre las partes.
El desarrollo de este tipo de sistemas extrajudiciales de resolución de conflictos o similares podría minimizar la litigiosidad de los acontecimientos adversos. Fernández-Sordo, favorable a llegar a acuerdos extrajudiciales, sin embargo, no ve posible despenalizar la declaración del error para el médico sin hacerlo para el resto de las profesiones. Recuerda que los efectos del reconocimiento de una mala praxis están en la normativa que regula la obtención de pruebas en un proceso judicial, es decir, fundamentalmente en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
Transparencia
Pero, aclarado el contexto legal en el que se enmarcan esas confesiones entre médico y paciente, desde la Bioética se sigue apostando por esa transparencia. Martín Delgado y Cabré Pericas concluyen su trabajo señalando que "la discusión de los errores de una forma honesta y abierta con los pacientes y familiares no sólo es una obligación ética de los profesionales sino que puede ayudar a mitigar las consecuencias y a mejorar la relación asistencial".
En línea con esa reflexión se trabaja en la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial. Su vocal y profesor de Medicina Legal en la Facultad de Badajoz, Mariano Casado, recuerda que el Código Deontológico "habla del reconocimiento del error". Argumenta que "la Medicina no es ninguna ciencia exacta ni infalible y el profesional tiene que dialogar con su paciente y explicarle la situación con transparencia". Según Casado, "la mayoría de los casos que se judicializan están relacionados con una falta de comunicación". Astier también alude a esa condición "humana del médico" y, por lo tanto, a la obligación de "despojarnos de ese halo de perfección en el que nos hemos movido".
Por suerte, en ese sentido, se ha avanzado mucho, declara Rogelio Altisent, presidente del recién creado Comité de Bioética de Aragón. Para ilustrar el camino andado del médico en el reconocimiento de efectos adversos en su actuación, pone un ejemplo: "Hace 20 años, junto con una colega, enviamos una carta a una revista médica reflexionando a partir de un error cometido en la práctica médica. La revista rechazó publicarla porque no le parecía correcto plasmar una equivocación de un médico". Entonces, "no se admitía aprender de los errores. Ahora hacemos sesiones clínicas, para no volver a cometerlas".
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