PRÁCTICAS PROMOCIONALES DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
Buenas prácticas contra el conflicto de intereses
Los expertos destacan la necesidad de promover medidas para generar una cultura de la transparencia sobre el papel de los laboratorios en la investigación y la formación profesional de los facultativos.
G. E. Zaragoza | dmredaccion@diariomedico.com | 08/09/2014 18:30
Rogelio Altisent, Carlos Gil (moderador), Abel Novoa y Serafín Romero. (Xavi Buil)
VISTA:
Uno de los problemas para gestionar adecuadamente el impacto de las prácticas promocionales de la industria farmacéutica y tecnológica es que, "según muestran varios estudios, la inmensa mayoría de los médicos piensa que las atenciones recibidas por los laboratorios no les afectan; en cambio, consideran que a sus compañeros sí les influyen. Esto muestra lo difícil que es reconocer el problema y, por tanto, ponerle remedio", señaló Abel Novoa, fundador del Comité de Ética Asistencial del Hospital Morales Messeguer (Murcia), que participó en el IX Curso de verano sobre Enseñanza e Investigación en Bioética, organizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza.
En la mesa redonda La independencia profesional: un desafío ético, Novoa se mostró partidario de "evitar la sospecha sistemática sobre el comportamiento de los profesionales; se trata, en cambio de alertar sobre las circunstancias que pueden generar la deriva institucional". En el ámbito de los conflictos de intereses confluyen "la industria -con un interés legítimo que requiere que haya enfermos o personas que se sienten enfermas-, el médico como mediador necesario, los políticos -con tendencias cortoplacistas que favorecen la captación del voto- y los ciudadanos, que a veces manifiestan expectativas insensatas sobre la salud y el sistema sanitario".
Crisis de innovación
Novoa recordó que asistimos a una "crisis de innovación. Un estudio sobre los fármacos introducidos en Francia entre 2002 y 2011 reveló que sólo para el 27,8 por ciento estaba justificada su aprobación en términos de innovación. El resto no aportaba nada nuevo, salvo un 4,8 por ciento, sobre el que no hubo conclusiones definitivas".
Novoa recordó que asistimos a una "crisis de innovación. Un estudio sobre los fármacos introducidos en Francia entre 2002 y 2011 reveló que sólo para el 27,8 por ciento estaba justificada su aprobación en términos de innovación. El resto no aportaba nada nuevo, salvo un 4,8 por ciento, sobre el que no hubo conclusiones definitivas".
- Una medida que promovería la cultura de la transparencia sería crear un registro sobre los financiadores de la asistencia a los congresos, según Rogelio Altisent
Mientras, la industria dedica a la promoción "según estudios contrastados, más del doble de recursos que a la investigación". Parte de esos recursos se dedican a grupos de estudio que reducen el umbral de diagnóstico de la enfermedad, un fenómeno que "tiene más daños que beneficios: se etiqueta a la persona como enferma, se le hacen más pruebas, se programan más visitas al médico, un tratamiento lleva generalmente a otros y abrimos un riesgo sostenido de no atender a los pacientes realmente graves por falta de tiempo". Por ejemplo, hay estudios internacionales que muestran cómo en España -uno de los países con menos riesgo de fractura por osteoporosis- "se llegó a tratar con bifosfonatos al 22 por ciento de los pacientes del grupo de edad que sólo tenían un 0,7 por ciento de riesgo".
"El problema no es una inmoralidad generalizada, sino el establecimiento de salvaguardas para combatir la sobreconfianza moral de los médicos". Por eso, Novoa propuso medidas como que por ley se vete la interacción entre industria y residentes.
Según Rogelio Altisent, director de Proyectos Académicos en la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, la clave es "la transparencia. Lo básico es reconocer el conflicto de interés, preguntarse a uno mismo: ¿Me sentiría cómodo si mis pacientes conocieran esta relación o esta atención comercial que estoy recibiend?". Además, propuso "promover salarios dignos, evitando el pago por acto médico y evitar incentivos que incrementen las tasas de intervención y la financiación de la formación médica por la industria farmacéutica". También sugirió que "en las instituciones sanitarias haya un registro de quién financia la asistencia a un congreso. No es que esto garantice la independencia, pero crea una cultura de la transparencia".
Según Rogelio Altisent, director de Proyectos Académicos en la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, la clave es "la transparencia. Lo básico es reconocer el conflicto de interés, preguntarse a uno mismo: ¿Me sentiría cómodo si mis pacientes conocieran esta relación o esta atención comercial que estoy recibiend?". Además, propuso "promover salarios dignos, evitando el pago por acto médico y evitar incentivos que incrementen las tasas de intervención y la financiación de la formación médica por la industria farmacéutica". También sugirió que "en las instituciones sanitarias haya un registro de quién financia la asistencia a un congreso. No es que esto garantice la independencia, pero crea una cultura de la transparencia".
Serafín Romero, vicepresidente de la Organización Médica Colegial, explicó que es necesario "regenerar la Medicina a contracorriente" y que "el Código de Ética y Deontología Médica es la herramienta clave para guiarse en este tipo de situaciones. Debemos conocerlo y cumplirlo, pero también garantizar que se lo entregamos a los ciudadanos: es para ellos, no sólo para nosotros".
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