GALARDÓN | Investigadores Howard Hughes
Cuatro talentos en el laboratorio
José Luis García con su equipo del GENYO. | J.L. García
- ELMUNDO.es habla con cuatro jóvenes talentos de la ciencia española
- El Instituto Howard Hughes los ha reconocido como "futuros líderes"
Cristina de Martos | Madrid
Actualizado martes 24/01/2012 18:31 horas
Rocío Sotillo, Óscar Fernández-Capetillo, Simón Méndez-Ferrer y José Luis García. No son conocidos por sus nombres y tampoco por sus logros. Pero son cuatro de los investigadores españoles más prometedores, que pasan sus días intentando entender mejor qué es el cáncer o cómo se comportan las células madre. Los cuatro acaban de recibir la distinción del Instituto Médico Howard Hughes (EEUU), que los considera los "futuros líderes científicos".
Si hubiera que utilizar un símil futbolístico para hacer entender quiénes son estos investigadores, podríamos decir que son como Neymar, el jugador brasileño del Santos que coquetea con los grandes de Europa. Pero las comparaciones son odiosas, sobre todo si se tiene en cuenta que estos cuatro investigadores suman varias publicaciones en las revistas científicas más prestigiosas del mundo y muchos más años de trabajo que los que el díscolo carioca ha sudado en los campos de juego. Aún así, se considera que están en los primeros compases de una prometedora carrera científica y, por eso, y por su talento, la institución estadounidense les ha escogido dentro de un selecto grupo internacional.
El instituto Howard Hughes lleva años seleccionando a investigadores en EEUU para financiar su trabajo. Es un modelo centrado en la persona, distinto del habitual en Europa, que ha impulsado carreras tan brillantes como la de Jack Szostak, Premio Nobel de Medicina en 2009 por el descubrimiento de la telomerasa; Roger Tsien, que lo obtuvo en 2008 por descubrir la proteína verde fluorescente, y varios Nobel más.
Días después de que abandonaran las instalaciones del Instituto, cerca de Washington DC, Simón Méndez-Ferrer recibió por e-mail la noticia. Era uno de los 28 elegidos para recibir la subvención y para entrar a formar parte de la red de más de 300 investigadores que tiene el Howard Hughes.
"Es una oportunidad enorme porque nos permite integrarnos con otros investigadores importantes", confiesa Méndez-Ferrer. Su trabajo acerca de los mecanismos biológicos que regulan las células madre y su trayectoria como estudiante de postdoctorado en el Mount Sinai School of Medicine (Nueva York) y, ahora, en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), llamó la atención del jurado.
A ojos de la prestigiosa institución, cuatro españoles cumplen ese requisito. "Todo un éxito", señala desde Italia Rocío Sotillo, la voz femenina de los premiados. Como todos -era un requisito para optar a la distinción-, Sotillo pasó parte de su formación en EEUU. "Después de hacer la tesis en el CNIO, en 2003 me fui al Memorial Sloan Kettering Cancer Center".
Su trabajo, que desde hace un año desarrolla en el European Molecular Biology Laboratory (Roma), se centra en el cáncer, en "cómo la inestabilidad cromosómica afecta a la recurrencia de los tumores", explica. Una línea de investigación básica y, por tanto, lejos aún de una aplicación clínica inminente.
Igual que la de José Luis García, del centro GENYO, dependiente de la Universidad de Granada y la Junta de Andalucía, que estudia los retroelementos, "fragmentos de ADN capaces de moverse de un sitio a otro", en un modelo basado en células madre embrionarias desarrollado por él mismo durante su estancia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan (EEUU).
Sus casos son, según dicen ellos mismos, excepcionales. Los centros grandes, como el CNIO o el CNIC, son los que menos sufren la situación. La cosa está peor para los grupos más pequeños. Fernández-Capetillo resume la situación en una frase lapidaria: "Hay una generación entera de científicos que no va a poder volver porque nadie invierte en crear, sólo en gastar. No hay modelo ni espíritu de que vaya a cambiar".
Sin duda, ninguno desaprovechará la oportunidad que les brinda la institución americana. Gracias a este dinero, podrán "tapar agujeros", "contratar a más gente" y "mejorar la calidad de su investigación". Les permitirá "trabajar con más tranquilidad" porque, como dice Fernández-Capetillo, "la creatividad es un proceso explosivo y expansivo, y no se puede tener si estamos constreñidos con cuestiones burocráticas".
Si hubiera que utilizar un símil futbolístico para hacer entender quiénes son estos investigadores, podríamos decir que son como Neymar, el jugador brasileño del Santos que coquetea con los grandes de Europa. Pero las comparaciones son odiosas, sobre todo si se tiene en cuenta que estos cuatro investigadores suman varias publicaciones en las revistas científicas más prestigiosas del mundo y muchos más años de trabajo que los que el díscolo carioca ha sudado en los campos de juego. Aún así, se considera que están en los primeros compases de una prometedora carrera científica y, por eso, y por su talento, la institución estadounidense les ha escogido dentro de un selecto grupo internacional.
El instituto Howard Hughes lleva años seleccionando a investigadores en EEUU para financiar su trabajo. Es un modelo centrado en la persona, distinto del habitual en Europa, que ha impulsado carreras tan brillantes como la de Jack Szostak, Premio Nobel de Medicina en 2009 por el descubrimiento de la telomerasa; Roger Tsien, que lo obtuvo en 2008 por descubrir la proteína verde fluorescente, y varios Nobel más.
Una selecta red
El año pasado, por primera vez, la institución decidió buscar talentos fuera de las fronteras de EEUU y convocó el premio International Early Career Scientist, al que concurrieron 760 científicos 'jóvenes' de 12 países con la esperanza de lograr los 650.000 dólares (unos 500.000 euros) que se entregarían a cada uno de los ganadores. Tras una primera criba, un selecto jurado entrevistó el pasado mes de noviembre a 55 'finalistas'. Óscar Fernández-Capetillo
"Es una oportunidad enorme porque nos permite integrarnos con otros investigadores importantes", confiesa Méndez-Ferrer. Su trabajo acerca de los mecanismos biológicos que regulan las células madre y su trayectoria como estudiante de postdoctorado en el Mount Sinai School of Medicine (Nueva York) y, ahora, en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), llamó la atención del jurado.
Ciencia básica 'made in Spain'
Pero no se trata del proyecto, sino de la persona. "La institución identifica a alguien que cree que tiene talento y le dan un montón de dinero. Cinco años después, le preguntan qué ha conseguido", explica otro de los españoles premiados, Óscar Fernández-Capetillo, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO).A ojos de la prestigiosa institución, cuatro españoles cumplen ese requisito. "Todo un éxito", señala desde Italia Rocío Sotillo, la voz femenina de los premiados. Como todos -era un requisito para optar a la distinción-, Sotillo pasó parte de su formación en EEUU. "Después de hacer la tesis en el CNIO, en 2003 me fui al Memorial Sloan Kettering Cancer Center".
Su trabajo, que desde hace un año desarrolla en el European Molecular Biology Laboratory (Roma), se centra en el cáncer, en "cómo la inestabilidad cromosómica afecta a la recurrencia de los tumores", explica. Una línea de investigación básica y, por tanto, lejos aún de una aplicación clínica inminente.
Simón Méndez-Ferrer
Dinero para la creatividad
Aunque Sotillo es la única expatriada de los galardonados, los investigadores no menosprecian la "mala situación" que atraviesa la ciencia en el mundo y en España. "Todo el mundo está intentando conseguir financiación exterior", reconoce Méndez-Ferrer. Porque "aquí [en España] hay más dificultad para financiar la investigación", añade.Sus casos son, según dicen ellos mismos, excepcionales. Los centros grandes, como el CNIO o el CNIC, son los que menos sufren la situación. La cosa está peor para los grupos más pequeños. Fernández-Capetillo resume la situación en una frase lapidaria: "Hay una generación entera de científicos que no va a poder volver porque nadie invierte en crear, sólo en gastar. No hay modelo ni espíritu de que vaya a cambiar".
Sin duda, ninguno desaprovechará la oportunidad que les brinda la institución americana. Gracias a este dinero, podrán "tapar agujeros", "contratar a más gente" y "mejorar la calidad de su investigación". Les permitirá "trabajar con más tranquilidad" porque, como dice Fernández-Capetillo, "la creatividad es un proceso explosivo y expansivo, y no se puede tener si estamos constreñidos con cuestiones burocráticas".
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