Un verificador en la sanidad pública
Josep Prat gestiona con criterios empresariales el Instituto Catalán de la Salud con el objetivo de rentabilizar la mayor empresa pública de Cataluña
Ferran Balsells Barcelona 28 ENE 2012 - 21:37 CET3
La obsesión por la eficiencia empresarial le empujó hasta el noreste de Canadá. Josep Prat, entonces director de Innova —holding de empresas públicas del Ayuntamiento de Reus (Baix Camp) que arrastra una deuda de 216 millones de euros— se plantó en Montreal a principios de 2000 en un viaje de negocios. El objetivo, aprender cómo una serie de municipios colindantes desarrollaban un sistema de gestión basada en una pionera estructura empresarial. Prat llevaba tiempo envidiando este tipo de organización pero quedó fascinado al toparse con un cargo que había pasado por alto: el de Verificador General, responsable de analizar la eficiencia del gasto de las empresas públicas. Insistió en reunirse con el Verificador y le sometió a una especie de interrogatorio. Anotó con esmero todos los detalles del trabajo, cualquier herramienta que el Verificador empleaba para analizar las cuentas públicas. “Es mucho mejor que un auditor o un interventor municipal. Mide la rentabilidad del gasto público”, recuerdan que se sorprendió quienes le acompañaron en aquel viaje.
El asombro de Prat, empecinado en rentabilizar los servicios públicos desde que padeció como subdirector el declive de los astilleros estatales Astano, retrata su obstinación como gestor: que la estructura de las macroempresas municipales no aplaste el rendimiento empresarial; la eficiencia antes que el servicio público.
El mismo afán le hacía correr por la sede de Innova con gráficas y ratios que ilustraban que la estructura del ente municipal, que agrupa una veintena de compañías públicas, pesaba cada vez menos sobre el volumen de actividad del holding. “Le obsesionan las ratios. Cada mes traía números que reflejaban un poco más de rentabilidad; y al mes siguiente, un poco más”, detallan antiguos colaboradores de Prat.
La influencia de Prat se fraguó en Reus, adonde aterrizó proviniente de los decadentes astilleros gallegos en 1985. El entonces alcalde socialista Josep Abelló le encomendó sanear el hospital Sant Joan de Reus. “El centro era como una sanguijuela, provocaba pérdidas enormes para el Ayuntamiento”, relata un exempleado municipal. Para resolver el agujero del Sant Joan, alguien recomendó el nombre de Prat: gestor de una empresa estatal, hijo de la provincia y bien distinguido entre la clase alta tarraconense.
Prat estrenó su receta: convirtió el Sant Joan en sociedad anónima municipal para centrar el servicio sanitario en la eficiencia económica. No solo logró sanear el Sant Joan sino que forjó las bases de un imperio que sería el embrión de Innova. “Los concejales y hasta consejeros de Salud vieron que la capacidad de gestión de Prat podía aprovecharse en más ámbitos”, detalla un exconcejal. Así nació Sagessa, empresa municipal que lideró una experiencia de gestión de centros sanitarios y sociosanitarios en la provincia. Sagessa obtuvo apoyos para gestionar los primeros hospitales construidos por el Gobierno catalán como el Hospital Comarcal de Móra d'Ebre (Ribera d'Ebre).
Con buenas conexiones a nivel municipal y en la Generalitat, logró fama como muñidor de grandes proyectos
“Siempre es sensible tener una red de buenas relaciones que beneficien a los proyectos de la ciudad”, destaca Pérez.
El nuevo edificio del Sant Joan de Reus: 92.000 metros cuadrados de instalaciones robotizadas y equipadas con las últimas tecnologías costó unos 180 millones de euros financiados al 50% por la Generalitat gracias al liderazgo de Prat. El centro, el más moderno del territorio, permanece semivacío tras generar la mitad de las deudas de Innova y casi pegado al Joan XXIII, hospital del ICS infrautilizado que refleja el claroscuro de la labor de Prat.
El ascenso de este ingeniero naval como gestor sanitario se explica por su talento para tejer relaciones con los núcleos de poder, ya sean altos cargos del PSC, de CiU o, por ejemplo, del banco británico Barclays. Los contactos bancarios le llevaron hasta la vicepresidencia de USP Hospitales, uno de los mayores grupos sanitarios privados de España del que se desvinculó a principios de enero ante las sospechas de estar incurriendo en un posible conflicto de intereses. Los contactos políticos le han aupado hasta la dirección del Instituto Catalán de la Salud (ICS), la mayor empresa pública de Cataluña para convertirla en una empresa rentable. “Es una macroestructura con núcleos de ineficiencia” suele resumir Prat sobre la situación del ICS. “Y la ineficiencia debe eliminarse”.
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