domingo, 1 de enero de 2012

OMS | Un decenio mejorando la salud en Chile

OMS Un decenio mejorando la salud en Chile

Un decenio mejorando la salud en Chile

En 1990, tras 17 años de dictadura, Chile comenzó a reconstruir su sistema político atribuyendo particular importancia al mejoramiento de las condiciones sociales y sanitarias. Un reciente examen de los 10 últimos años revela algunos resultados positivos. Informa Irene Helmke.

Para el expresidente chileno Ricardo Lagos Escobar, la implantación en 2005 del sistema de cobertura sanitaria universal conocido como Plan de Acceso Universal con Garantías Explícitas fue un gran paso adelante. Su fundamento era dar impulso a la prestación de atención primaria de salud. “Si usted consigue establecer dispensarios de atención primaria de salud eficaces, se evita que la gente llegue a una situación de emergencia, y es en estos centros donde se pueden prevenir [los problemas sanitarios más graves]”, dice Lagos, señalando que el presupuesto para los centros de atención primaria aumentó considerablemente durante su mandato (2000-2006).
OMS/Irene Helmke
El ex Presidente de Chile, Ricardo Lagos Escobar.
Lagos está orgulloso de las mejoras observadas en varios indicadores de salud, sobre todo en el de la mortalidad de menores de un año, que entre 2000 y 2010 descendió de 10 a 7,5 por 1 000 nacidos vivos. Sin embargo, dentro de esa gran mejoría, hay, dice, algunas tendencias inquietantes.
“Nuestra tasa media de mortalidad de menores de un año ronda el 8 por 1000 nacidos vivos, lo que es extremadamente bajo. Pero esta cifra esconde una gran horquilla entre, por ejemplo, Vitacura, un distrito rico de Santiago, donde la media es de 2 por 1 000, y poblaciones como Puerto Saavedra, a 700 km al sur de Santiago en la región de Araucania, donde la mortalidad de menores de un año se eleva a alrededor de 45 por 1 000 nacidos vivos”, señala Lagos. Culpa de estas disparidades no a la atención sanitaria prestada en el marco del sistema chileno de acceso universal sino al sistema socioeconómico en su conjunto. “No es en realidad algo que tiene que ver con el tipo de servicios que se prestan en Puerto Saavedra, dice, sino más bien con la distribución de los ingresos”.
En otras palabras, pobreza y enfermedad van de la mano. En este supuesto, a saber, que ciertos determinantes sociales tienen decisiva influencia en los resultados sanitarios, se basa el cambio de orientación de la atención de salud en Chile realizado a lo largo del pasado decenio; cambio que se basó en parte en la labor de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud. La Comisión estaba constituida por un grupo de encargados de la elaboración de políticas, investigadores, y activistas de la sociedad civil –entre ellos el propio Lagos-, que la OMS reunió en 2005 con objeto de que generaran ideas sobre la manera de afrontar las causas sociales de la mala salud y las inequidades en materia de salud que fuera posible eliminar.
“Sobre la base de las recomendaciones de la Comisión, Chile adoptó en su política sanitaria un enfoque intersectorial en el que se hace hincapié en la necesidad de abarcar todos los sectores clave de la sociedad, y no únicamente el de la salud”, dice Sylvia Santander, del Programa nacional de salud para adolescentes y jóvenes del Ministerio de Salud.
Este cambio de orientación se ha traducido en varias iniciativas. Una de las últimas fue la llamada 13 Pasos hacia la equidad, que estuvo en vigor entre 2008 y 2010. Según María Cristina Escobar, jefa del departamento de enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud, la iniciativa incluía un examen del Programa de salud cardiovascular, que puso de manifiesto los principales factores responsables de las disparidades observadas en el acceso a la atención y en la salud de las personas. Se seleccionaron varones de edades comprendidas entre los 45 y los 64 años con factores de riesgo sociales, como escasa educación, empleo inestable y bajos ingresos, así como trabajadores residentes en distritos pobres, considerados como los principales grupos excluidos, particularmente en lo tocante al acceso a la atención de salud.
OMS/Irene Helmke
Silvana Clark y su niña Samara en el centro de atención primaria José Alvo donde beneficiaron de la iniciativa Chile Crece Contigo.
“El examen también reveló que el propio sistema asistencial era uno de los principales obstáculos al acceso a la atención de salud [en el marco del Programa de salud cardiovascular], debido sobre todo al rígido horario de trabajo en los centros de salud y la alta rotatividad del personal”, señala Escobar. Otros obstáculos eran los problemas familiares, como vivir lejos de los servicios de salud y el costo del transporte imposible de pagar. En noviembre de 2009 se organizó un concurso para generar ideas a efectos de rediseñar el Programa; se seleccionaron 18 proyectos que funcionarían como proyectos piloto.
Otro proyecto importante inspirado en la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud es Chile Crece Contigo, una iniciativa puesta en marcha en 2007 por la expresidenta Michelle Bachelet. Su objetivo es prestar servicios a los niños y las embarazadas a través de la red de centros de salud pública. Según Santander, esta iniciativa trasciende el alcance de muchos programas de salud pública pues adopta un enfoque integral al incluir visitas domiciliarias, grupos de educación sobre competencias parentales y desarrollo infantil, cuidado del niño, atención de salud, apoyo psicológico y servicios de envío de casos.
En opinión de Jeanette Vega, directora del Centro de Epidemiología y Políticas de Salud Publica de la Universidad del Desarrollo de Chile y exviceministra de salud de la presidenta Bacheler, la fuerza de la iniciativa radica en su enfoque multidisciplinario de los problemas con que habitualmente se enfrenta la población. “El programa ha tenido éxito no solo en lo que respecta al desarrollo en la primera infancia sino también a la transición social de la familia a la que el niño pertenece”, afirma Vega. Según un informe publicado por el Gobierno titulado Evaluación Objetivos Sanitarios 2000-2010, acerca de estos éxitos de la acción gubernamental respecto de los determinantes sociales de la salud, Vega ha dicho: “Es difícil afirmarlo, debido a cuestiones de atribución, y se necesita tiempo para ver los cambios”, añadiendo que “Lo que podemos decir, empero, es que desde el decenio de 1990 ha habido un compromiso sostenido para implementar políticas sociales más equitativas y que estas han contribuido a que los indicadores sanitarios sean mucho mejores de lo se podía esperar, teniendo en cuenta la disponibilidad de recursos del país”.
En este momento, enfoques integrales como el de Chile Crece Contigo son también fundamentales para la labor de los centros de atención primaria del país, meollo de su sistema de asistencia universal. En el centro José Alvo, de La Florida, uno de los distritos más densamente poblados de la capital, la directora Paula Álvarez dice que un enfoque interdisciplinario es esencial para hacer frente a problemas tan diversos como los embarazos de adolescentes, el envejecimiento de una población con enfermedades crónicas, el desempleo, la violencia doméstica, la superpoblación y la toxicomanía.
OMS/Irene Helmke
Una paciente de edad avanzada espera a ver al médico en el centro de atención primaria José Alvo.
“El médico debe aplicar un enfoque holístico, pues tiene que determinar qué otros profesionales van a prestar asistencia a los miembros de la familia”, dice Álvarez. El personal del centro de salud José Alves, que abrió sus puertas en agosto de este año, evalúa la situación socioeconómica de los pacientes y se apoya en redes sociales, como el trabajo, la escuela o los vecinos, así como en otros centros de salud, para hacer las evaluaciones. Mientras tanto, en el centro de salud San Rafael, en la Pintana, un distrito de Santiago asediado otrora por una alta criminalidad, el desempleo y pobreza, su directora, Soledad Turra, también subraya la importancia de abordar los factores socioeconómicos que afectan a la salud en su trabajo. En su opinión, las recientes mejoras en el acceso a la vivienda y la educación, resultantes de las iniciativas de desarrollo urbano puestas en marcha en La Pintana, han tenido un efecto positivo en la salud de la población del distrito.
Ni que decir tiene que ser más consciente de la manera en que los factores sociales afectan a la salud no hace desaparecer los problemas. A Lagos le preocupa que los problemas que Chile actualmente trata de resolver queden pronto eclipsados por otros, en particular el de una población que envejece. “En Chile, el 12% de la población está en la “edad dorada”, y nuestras estadísticas muestran que en el periodo 2020-2025, alrededor del 25% de la población serán adultos mayores. Esto plantea un tremendo desafío no solo en lo que respecta a la atención sanitaria sino también a la seguridad social y las pensiones”.
Sostiene Lagos que la interrelación de estos diferentes problemas refuerza el argumento de que los encargados de la elaboración de políticas tienen que desterrar el enfoque de “campanario” y abrazar el diálogo sectorial al más alto nivel político, un diálogo que, como lo sabe Lagos por experiencia propia, no es fácil de entablar. “¿Cómo convencer a la gente de que algunos de los problemas en el área de la salud no pertenecen solo al ámbito médico sino que incumben también a otros miembros del gabinete?”, se pregunta el expresidente.

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